¿300.000 asistentes a los cines cubanos durante el verano? La cifra, exhibida con un orgullo nauseabundo por el presidente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Alexis Triana, es, cuanto menos, sospechosa, un ejercicio de propaganda que, sin embargo, no llena los cines. Residentes en La Habana, así como trabajadores y extrabajadores de la institución, declararon que la realidad es otra, que el dato de Triana está lleno de matices que el presidente evita mencionar y que dibujan el ajado rostro de la cinematografía nacional.
Las quejas sobre las malas copias de las películas exhibidas son numerosas, así como las que se refieren a los cortes de electricidad durante las proyecciones. "Las copias que están poniendo en los cines son malas y esta vorágine de cómo se está haciendo ahora la distribución, pensando más en el número que en la calidad, pensando más en decir 'pusimos tantas películas' y no en mostrar las mejores copias posibles, tiene a todo el mundo loco, además de los cambios repentinos de horarios", comentó a DIARIO DE CUBA una jubilada del ICAIC, que laboró durante más de 50 años en la institución.
"Hace varios fines de semana fui al Yara porque quería volver a ver Suite Habana. Llamé al cine y me dijeron que la pondrían el sábado y el domingo a las 5:00PM. Llegué temprano y, cuando entré al cine, resulta que habían cambiado la tanda y la película había empezado a las 4:00PM. Además, la estaban poniendo sin sonido y yo empecé a dar palmas y a gritar, hasta que se lo pusieron. La copia era bastante mala y, para colmo, se fue la luz. Allí habría, a lo sumo, 30 o 40 personas. Eso en el Yara no es nada", dijo a este diario un habanero de poco más de 60 años que prefiere mantener el anonimato.
Sobre la asistencia a las salas de cine, a ver cine y no a los conciertos, obras de teatro, espectáculos de circo y otras funciones que están asumiendo dichos espacios, una trabajadora del ICAIC comentó que "las tandas de las películas cubanas no están tan malas, van alrededor de 100 personas".
"Me pregunto cuál será la asistencia real a los cines, en una ciudad casi sin transporte público, para ver películas cubanas en su mayoría ya estrenadas hace años y transmitidas varias veces en la televisión. ¿Podemos creer en esas cifras?", cuestionó Gloria María Cossío, asistente de dirección con una dilatada carrera en el ICAIC.
No es solo que la institución se ampare en usos no cinematográficos de los cines para avalar el supuesto éxito de la programación de verano, es que, además, "todo es político", comentó una extrabajadora del ICAIC y se refirió, con tristeza, a la bocina instalada en la puerta del edificio, en la céntrica esquina de 23 y 12, que emite música hacia la calle todo el tiempo, como marcando territorio. "Si Alfredo Guevara y Saúl Yelín vieran esto se volvían a morir", comentó con nostalgia y agregó una coletilla: "Ellos tuvieron sus luces y sombras, pero por lo menos con ellos, y con Julio (García Espinosa) y todos los otros, el ICAIC funcionaba y el cine se respetaba".
En su afán propagandístico, además, Triana se refirió a las proyecciones en "200 salas de varias provincias cubanas". Hace muchos años que no hay en Cuba 200 cines, tal vez no lleguen a 100, tal vez ni siquiera a 50, lo que lleva a pensar que, si la calidad es mala en La Habana, ¿cómo será en el resto del país?, ¿bajo qué condiciones, en medio de cortes de electricidad y el resquebrajamiento integral de la sociedad cubana, se están exhibiendo las películas?
Relaciones ICAIC-Asamblea de Cineastas Cubanos
En los últimos meses, las tensiones entre la dirección del ICAIC y la Asamblea de Cineastas Cubanos han ido en aumento, y las razones pudieran ser las mismas que las que mantienen en ascuas a las salas de cine: política por todas partes, propaganda, pensar más en los números que en la calidad y "tener un discurso paralelo de que todo está bien cuando la cuerda cada vez está más apretada", escribió en Facebook la cineasta Rosa María Rodríguez.
"La política de la nueva directiva del ICAIC está llena de silencio. Silencio que se convierte en irrespeto a los cineastas", dijo y agregó que, "en otros tiempos, la directiva del ICAIC le daba la cara a sus cineastas, no a un grupito, le daba la cara a todos y todas. Escuchaba, discutía y le daba el frente a las demandas. Por eso se convirtió en incómodo para las autoridades culturales, porque la orden es no trabajar juntos ni tirar para el mismo lado. La orden es ignorar".
"No podemos pasar por alto que la censura y la exclusión continúan siendo nuestro gran debate pendiente, en tanto gravitan, una y otra vez, sobre todas las zonas de la cinematografía cubana", destacó Rodríguez y la realidad contada por trabajadores y extrabajadores del gremio, así como por los espectadores, la realidad que surge a partir de contrastar números, demuestra que Alexis Triana fue colocado al frente del ICAIC para manipular y censurar, para dar la apariencia de que todo está bien, para maniatar a los cineastas independientes y arrastrar al instituto hacia la implosión, un viejo anhelo de los decisores culturales del país.
!Qué muestren las actas!