"hoy todos los pacientes nos hemos puesto de acuerdo para decir que nevaba"
Inger Christensen
Detrás de la mirada está la esquina,
derrumbándose
contra el muro que el bulldozer tumbó
al arrastrar basura congelada
junto al parqueo.
¡Es nieve! —gritaron—
y se precipitaron a coger
bultos blancos de nylon:
jabitas con basura,
sin prendas.
Es lo que hay cuando el dolor acaba
con las preferencias:
bolsitas de a peso
y sueños que se decapitan
contra el contén
donde quedan infladas
junto a la iglesia
—justo al mar enfrente
de mendigos acordonados
contra el contén,
y sin santos—,
donde la nieve solo fue una falsa presunción
del blanco en la mañana;
una promesa de invierno que no llega
deseada por todos,
falsa alarma:
de huevos-yeso-huesos-cal
incrustados.
Despilfarro de un montaje (de imágenes)
convertidas en lo que no son ni serán.
Saber lo que no se será cede el paso
a un viento fuerte
que arrastra bultos blancos hacia los cuerpos
golpeándolos
indiscriminadamente.
Caen hinchadas sobre los enfermos que
las vuelven a lanzar entre ellos
y sobre nosotros —los demás
que esperábamos algo mejor—,
despojadas del peso que alguna vez
fingieron tener,
sin que ninguno fuera su valor real
(tampoco la enfermedad que inventaron
para ver en cualquier cosa, otra)
contagiándonos.
Así creerán que las mentiras de sus vidas
llenas de obstáculos
fueron bolas de nieve al amanecer
también.
Reina María Rodríguez nació en La Habana, en 1952. Autora de numerosos libros de poesía, algunos de los más recientes son: O piano /El piano (Lumme Editor, São Paulo, 2014) y Poemas de Navidad (Bokeh, Leiden, 2018). Este poema pertenece al libro recién publidado Achicar (Fondo Editorial de la Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2021).