Casi diez años después de haber sido lanzado los Lineamientos del VI Congreso del PCC, el Gobierno cubano acaba de anunciar la aprobación de una ley que permitirá, de forma muy limitada, la apertura de pequeñas y medianas empresas en una lista muy restringida de modalidades.
De entrada, las modalidades aprobadas solo serán un pequeño grupo de las ya autorizadas en el listado de los trabajos por cuenta propia, lo cual muestra la tremenda resistencia del Gobierno a implementar una reforma estructural que libere de una vez las fuerzas productivas.
Entre las actividades que quedaron fuera están las de los programadores informáticos, contadores, veterinarios, diseñadores y varios tipos de consultorías, quedando en una gran incógnita cuáles son, en realidad, las que serán bendecidas con la nueva fórmula. El Gobierno tampoco dio a conocer en qué condiciones operarán estas nuevas formas de gestión empresarial, lo cual genera otro manto de dudas adicionales.
Una vez más el Estado aplica el viejo cuento de la buena pipa: en realidad no hay nada novedoso ni trascendente en lo que se pretende implementar. Al final, el Partido Comunista Cubano (PCC) ha trazado una clara línea: la empresa socialista seguirá siendo el centro regulador de la economía. En otras palabras, continuará gravitando la ineficiencia, la improductividad, las empresas irrentables, los bajos salarios, el atraso tecnológico y la mentalidad de economía feudal. El ciudadano seguirá siendo un esclavo del sistema, sin posibilidad real de generar riquezas. Todo quedará en manos del Estado todopoderoso y a merced de su elite gobernante. El país seguirá aumentando su déficit fiscal, su deuda externa, y la economía seguirá siendo inatractiva para la inversión extranjera.
La mentalidad de la nueva elite gobernante sigue empantanada en el pensamiento retrógrado de los octogenarios de quienes heredaron el poder, quienes todavía lo controlan tras bambalinas.
La línea roja trazada por Raúl Castro, una camisa de fuerza convertida en espada de Damocles
En su despedida como primer secretario del PCC, el dictador cubano expuso a sus sucesores cómo debían manejar la economía del país, qué se podía hacer y qué no. La orden fue clara al señalar que el ejercicio privado de ciertas profesiones y la importación comercial privada "en el ánimo de establecer un sistema no estatal de comercio interior" estarían entre esos límites que no se deben rebasar, "porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a errores estratégicos y a la destrucción misma del socialismo y por ende de la soberanía e independencia nacionales".
Con anterioridad a este dictamen, varios economistas cubanos catalogaban de positiva la medida de incorporar al sector privado alrededor de 2.000 modalidades incluidas en el Clasificador Nacional de Actividades Económicas de Cuba, un listado con 124 excepciones que involucraban a los profesionales. Varias agencias de prensa daban entonces la noticia como algo novedoso. Incluso algunos expertos categorizaban el anuncio como algo renovador e histórico. Pero una vez más, el entusiasmo duró poco. El régimen ha dejado bien claro que no está dispuesto a liberar las fuerzas productivas. Es así de simple, no hay nada positivo en las nuevas medidas, son más de lo mismo, la misma receta aplicada durante más de 60 años: para el Estado todo, para el pueblo nada.
En el nuevo esquema no puede haber bancos privados, los profesionales no podrán ejercer su profesión de forma independiente. En la agricultura no se hizo ningún cambio sustancial, salvo el autorizo de comercializar carne de res en condiciones tan limitadas que no tendrá un impacto positivo en la ganadería del país. La empresa ACOPIO seguirá siendo el comprador obligatorio del 80% de las cosechas que produzcan los agricultores, y estas serán pagadas al precio que fije el Estado.
Abogados, ingenieros y arquitectos seguirán en las mismas, solo podrán laborar en empresas estatales. Los campesinos que cultivan caña de azúcar y tabaco —los dos renglones exportables más lucrativos de la agricultura cubana— solo podrán ser simples cultivadores y suministradores —mal pagados— de materias primas a las empresas estatales, sean mixtas o no, pues ellas son las que se encargan del mercado minorista y las exportaciones.
Al final, el sistema sigue dando tumbos para no moverse y quedarse empantanado en su maligno estatus quo de conservar a toda ultranza una economía estatal centralizada, mediocre e ineficiente, que margina a toda la fuerza laboral subyugada a ella con bajos salarios y trabajos pedestres. Mientras tanto, la elite militar mafiosa se apodera de los negocios y sectores dolarizados y más lucrativos, y mantiene una economía medieval que cercena el espíritu de emprendimiento ciudadano y condena al ostracismo a toda la mano de obra calificada que por años se ha formado en las universidades de la Isla.
La línea roja trazada por Raúl Castro es la última jugada del sistema para terminar de autodestruirse. Bajo este esquema será imposible saldar una deuda externa cada vez más grande, la balanza de pagos será cada vez más negativa y la generación de capital será escasa, por lo que no habrá recursos financieros suficientes para hacer frentes a los compromisos fiscales, ni para importar lo que el país necesita. La economía no podrá salir del agujero negro en que se encuentra y el sistema terminará devorándose a sí mismo.
Un gran freno para atraer la inversión extranjera
Las nuevas medidas muestran que el Gobierno no apuesta por una apertura económica a gran escala que incluya la liberación de las fuerzas productivas y propicie la oportunidad de generación de riqueza a los ciudadanos, sino todo lo contrario. Las medidas no significan ningún incentivo para la atracción del capital externo, ya no de empresarios extranjeros, sino hasta de los propios cubanoamericanos que anteriormente proveían a sus familiares y amigos el financiamiento para sus negocios a través de las remesas.
De hecho, al Gobierno no le bastó el ejemplo de 2016, cuando al truncar de un golpe las reformas, en especial las ligadas a la expansión y desarrollo de los emprendedores, las remesas dejaron automáticamente de ser un flujo de inversión en el país. Hoy solo sirven para mitigar el hambre ciudadana. La interrupción que tuvo el crecimiento acelerado del cuentapropismo en el período 2011-2016 sirvió para demostrar que el Gobierno no tenía ningún interés en desarrollar el sector privado.
El empuje del emprendimiento al calor de las tímidas reformas implementadas en 2011, apalancadas primero con la liberación de los envíos de remesas al país por parte del Gobierno de EEUU y favorecidas después por el impacto del deshielo, fue interpretado por el Gobierno cubano como una amenaza dado el posible desarrollo de una clase media que, en el futuro, podría disputarle el poder.
Aun cuando el cuentapropismo se convirtió en el sector de la economía con mayor crecimiento y de mayor fuente de generación de empleo en el país en el período 2011-2016, y en una de las vías de mayor atracción de financiamiento a través de las remesas, el Gobierno prefirió sepultarlo y evitar que se convirtiera en la vía más expedita que tenía la nación para transformar su modelo económico, salir de la crisis e incorporarse a la vía del desarrollo.
Aun teniendo esta experiencia positiva de lo que significó el auge y crecimiento del cuentapropismo con todas sus limitaciones, el Gobierno ha preferido la misma fórmula de fracaso. La línea roja trazada por Raúl Castro deja claro que las remesas no serán una fuente de financiamiento, dadas las escasas oportunidades de invertir que ha puesto el Gobierno sobre la mesa y a última hora. La fatídica línea roja incluye además el hundimiento de la inversión extranjera, pues muy pocos van a invertir en el país bajo estas condiciones, y los que ya están tratarán de sobrevivir hasta el final de los contratos, si es que no perecen antes.
Conclusiones
Los que esperaban una apertura al estilo vietnamita o chino verán frustrados sus deseos una vez más. La reforma diseñada por La Habana no contempla esas variantes exitosas económicamente y que han sacado de la pobreza a millones de personas. Más bien van dirigidas a seguir controlando la iniciativa de emprendimiento ciudadano para evitar que una nueva clase media le dispute el poder.
De esa manera, Cuba sigue siendo uno de los estados que más involuciona en el tiempo. Y el ingenio de sus líderes desborda cualquier estándar de mediocridad. Su éxito conquistando el fracaso es tan rotundo que ha traspasado las fronteras de lo posible.
La negación de liberar las fuerzas productivas, verificada en la práctica con las nuevas y mediocres medidas, deja claro que no hablamos de un cambio de modelo, sino de un mecanismo para controlar aún más el restringido espacio donde hoy se les permite generar riquezas a los cubanos.
Con este capricho ideológico y medieval, el Gobierno cubano sepulta todo tipo de esperanza de un cambio, al menos en lo económico.
En realidad, este surrealismo reformista no es más que un proceso consumado de monopolización de la economía dolarizada por parte de una elite mafiosa que no deja espacio ni oportunidades a la ciudadanía. La apuesta es por la esclavización total de las fuerzas productivas en pleno siglo XXI.
Sin embargo, mucho cuidado, pues mientras el vacío de poder crece al mismo ritmo en que la economía se hunde, esta línea roja puede convertirse en la propia tumba de este engendro que lleva 62 años haciendo daño.
Es una dictadura mafiosa, medieval y retrógrada. Coño carajo que desgracia nos toco ??
Según la foto esto es un buen nicho de mercado en USA,
" Limpiador de Calderos ", no van a tener competencia
Y por que los militares y funcionarios del gobierno no se mudan para los apartamentos de Akamar construidos por el gobierno y dejan las mansiones que han robado a los burgueses del tiempo de Batista que tanto critican,solo hay que ver al bueno para nada nieto de Raul Castro con la mansion que se robo y el yate de mas de 3 millones de dolares robados al pueblo y asi los hijos y nietos de fidel C.Todos son unos hipocritas mandando al pueblo a sacrificarse mientras ellos viven como los burgueses del tiempo de la tirania Batistiana. o peor porque antes habia mas libertad para trabajar.Batista era un dictador crminal ,Diaz Canel es un dictador criminal ,mafioso y narcotraficante y un SINGA0.