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Arquitectura

Las rejas de La Habana (I)

El siglo XIX fue la época dorada del hierro en la arquitectura cubana.

La Habana
Guardavecinos en La Habana.
Guardavecinos en La Habana. Flickr

Solemos apreciar la arquitectura desde el conjunto, a veces sin reparar en magníficos elementos que por sí mismos merecerían nuestra absoluta atención. Lo cierto es que, en el fondo, cada edificio es una obra compleja, que involucra múltiples especialidades interconectadas para crear un espacio eficiente donde habitar, trabajar, estudiar, sanar, etc. Mucho influyen en su concepción los materiales y las técnicas constructivas empleadas, puesto que lo definen a nivel estructural, visual, espacial y climático. También ayudan a situarlos temporalmente.

El hierro, por ejemplo, es un material moderno en arquitectura, protagonista a partir de la Revolución Industrial cuando, junto al vidrio, facilitó el diseño de estructuras más ligeras, amplias y traslúcidas. Entonces también conquistó la factura de elementos de protección, decoración y mobiliario, en los que aún sigue jugando un papel fundamental.

En Cuba, el siglo XIX fue su época dorada. Anteriormente, se había empleado sobre todo en el Arsenal y en las fortificaciones, lo que remonta a 1558 la presencia del primer herrero en La Habana. El resto de las edificaciones lo utilizó en pequeñas piezas de herrajes y clavos, cuando barandas y rejas eran todas de madera.

En el siglo XIX la importación de este material se vio favorecida por el Tratado de Libre Comercio de 1818, que permitió traerlo de varios países europeos; así como por la producción que la propia España comenzó a desarrollar entre 1830 y 1850, con la instalación de altos hornos en Málaga, Asturias y Vizcaya. La fortuna de los hacendados y comerciantes cubanos permitió financiar esa importación, y el hierro comenzó a tener una presencia significativa en las instalaciones del puerto, en los almacenes y fábricas.

A finales del siglo XVIII, los palacios de gobierno de la Plaza de Armas, asumiendo la moda europea, habían utilizado barandas de hierro en el pretil, en los balcones, y en la planta baja magníficas rejas protegían las ventanas y realzaban la entrada. Los hierros de estos edificios fueron traídos de Bilbao. Esta moda irradió a los palacios de la clase alta y a otras viviendas que, paulatinamente, sustituyeron antiguos elementos de madera. Tal demanda fomentó el oficio del herrero y la multiplicación de talleres en la capital que, a mediados del XIX, sumaban más de 50. En general, en 1846, en Cuba trabajaban unos 612 herreros.

El neoclasicismo, estilo artístico predominante, asumió entonces el hierro como elemento identitario. Múltiples elementos realizados en este material colmaron fachadas e interiores. Podemos verlo en las rejas perimetrales y en las cancelas de entrada, por lo general de diseño muy elaborado; en las barandas de portal, terraza y pretil; en las rejas de los vanos de planta baja; en guardavecinos, portafaroles y guardacantones. Al interior suele estar también en la baranda de las escaleras principales, contribuyendo a su realce, y decorando arcos de medio punto. En patios y jardines también se empleó en pérgolas, bancos y en los arcos del pozo. Aunque menos frecuente en la vivienda, debe comentarse el uso de columnas de hierro que aportaron elegancia y amplitud a las estancias.

Cada uno de estos elementos bien merecería un estudio exhaustivo que ilustre la gran variedad de motivos y diseños empleados, algunos verdaderamente excepcionales. Es muy curioso que no siempre fueron homogéneas las decoraciones de las rejas de una misma casa, sin que esto creara un conflicto visual o estético notable.

Fue recurrente el uso de motivos asociados a la Antigüedad grecolatina como grecas, liras, copas, etc. Muchas veces en la reja de entrada figuran las iniciales del propietario o fecha de fabricación, y al pie de la escalera los pilarotes constituyen una verdadera obra escultórica. También relevante es la solución de la esquina de los balcones, principalmente en los palacios de La Habana Vieja, que puede ser recta, curva y ochavada. En este último caso se aprovecha el paño de la esquina para realzar aún más la decoración.

En una investigación doctoral, la arquitecta Ileana Pérez Drago, constató que lo más empleado en el diseño de esta herrería fue el hierro forjado, con barras cuadradas y pletinas o planchuelas que, por su poca sección, pudieron trabajarse con los métodos tradicionales y las herramientas básicas del herrero, sin necesidad de recurrir a maquinaria especializada, lo que no descarta que esta existiera en algunos talleres. Sin embargo, una de las conclusiones más interesantes a las que arribó Pérez Drago fue que la mayoría de los diseños se hicieron según catálogos de la época. Aunque no se conservan en Cuba, sí los hay en España y certifican la correspondencia de los diseños.

Gran parte de las piezas de las rejas del siglo XIX eran importadas preelaboradas y se ensamblaban en los talleres habaneros a partir de los modelos de dichos catálogos. No obstante, algunos herreros, seguidos por su propia iniciativa o la de su cliente, realizaron transformaciones y combinaciones que devinieron variantes creativas. La estandarización de los códigos formales de la herrería decimonónica europea, que incluso repetía estilos franceses de los siglos XVII y XVIII, es evidente en las rejas habaneras como en las de Madrid, Cádiz y Sevilla.

Esta práctica se trasladó a la herrería que acompañó la casa cubana de inicios del siglo XX, fundamentalmente ecléctica, pero de una raíz clásica que la conectaba con la época precedente. Con los nuevos tiempos dejaron de hacerse algunos elementos como el guardacantón, el portafarol y el arco del pozo, pero las viviendas de los nuevos repartos siguieron gustando de la elegante transparencia de rejas bien elaboradas que protegían su acceso y delimitaban su espacio perimetral. Sobre ellas hablaremos en el artículo siguiente. 

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2 comentarios

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Profile picture for user El Coyuntural

Estos textos tan elegantes y bien documentados son los que hacen que siga leyendo DDC a pesar de otros artículos de periodismo barato. Mis felicitaciones para la autora.

Profile picture for user Ana J. Faya

En la casa de mi infancia, construida en los años 20 del XIX, las rejas de las altas ventanas que daban a la calle eran preciosas, muy bien elaboradas. Sin embargo, a finales de siglo, la proliferación de la delincuencia movió a poner rejas sin mucha elaboración en puertas y ventanas. Muchos apartamentos y casas se convirtieron en pequeñas jaulas. Gracias a Yaneli por este artículo.