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Empresas

¿Hacia dónde quieren llevar las MIPYMES en Cuba?

La forma en que se implementen ahora las micro, pequeñas y medianas empresas va a ser determinante para el futuro del país.

Valencia
Ilustración: Tecnología empresarial.
Ilustración: Tecnología empresarial. Cio mexico

Al desastre. Como la Tarea Ordenamiento. El tema de las pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) en la economía cubana es fundamental, y la forma de implementarlo por las autoridades comunistas va a ser determinante para el futuro del país.

Es lógico que haya expectación. Un buen resumen de lo expuesto en una reciente Mesa Redonda sobre este asunto es lo siguiente: el equipo ministerial de Alejandro Gil ha compuesto una música que desafina, que no marca el ritmo y que impide bailar. Moraleja, ya la pueden ir cambiando. Con este modelo que han diseñado para las MIPYMES no van a ir muy lejos y volverán a fracasar una vez más.

¿Por qué decimos esto?

En la Mesa Redonda, después de una presentación inicial, el ministro abordó el asunto principal, para explicar las transformaciones que impactan en los actores económicos, las cooperativas no agropecuarias o las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) o el trabajo por cuenta propia, para añadir que "se han madurado conceptos que permiten avanzar de manera sostenida y sin retrocesos en cómo deben encadenarse y funcionar los diferentes actores en la economía cubana". Vamos a ver.

Mucho nos tememos que la reforma esté dominada por criterios políticos e ideológicos más que técnicos, y así no pueden salir bien las cosas. Con respecto a las MIPYMES estatales se pretende autorizar una micro, pequeña y mediana empresa que pueda decidir libremente sobre los salarios de los trabajadores, que no tenga que regirse por una escala central. Esta posibilidad lleva a preguntarse al ministro por qué esta facultad no se puede aplicar en las empresas estatales. Y la respuesta ofrecida por él mismo, es que "en una empresa estatal no puede pasar a segundo plano la base del socialismo, al que se va a exigir eficiencia".

De una afirmación como esta, resulta poco creíble el ministro cuando dice que están abriendo espacios para la libertad económica del sector no estatal, donde se encuentran las MIPYMES. Dentro de este colectivo no estatal, la mayoría corresponde al trabajo por cuenta propia, donde hay más de 600.000 emprendedores que contratan a más de 120.000 trabajadores. Poner en peligro este sector, que apenas representa un 13% del empleo total, es un riesgo para el futuro de Cuba.

Con respecto a la MIPYME, el ministro dijo que se ha evaluado y aprobado iniciar el proceso de constitución de la misma, de forma tal que en esta primera etapa sea posible poner cada cosa en su  lugar. Y aquí llegó a afirmar que un trabajo por cuenta propia que tenga diez, 15, 20 o 40 trabajadores puede ser considerado una micro, pequeña y mediana empresa, aunque no estén constituidas bajo esa forma jurídica específica. Mal comienzo.

¿Ha preguntado el ministro si al trabajador por cuenta propia le interesa pasar a ser una empresa, sea cual sea su tamaño? ¿Sabe el ministro que el emprendedor es el único que sabe cuál es la forma jurídica más adecuada y eficiente para su actividad y que vestir con el mismo traje de rayas a todo el mundo es una visión carcelera de la economía que va en contra de la libertad? ¿De qué estamos hablando?

Citó el experimento de las cooperativas no agropecuarias para justificar que solo se contempla al trabajo por cuenta propia como destino de la micro, pequeña y mediana empresa, indicando que esto puede ser una traba para el desarrollo del sector no estatal. No lo es. Lo único que tiene que hacer el ministro es dar libertad a los agentes para que elijan la forma jurídica, y después, quedarse al margen del proceso, no intervenir de forma directa. Todo le irá mucho mejor.

Pero no parece que vayan por ahí los tiros. El ministro anunció que tienen previsto que un cuentapropista solo podrá tener dos o tres trabajadores contratados, mientras que la contratación indefinida de trabajadores en este sector va a corregirse para que solo se pueda aplicar por las MIPYMES. Mal, muy mal empezamos.

¿A qué viene esta discriminación que obligará a muchos trabajadores por cuenta propia a convertirse en MIPYMES? ¿Por qué cree el ministro que el cuentapropista que se convierte en una cooperativa o una micro, pequeña y mediana empresa debe tener más autonomía y capacidad de gestión que bajo la fórmula del trabajo por cuenta propia, del autónomo? Es evidente que desconoce lo que significa en las economías de mercado el papel del trabajo autónomo, una de las bases estructurales para el funcionamiento de las mismas, y que en Cuba continúa sin una regulación adecuada.

Se recomienda al ministro antes de ponerse a ordenar nada, que avance en la constitución de un marco jurídico para el trabajo autónomo o por cuenta propia, sin límites en cuanto a la ejecución y con la personalidad que permita su funcionamiento sin injerencias, y podrá comprobar lo que significa. No hay justificación alguna ni de gradualidad ni de complejidad para no acometer este gran reto antes de lanzarse a las MIPYMES.  

Si realmente se quiere liberar las fuerzas productivas, quitar trabas, para que haya una responsabilidad social de estos actores económicos desde el punto de vista jurídico y pueda separarse el patrimonio individual del patrimonio de la entidad, lo primero que se tiene que hacer es crear un régimen jurídico para el trabajo autónomo similar al de otros países, y después, ya vendrá lo que tenga que venir.

Pero no. No parece que vayan por ahí los derroteros del Gobierno comunista. La idea es forzar una eventual desaparición del trabajo por cuenta propia para transformarlo en la medida de lo posible en micro, pequeña y mediana empresas privadas, sobre todo los que ejercen una mayor contratación del personal.

Al ministro hay que avisarle antes de que cometa ese error. Si realmente hace esto, conseguirá eliminar los trabajadores por cuenta propia y no habrá MIPYMES que generen empleo. Este no es el camino para la transformación estructural. Antes hay que dar solidez a los trabajadores por cuenta propia.

Otra pista falsa de la que debe huir el ministro es el criterio de segmentación utilizado para clasificar las micro, pequeña y mediana empresa, basado en su número de trabajadores. Tras una evaluación ajustada a nuestras condiciones y características se estableció una escala: la microempresa es aquella que tiene entre uno y diez ocupados. Una pequeña, de 11 a 35, mientras que una mediana empresa tiene de 36 hasta 100 ocupados.

Este tipo de clasificaciones han sido abandonadas desde hace tiempo, y si no que pregunte a sus socios italianos por las PYMES de Lombardía. Allí hace décadas descubrieron que el número de ocupados no correlaciona con las empresas ya que habían microempresas con una facturación muy superior a la de grandes empresas gracias al modelo putting out system que funciona con éxito en aquella región y que conduce a una subcontratación de tareas entre PYMES para acabar implementando el producto final. En Cuba siempre van por detrás de los cambios en el mundo.

Y qué decir con respecto a la empresa filial y a la micro, pequeña y mediana empresa de la que se indicó que actualmente ya se trabaja en la concreción de los diseños desde el punto de vista de las normas jurídicas, facultades y el marco de actuación que van a tener. Un aviso a navegantes: hay que evitar que el corsé jurídico que viene para las MIPYMES impida su funcionamiento y que sea un obstáculo o bloqueo más del régimen contra la actividad económica. De hecho, la referencia a la obsesión por la "concreción de diseños" recuerda y mucho a Murillo cuando en la antesala del verano de 2020 decía lo mismo con respecto a la Tarea Ordenamiento que entró en vigor seis meses después.

Esto significa que la cocina intervencionista del régimen está funcionando para disponer un marco jurídico inmovilizador de la actividad privada. De hecho, ya trabajan con los organismos en los territorios para identificar a los primeros que se convertirán en MIPYMES. Nada de unidad de mercado. Fragmentarán la actividad empresarial para impedir su incremento de escala. Los comunistas creen que las MIPYMES nacen para ser así toda la vida, pero hay muchas que empiezan por ahí y acaban siendo empresas grandes. Esa vía en Cuba, al menos de momento, es inviable.

El ministro afirmó que existe un alto grado de consenso en el Gobierno para avanzar en esa dirección y, en ese sentido, el Ministerio de Economía tiene la responsabilidad de conducir el proceso, mostrando su optimismo con los resultados del mismo, que tiene su origen en una indicación de Raúl Castro (todavía están en esas) de remover la empresa estatal para lograr que sea competitiva, que tenga incentivos hacia lo interno y competitividad hacia lo externo.

En opinión del ministro, lo que se busca es crear incentivos para la empresa estatal, a fin de ponerla a operar en un marco de mayor competitividad, porque un escenario así conduce al perfeccionamiento y ampliación en el sector no estatal, que con su estructura tiene que jugar un papel en la economía, con empresas de alto valor agregado e innovación.

En su opinión, no se trata de una válvula de escape sino de reconocer al sector no estatal como un actor del modelo económico cubano. Y aquí desbarró el ministro cuando señaló que "somos tan responsables porque funcione eficientemente una empresa estatal como el sector no estatal porque todos conforman el modelo. No hay un 'ellos' y un 'nosotros'". Se equivoca. Si pretende estirar sus garras intervencionistas hacia el sector no estatal, acabará destruyendo lo poco que queda. Al ministro hay que explicarle que una cosa es colaboración pública y privada, con la que estamos de acuerdo y defendemos, y otra bien distinta es regresar a 1968 con otra "Ofensiva Revolucionaria" que ponga fin al sector privado sometiéndolo a control estatal. Ese sería un fracaso de difícil recuperación, y que conviene apartar de los planes.

El ministro podrá calificar de "enemigos del país" a los que defendemos la necesidad de límites precisos entre lo público y lo estatal, pero la experiencia del totum revolutum no va a ningún sitio, y desde aquí denunciaremos cualquier intención de arrasar con lo privado en Cuba. Cada uno tiene su papel y sus funciones, y se debe respetar la autonomía y soberanía. Cualquier otra vía es un desastre.

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2 comentarios

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Y quién ha dicho que el gobierno cubano quiere arreglar algo en Cuba; el sólo quiere mantener entretenido al Pueblo; haciéndole ver qué quiere resolver algo.

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Excelente explicacion del señor Amor. Solo un detalle a corregir: la economia cubana está tocando fondo, y su recuperacion la ven otros economistas a partir del punto en que la sociedad logre hacer tabla rasa del socialismo como sistema economico y de gobierno. Muy poco de lo que suceda ahora "va a ser determinante" en el futuro de la nación.
Desde el momento en que tienen atenazado todo el desarrollo economico desde una constitucion que te dice que la base es la empresa estatal, una policia que te confisca y te destruye arbitrariamente todo emprendimiento (cero respeto a norma juridica) incluso por el capricho de un dirigente, cuando nada protege ni favorece el intercambio comercial, y el externo está condenado por la misma legislación. NADA DE LO QUE SE HAGA AHORA VALE, NACE VICIADO Y ENCADENADO POR PREJUICIOS POLITICOS.
De nuevo, pongamos cuidado cuando construyamos sobre una terraza nivelada y limpia de un sistema libre de taras. Lo que se haga ahora: viciado y encadenado no vale.