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Represión

Madres cubanas llevan el peso de la prisión política de sus hijos: 'Nos toca gritar'

Un manifestante del 11J pide solidaridad por los presos con enfermedades mentales que sufren malos tratos y discriminación en la cárcel cubana.

Madrid
Luis Robles (segundo izq) junto a su familia.
Luis Robles (segundo izq) junto a su familia. Yindra Elizastigui/ Facebook

Yindra Elizástigui, madre de Luis Robles, a quien el régimen recientemente negó la libertad condicional, hizo un llamado a las mujeres con esposos, hermanos, pero sobre todo hijos presos políticos, para que no se cansen de luchar por la libertad de todos ellos.

"Este llamado es fundamentalmente a las madres. Ese que está allá dentro es tu hijo, es tu hija, no podemos cansarnos de gritar sobre cualquier injusticia que hagan con ellos o ellas. Es un derecho que tenemos, ante el mundo, ante dios, una bendición que tenemos que defender con uñas y dientes y, ante todo, con la verdad", dijo en una directa en el su perfil de Facebook.

Luis Robles Elizástigui fue condenado a cinco años de privación de libertad por manifestarse en 2020 con un cartel en el bulevar de San Rafael, en La Habana.

"Sabemos que nuestros hijos están presos injustamente, nuestros hermanos, esposos. Es a nosotras que estamos aquí afuera que nos toca lidiar esta batalla. Nos toca decirles que estén tranquilos, que no se desesperen que todo llega, y que no callen ante cualquier situación que tienen dentro. Es a nosotras que nos toca defender a nuestros hijos, nos toca gritar", reiteró

"Ellos son inocentes. Lo que ellos hicieron, lo hicieron por un derecho que tenemos todos los seres humanos", agregó.

Robles, de 31 años, cumple la sanción en un campamento de trabajo correccional cercano a la Prisión 1580 conocido como "El 18". El joven, natural de Guantánamo, ha presentado problemas de salud y ha denunciado ser víctima de tratos crueles y amenazas en la cárcel.

Esta semana, Adel de la Torre, un joven de 25 años que sufre esquizofrenia paranoide, encarcelado por manifestarse pacíficamente el 11J en La Habana, Cuba, escribió una carta a su madre en la que le pide que denuncie ante los medios y organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales la situación de malos tratos y tortura que padecen él y otros presos políticos con trastornos mentales.

"Los presos con enfermedades mentales tienen sufrimiento y sentimientos, y son incapaces de defenderse en prisión. Alguien debe abogar por ellos", dijo De la Torre en la misiva publicada por Prisoners Defenders en la voz de su madre, Anayl Hernández Collado.

De la Torre cumple condena de siete años de cárcel en la Prisión 1580, en San Miguel del Padrón, La Habana, donde ha sufrido violentas golpizas por parte de los guardias. "Golpizas que sufren todos los presos que padecen enfermedades mentales", por los que ha solicitado a su madre que exponga esa situación.

Anayl Hernández Collado ya ha pedido solidaridad en el pasado en declaraciones al Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH).

En 2017, De la Torre Hernández fue diagnosticado de un padecimiento de salud mental, situación que se ha agravado en la cárcel ante la falta de tratamiento para su condición específica. El joven fue detenido el 11 de julio de 2021, excarcelado en septiembre de ese mismo año, pero enjuiciado y condenado a prisión un año más tarde. Cuando estaba a la espera de juicio, participó como rescatista en el desastre del Saratoga.

"Mi hijo es esquizofrénico desde 2017. En este preciso momento ha sido golpeado por la policía de la prisión y lo metieron en un hueco. Él es cristiano, como yo. A mí me han dado tres infartos cerebrovasculares, debido a esta misma situación. Su papá era enfermo esquizofrénico, paranoico, y falleció debido a esta situación de sufrimiento", explicó Hernández Collado al OCDH en febrero de este año.

"Llegan y le preguntan: '¿tú eres el cristiano?'. Y mandan a darle golpes, tres y cuatro personas. Incluso, querían que mi hijo se quitara la vida. Le decían: '¿tú eres cristiano? Mátate a ver si tu Dios te salva', todas esas barbaridades", añadió en su denuncia.

Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos (Reglas Nelson Mandela), establecen que el Estado tiene la responsabilidad de dar servicios médicos a los prisioneros.

"La situación de los prisioneros por motivos políticos y de conciencia es tan grave, que se ha tornado humanitaria. Además de las terribles condiciones carcelarias, están soportando el acoso y el abuso de poder por parte de los carceleros y de la policía política", declaró el OCDH.

La organización ha documentado otros casos de presos políticos con problemas graves de salud mental, como Abel Lázaro Machado Conde, sentenciado a nueve años por supuestos "desórdenes públicos y sabotaje". Padece de un trastorno de conducta orgánica, con alto riesgo de pulsión suicida, hipotiroidismo, síndrome ansioso y trastorno con déficit de atención.

Amalio Álvarez González, sentenciado a 15 años por supuesto delito de "sedición", es un paciente con trastornos psiquiátricos, tendencia a autolesionarse, huérfano de madre, debido a que esta se suicidó cuando él tenía apenas un año de edad.

También está cumpliendo prisión Dayron Martín Rodríguez, sentenciado a 22 años por supuesto delito de "sedición". Padece esquizofrenia, con antecedentes personales de intento suicida.

Walnier Luis Aguilar Rivera, sentenciado a 12 años por supuesto delito de "sedición", tiene discapacidad intelectual limítrofe de causa orgánica, con tratamientos psiquiátricos desde la infancia. Es padre de dos hijos pequeños que actualmente dependen económicamente del abuelo paterno.

Yanley López Basulto, sentenciado a ocho años por supuestos delitos de "sabotaje con carácter continuado, atentado y desórdenes públicos", es un joven con trastorno de la personalidad mixto, con tratamiento psiquiátrico desde la niñez. Tiene antecedentes familiares de esquizofrenia.

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Las madres, en su comunidad, también pueden organizar a los vecinos dentro de sus casas, y recontar la tragedia familiar. Digamos que despertar la conciencia y la confianza en el barrio, conduce a la empatía colectiva entre los ciudadanos. Un proceso que atiende a desenmascarar al tirano desde la base.