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Urbanismo

Cuando La Habana tenía puertas

Para comunicar la ciudad amurallada con los terrenos extramuros, e incluso con la bahía, a partir del siglo XVII se abrieron puertas. Hoy quedan tres señalizadas, dos hacia el mar y una hacia el interior.

Madrid
Plano de las murallas de La Habana junto a la puerta de La Tenaza.
Plano de las murallas de La Habana junto a la puerta de La Tenaza. Flickr

Sabemos que en el pasado La Habana fue una ciudad amurallada. El lienzo pétreo que la bordeaba formaba parte de su sistema defensivo, demostrando la importancia que tuvo para la Corona española y sus enemigos. La muralla era una imponente estructura de 1.755 metros de largo, diez de alto y aproximadamente 1,40 de grosor. Su forma determinó el contorno del centro histórico fundacional como un óvalo situado en la punta de la península oeste de la bahía, y a partir de ahí, el trazado de los barrios extramurales, hoy Centro Habana. Un siglo después de su demolición, la huella de la muralla persiste en el plano de la ciudad. Es fácilmente descifrable en el trazado de la avenida de Bélgica (antiguas calles Ejido y Monserrate), y en la diferenciación que marcó la urbanización de las manzanas incluidas entre ella y el Paseo del Prado.

El ejido era precisamente el tramo de tierra o terraplén que quedaba entre la muralla y la línea de viviendas más próximas. Es decir, esta calle quedaba al interior del muro de piedra que protegía y delimitaba la ciudad. La muralla definía su extremo oeste, tal como atestiguan los fragmentos de muro o cortina que quedan frente a la Estación Central de Ferrocarriles y al antiguo Palacio Presidencial.

La muralla cerró el lateral terrestre de La Habana, desde el parque Máximo Gómez hasta el Archivo Nacional. Sin embargo, por mar no cercó toda la costa. Dejó libre el tramo central correspondiente a los muelles principales, entre las plazas de Armas y San Francisco. De este modo, por mar tuvo una sección norte, entre la entrada del túnel y el castillo de la Real Fuerza; y una sur, desde el Archivo Nacional hasta la calle Luz.

Para comunicar la ciudad con los terrenos extramuros, e incluso con la bahía, hubo que abrir puertas. Hoy quedan tres señalizadas, dos hacia el mar y una hacia el interior. No obstante, tanto ha cambiado su entorno que parecen descontextualizadas. Su permanencia no debe entenderse como un capricho ornamental, sino como el testigo de unas dinámicas de movilidad y visualidad muy distintas, donde estos grandes accesos eran protagonistas.

De sur a norte se construyó en 21 años el gran lienzo pétreo por la parte terrestre, con nueve baluartes y un semibaluarte (La Tenaza). Esto fue entre 1674 y 1695. Entonces La Habana tenía solo dos puertas, ambas con foso y puente levadizo. La primera fue la puerta "de Tierra" (1688), situada a la altura de la calle Muralla –de ahí su nombre. La otra se llamaba "de la Punta" (1695), al estar frente al castillo, donde se ubica el parque Máximo Gómez. Conectaba sobre todo dependencias militares.

La puerta de la calle Muralla fue siempre el principal acceso a la ciudad. En sus inmediaciones nació la calle Monte, uno de los primeros enlaces con las zonas de cultivo y posteriores barrios de expansión extramural. Por eso en 1760, ante el creciente tráfico, se le construyó otra puerta al lado, de modo que por una se entraba y por la otra se salía. Actualmente, se encuentran en su terreno el palacio de la marquesa de Villalba (centro Rosalía de Castro) y la estación de Policía.

En 1740 se terminaron las murallas de mar, y en 1742 se abrió la puerta de Luz, imprescindible para el acceso al embarcadero que allí existía y comunicaba con otras zonas de la bahía. También, sin determinarse oficialmente como puerta, debe decirse que a la altura de la calle Empedrado la muralla tenía un "boquete", que daba acceso a la pescadería principal de la ciudad.

El resto de las zonas de muelles quedaba completamente abierto el mar. Sin embargo, al parecer, las secciones amuralladas afectaban no solo en lo referente al acceso. La transformación del borde marítimo bloqueaba la brisa. Según decía el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz en 1756, "se han engrosado las fiebres, y los calores se han hecho más sensibles por falta de ventilación de los aires que francamente gozan […]. Que la ciudad amurallada y sin vientos o brisas que la vivifiquen es letal al conjunto de sus moradores".

En 1745, con la recolocación definitiva del Arsenal donde hoy está la estación de ferrocarriles, se le abrió una nueva puerta a la muralla para comunicar directamente este recinto. Esta puerta se llamó de La Tenaza, porque estaba junto al semibaluarte del extremo sur. Más tarde se decidió cerrar y se abrió otra con el mismo objetivo en la calle Arsenal, en 1775. La de La Tenaza, es la única puerta original de la muralla que se conserva. Como puerta secundaria su factura es sencilla y a la par monumental. Posibilita imaginar el resto de la estructura, así como la relación interior-exterior establecida a partir de ella. Es uno de los vestigios arqueológicos más valiosos que conserva la capital.

En el siglo XIX, la puerta de Tierra no era suficiente para comunicar las dos Habanas que existían a ambos lados del muro. Por lo que, en 1835, se construyó otra puerta doble a la altura de Obispo y O'Reilly, entrada y salida respectivamente. Conocidas como puertas de Monserrate, no tuvieron puentes levadizos sobre el foso, sino dos amplios puentes sobre arcada de piedra en los terrenos que hoy ocupan el antiguo Centro Asturiano y la Manzana de Gómez. Acorde al estilo de la época, fueron dos pórticos neoclásicos monumentales cerrados por frontones. En los planos de 1855, se observa la apertura de una última puerta, conocida como de Colón, donde hoy está el museo de la Revolución.

En ese siglo se hicieron varias reformas en los muelles principales con gran uso del hierro. Entre los muelles y los edificios del litoral se puso un enrejado con puertas. Particularmente conocidas son la de la plaza San Francisco y la de O'Reilly, esta última junto al edificio de los Prácticos del Puerto. En ambos casos las conformaban dos pilares de piedra, sobre los que descansaba el escudo de la ciudad forjado en hierro, según diseño de 1592 y con distinta ornamentación en su contorno.

Si bien la muralla terrestre se demolió entre 1863 y 1902, la de mar desapareció entre 1927 y 1930 con la construcción de la avenida del Puerto, así como sus puertas. En 2017, los pórticos de San Francisco y O'Reilly fueron reconstruidos. El escudo de este último se conservaba en el museo de la Orfebrería y allí se restableció. Hoy recuerdan la íntima relación que tenían La Habana y el mar, los tiempos en que debía ser custodiada y sus vecinos atentos al disparo de cañón que avisaba el cierre de las puertas a las 20:00, y del toque de diana a las 4:00 que indicaba su apertura.

Originalmente, el cañonazo se hacía desde un buque militar apostado en la bahía, pero después del derribo de las murallas, se continuó haciendo desde la fortaleza de La Cabaña. Más adelante se cambió para las 21:00. Actualmente constituye una de las ceremonias de mayor arraigo en la ciudad y por tanto fue reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, en 2014.

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7 comentarios

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Profile picture for user Ana J. Faya

Siempre Yaneli Leal con buenos artículos e informaciones. Gracias.
Sobre el interés de una comentarista aquí, le sugiero el artículo de Yaneli sobre el Art Déco en las construcciones del Vedado, donde además menciona otras construcciones en La Habana: "Descubriendo el art déco de El Vedado", en abril de este año.

Profile picture for user Teresa Dovalpage

Muchas gracias, Ana. No había visto ese artículo.

Profile picture for user Teresa Dovalpage

Muchas gracias, Ana. No había visto ese artículo.

Yanali como siempre expectacular. Bien dicen que lo que se hereda no se hurta.

Profile picture for user El Coyuntural

Excelente texto, muy informativo y ameno. Gracias.

Ojalá y quede algo de La Habana para contemplar cuando la niebla se disipe.
Gracias por el artículo.

Profile picture for user Teresa Dovalpage

¡Muchas gracias por estos artículos tan interesantes e informativos! ¿Podrías dedicarle uno a las casas estilo Art Deco de La Habana? Tuve que buscar información sobre el tema para una novela y encontré muy poco en español. ¡Y hay tantas!