Las sillas están patas arriba
y preparan oreja a la plancha.
Nosotros atendemos a cómo los encurtidos
naufragan en su agua.
De contar con olfato, la lejía
nos llegaba al cerebro.
La conversación enciende a ratos
los bulbos de un viejo radio.
De un viejo radio que emitiera estática
para nadie, en un taller,
de madrugada.
La oreja bisbisea. Con un poco de olfato
acusaríamos el pimentón
en que la zarandean.
Se dice de alguien: un corazón de esponja.
La esponja chupa cuánta porquería
encuentra en su camino,
aunque mejor sería entenderla
como el animal bíblico que es,
que sorbe leche y supura vinagre.
Bajan la cortina y, para salir,
tenemos que doblarnos.
Afuera una barredora repasa la calle.
Nosotros vamos en busca de algún lugar abierto,
rozándonos, disputándonos residuos,
igual que los escobillones de esa máquina.
Antonio José Ponte nació en Matanzas, en 1964. Ha publicado poesía, ensayo, cuentos y novelas. Este poema pertenece a un libro inédito.