¿Quién dijo que en Cuba hay economía?

En Cuba, 541 empresas estatales socialistas están en pérdida, lo que se traduce en que cada día, ese casi medio millar de sociedades, en vez de generar riquezas en forma de productos y servicios, gastan productos y servicios generando miseria; cada minuto que pasa un cubano "trabajando" allí, es un minuto que tienen que pagar el resto de los trabajadores de la Isla.

En un país de economía abierta, 541 empresas en pérdida no representan gran cosa. Para contextualizar tomemos República Dominicana, un lugar con el que Cuba comparte significativos condicionantes geográficos, poblacionales, idiosincráticos, migratorios e históricos; allí conviven 1,5 millones de empresas, y de media, cada año se registran más de 25.000 nuevas compañías, ¡70 nuevas empresas cada día laboral!

En Cuba, tras 62 años de revolución, solo existen 1.909 empresas, todas estatales, lo que denota una hiperconcentración de la gestión de los recursos económicos, que además, es tan ineficiente que el 28% (541) de estas empresas estatales socialistas, aun siendo —o a causa de ser— un monopolio, pierden más de lo que ganan.

Para hacer que sea más llevadera esta ineficiencia de las empresas gubernamentales, el castrismo decidió ampliar el tejido económico cubano, permitiendo recientemente la creación de MIPYMES privadas y estatales "como complemento a la empresa estatal socialista".

Durante el primer mes, apenas nacieron 235 nuevas sociedades, de las cuales, 145 son realmente una reconversión de negocios preexistentes (cuentapropistas), y solo 90 son de verdadera nueva creación.

Como el mecanismo de aprobación de MIPYMES está centralizado en el Ministerio de Economía y Planificación, sería optimista asumir que el ritmo de aprobación llegue a 300 nuevas MIPYMES mensuales, pero aun en ese caso, tendríamos que esperar hasta el año 2036, solo para compensar los 57.280 negocios privados que subsistían en el país cuando en 1968 Fidel Castro erradicó la propiedad privada, como culminación de la demolición de la sociedad civil y la incautación de los derechos políticos y económicos de los cubanos.

Pero es que, si vamos más allá y asumimos que la burocracia ministerial pudiera llegar a aprobar al menos 500 empresas mensuales —no intentemos ni imaginar de donde saldría el capital para invertir— Cuba tardaría 250 años en crear el tejido empresarial que ya tiene República Dominicana.

Y es que, si destruir un país es bastante sencillo cuando se tiene una coartada populista y un Papacito Piernas Largas subvencionándote (URSS, Venezuela), reconstruirlo es tarea titánica, sobre todo después de más de medio siglo de economía planificada centralmente, acumulando malas inversiones, como lo demuestra el experimento natural de las dos reconstrucciones alemanas.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial Alemania era tabula rasa, su infraestructura citadina y fabril había sido borrada por los encarnizados bombardeos aliados, una industria que por lo demás, había sido reconducida hacia lo bélico, desatendiendo las necesidades civiles.

Sin embargo, con el audaz liderazgo económico del liberal Ludwig Erhard, la parte alemana no ocupada por los soviéticos renació tan rápida y vigorosamente, que los ocupantes comunistas del Este, tuvieron que edificar un muro y asesinar a miles de personas para evitar que la gente abandonase sus dominios.

La caída de ese vergonzoso muro en 1989 permitió la unificación teutona, y sin sorpresas, se develó el inmenso diferencial de calidad de vida entre ambas regiones; lo sorprendente e inesperado, sin embargo, han sido las enormes dificultades y gastos requeridos para reparar —sin que se haya conseguido del todo tras 30 años— el desastre económico provocado por el comunismo, que todavía lastra la calidad de vida de los alemanes orientales.

La enseñanza definitiva de estas dos etapas de la historia germana, es que se recupera más fácilmente una población tras un cataclismo bélico que arrase sus ciudades, fábricas, cultivos y habitantes, de lo que se recupera una población que haya sufrido 40 años de economía estatalizada… Cuba va por 62.

La realidad, es que ese 28% de empresas estatales socialista en pérdida, se convertirían en 100% de empresas quebradas si estas tuviesen que competir en una economía de mercado puesta en función de satisfacer las necesidades de los ciudadanos, y no solo el bienestar del Gobierno.

Pero no bastaría con hacer rentables esas 541 empresas, ni bastaría con aprobar 500 o 1.000 MYPIMES mensuales, recuérdese que hasta la caída del Muro de Berlín, Alemania Oriental rebosaba de empresas aparentemente prósperas, las joyas de la industria socialista, que luego demostraron su perfecta inutilidad e ineficiencia.

Mientras no exista libertad de mercado y se genere un sistema de precios libres, la sociedad cubana carecerá del mecanismo imprescindible para asignar sus escasos recursos a los fines más deseados, que es la esencia misma de la economía: ¿pero quien dijo que en Cuba hay economía?