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Urbanismo

Tesoros tecnológicos a visitar en La Habana: acueductos y aljibes

'Es una pena que las instalaciones del Acueducto de Albear no sean visitables de manera regular.'

Madrid
Aljibe y brocal en el patio del Palacio del Marqués de Arcos, La Habana Vieja.
Aljibe y brocal en el patio del Palacio del Marqués de Arcos, La Habana Vieja. Online Tours

Guarda La Habana entre sus tesoros una variedad de inmuebles y estructuras que han dado solución y cobijo a las más diversas actividades y necesidades de la población. Las que están a simple vista son usualmente admiradas por nuestra curiosidad de explorador o turista; sin embargo, otras quedan ocultas a la percepción y hasta invisibilizada su existencia.

En este último grupo está gran parte de la infraestructura técnica que asiste múltiples funciones básicas de recurrida importancia para la vida urbana. Una de ellas es el acueducto, que conduce este necesario recurso hasta el espacio más íntimo de la vivienda. Es una pena que las instalaciones del Acueducto de Albear (1858-1893) no sean visitables de manera regular. Hemos de conformarnos con la imagen exterior de los depósitos de Palatino y las torres de registro situadas en el curso del canal y la calle Vento.

El acceso a sus peculiares estructuras internas está limitado a aquellos que durante eventos o sesiones científicas han tenido el privilegio de apreciarlo con sus propios ojos. Sin embargo, un programa público de visitas pudiera contribuir muchísimo a que la sociedad habanera conozca en primera persona esta gran obra diseñada por uno de los ingenieros habaneros más relevantes del siglo XIXFrancisco de Albear—, y que todavía abastece a la ciudad. Como tantos otros, es un recurso educativo que queda desaprovechado.

No obstante, sí podemos disfrutar de otras estructuras más antiguas, que fueron un auxilio fundamental en el abasto de agua durante los siglos coloniales. Es el caso de la Zanja Real y de los aljibes. La Zanja Real (1566-1592) fue el primer acueducto de la ciudad, y es visible en algunos tramos de su paso por La Habana Vieja, gracias a las excavaciones realizadas y a la voluntad de mantener expuesto este testigo arqueológico de especial valor para la capital.

Resulta reveladora la sencillez de este canal que por gravedad condujo el agua hasta el centro histórico desde el río Almendares. En la calle Amargura puede verse cubierto a tramos por losas de piedra que escasamente podían bloquear la contaminación de las aguas. Otra sección importante es el ramal que queda expuesto al interior del hostal Los Frailes.

Por su parte, los aljibes eran depósitos soterrados, construidos en el patio interior de algunos edificios coloniales donde colectaban el agua de lluvia mediante tuberías que descendían de los techos inclinados del inmueble. Según Juan de las Cuevas, al inicio solo existían en las fortificaciones (Tres Reyes del Morro) y en los conventos (Santa Clara de Asís), debido al alto coste de su ejecución en la roca natural. Sin embargo, a finales del siglo XVII, los más adinerados los incluyeron al interior de su vivienda. Un ejemplo temprano en el espacio doméstico es el aljibe del actual Museo de la Pintura Mural.

Según el Censo de 1899, el 46% de las casas del centro histórico tenían aljibes. Sin embargo, algunos con el tiempo fueron cegados, por lo que su localización necesita el apoyo de la investigación histórica y la prospección arqueológica. Existen otros métodos no invasivos como las lecturas de georradar que en un inicio pudieran agilizar y simplificar el proceso; sin embargo, actualmente no existe en el país el equipamiento necesario.

De los aljibes que se conocen, usualmente quedan a vista los bajantes pluviales de barro o de latón, y los brocales que permitían extraer el agua de esta especie de cisterna de piedra oculta bajo el pavimento del patio. Gran parte de los museos que están en antiguas viviendas coloniales del centro histórico los conservan. Muy especial y de merecida visita es el del Palacio del Marqués de Arcos, en Mercaderes 16. Además de tener dimensiones considerables, correspondientes a la importancia de la vivienda, durante el proceso de restauración finalizado en 2015, se decidió dejarlo visible y protegido por un vidrio.

A través de él, hoy los visitantes pueden descubrir la estructura interior abovedada típica de los aljibes. Fueron también restaurados los tubos de latón que desde la segunda planta conducían el agua hacia el patio, así como el brocal de piedra con el horcón de hierro donde descansaban la polea y la cuerda. De esta manera, el patio principal del Palacio del Marqués de Arcos posibilita entender el sistema completo de funcionamiento del aljibe, y apreciar sus distintos elementos y estructuras.

En este caso corresponde a una vivienda barroca del siglo XVIII. Su nombre alude a la última familia propietaria que habitó allí desde 1741 hasta 1828, cuando se mudó a otro palacio en Inquisidor y Acosta. Hasta 1842 fue alquilada por la Administración de Correos y tal vez de esa fecha es el interesante buzón con mascarón que conserva en la fachada de Mercaderes. Luego fue sede del Liceo Artístico y Literario de La Habana, que inspira las actuales funciones culturales que en él se realizan.

Por último, muy recomendable es la visita al aljibe del Palacio O'Farrill, en Cuba y Chacón. Esta vivienda neoclásica construida en 1832 por descendientes de un comerciante irlandés, fue embargada en 1878 por una deuda con la Caja de Ahorros de La Habana. Desde entonces albergó varias instituciones públicas hasta que terminó siendo albergue. Restaurada e inaugurada como hotel en 2002, conserva el brocal de piedra sobre el aljibe. Como el patio fue cubierto por un lucernario de vidrio, se aprovechó para abrir un acceso al interior del aljibe, por lo cual es el único en la ciudad al que se puede entrar. El depósito se encuentra en perfecto estado y es de dimensiones considerables. Ciertamente el acceso a su interior ofrece otra perspectiva muy peculiar de su estructura, que complementa la información ofrecida por el del Palacio del Marqués de Arcos.

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1 comentario

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Profile picture for user Ana J. Faya

Una lee este artículo de Yaneli Leal (¡gracias!) y tal parece que durante la colonia española el abastecimiento de agua funcionaba mejor que en el siglo XXI. Y no creo que sea por el crecimiento de la población y sus ciudades, porque los avances tecnológicos de este siglo y del anterior son inconmensurables, se trata de la incompetencia del sistema de gobernanza en Cuba, incapaz de mitigar necesidades básicas.