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Opinión

¿Hace cuántos años que La Habana no es La Habana?

La capital de todos los cubanos cumple hoy 505 años de fundada.

Córdoba
Águila y Dragones, Centro Habana.
Águila y Dragones, Centro Habana. Passporter

Hace poco más de un mes el escritor cubano Leonardo Padura vino a la ciudad en la que vivo a presentar su libro más reciente, Ir a La Habana. Fue en un amplio salón repleto de señoras que esa mañana habían ido a la peluquería y acudieron al evento con la expectativa de encontrar lo que efectivamente encontraron: Padura les estaba explicado La Habana con didactismo pueril, con las mismas frases gastadas que repite en una entrevista sí y en otra también. Estuve solo 15 minutos y pienso que no, que así no es, que explicar La Habana es imposible porque La Habana no hay quien la entienda. Con razón, hace pocas semanas alguien me dijo una frase proverbial: "Si le explicas Cuba a un extranjero y la entiende es que se la explicaste mal".

No necesito que nadie me explique La Habana, la sufrí y la disfruté durante años, como tantos habaneros, como tantos cubanos que no han tenido más remedio que asumir, a regañadientes pero asumir, con impotencia pero asumir, que la ciudad se ha convertido en el escenario perfecto para todas las congojas, con alegrías cada vez más distantes y el convencimiento de que esa urbe despintada y maloliente, de rostros tristes y gente con hambre, de basura y oscuridades múltiples, de pobreza y aviones llenos con los que se marchan, hace muchos años que no es La Habana.

Allí, frente al malecón, hay una ciudad en ruinas en la que solo crecen los hoteles y los tanques azules en miles de azoteas, que le han cambiado la fisonomía a La Habana y son un símbolo de uno de sus tantos problemas irresueltos: el abasto de agua. La ecuación es sencilla, si el Gobierno construye hoteles y construye hoteles y construye hoteles, pero las redes de suministro continúan siendo las mismas, sin inversiones serias que las modernicen y mejoren el servicio, entonces, como una de las tantas consecuencias indirectas de estos edificios de capitales turbios, la gente sigue sin agua, La Habana con más tanques azules y las ratas, cada vez más, danzando en tantas tuberías secas.

Si no hay inversiones en la ciudad, si no hay instituciones que trabajen verdaderamente por mejorar la vida de la gente de la ciudad, si no hay sistemas eficientes de abasto de agua, suministro eléctrico, recogida de basura, transporte público, vivienda, comercio, salud, educación y otros servicios vitales, entonces, simple y llanamente, no hay ciudad.

Como las capitales más sibaritas, La Habana tuvo el encanto de convertir lo extraordinario y esplendoroso en sucesos cotidianos, pero qué esplendor puede haber a día de hoy si lo más extraordinario es permanecer al menos un día sin apagones.

No hay quien pueda decir que este 16 de noviembre La Habana celebra los 505 años de su fundación porque en La Habana, hace mucho tiempo, demasiado tiempo, no hay nada que celebrar. La campaña de comunicación en torno al aniversario tiene, sí, un sentido poético, pero la basura y la desidia no dejan en la ciudad espacio para poesía alguna. "Leales a La Habana" es el eslogan reciclado que impulsa la Oficina del Historiador de la Ciudad, que lleva implícito el homenaje a una de las personas que más hizo por su conservación, el fallecido historiador Eusebio Leal. Pero, más allá de la frase, ¿qué significa ser leal a La Habana? ¿Acaso lo es alguno de los dirigentes de la ciudad, alguno de los dirigentes que malgobiernan la nación?

En el texto "La Habana para los fieles difunta", incluido en su muy rico Mea Cuba, Cabrera Infante escribió: "Carpentier es el autor de la frase: 'La Habana es una ciudad enferma de columnas'. La Habana nunca intuyó que se preparaba para su aniquilamiento una quinta columna". Entonces, ¿quiénes son los "quinta columna" de La Habana?

Está claro que, en la ciudad, como en la Isla toda, hace muchísimo tiempo que las preguntas son más que las respuestas, que la basura es más que las acciones para recogerla, que el abandono es mayor que la torpeza de los políticos y es, irreductiblemente, consecuencia de ella. Una torpeza que se convierte en un acto de burda mentira cuando la Gobernadora de La Habana, Yanet Hernández Pérez, afirma en la Mesa Redonda que tenemos "una Habana linda, que nos abraza".

La Habana ya no era La Habana cuando, en 2016, la fundación suiza New7Wonders la catalogó, en un acto de mayúscula ironía, como una Ciudad Maravilla. La Habana no era la Habana cuando, en 2019, celebró el medio milenio con unos aburridos fuegos artificiales, ni cuando pusieron banderitas y pintaron contenes para recibir a Obama en 2016, ni cuando hicieron lo mismo para recibir al Papa Francisco en 2015, o para recibir a Benedicto XVI en 2012, o para recibir a Juan Pablo II en 1998, o para recibir a los Rolling Stones en 2016, o para el concierto Paz sin Fronteras en 2009. La lista sería larga y conduciría sin remedio a la depresión. Basta con decir, entonces, que La Habana ha perdido la cuenta de hace cuántos años que no es La Habana y, visto lo visto, cuando el 16 de noviembre de 2025, la ciudad llegue al aniversario 506 de su fundación, todo estará peor, mucho peor, y esta línea es tan pesimista como cierta, tan oscura como 23 en medio de un apagón, tan maloliente como una esquina cualquiera de la urbe, tan triste como el futuro de La Habana.

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5 comentarios

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Profile picture for user Plutarco Cuero

El 13 de marzo del año 2025 se van a cumplir 57 años de abandono total ...

Profile picture for user cubano libre

Ya en los 70’s comenzó a notarse el abandono de Centro Habana y La Habana Vieja, la periferia de la ciudad ya olía a descomposición, solo se ocupaban de Nuevo Vedado, Miramar y algunas zonas céntricas del Vedado, a la Dictadura ya le importaba poco la restauración y el mantenimiento; cómo dijo mi tío, que (EPD):
_Si FC hubiera bombardeado La Habana no habría quedado tan destruida.

Desde 1959.

Profile picture for user pim-pam-pum

Hasta los solares que había en La Habana Vieja, estaban limpios y cuidados. De niña visitaba a gente humilde que vivía en esa zona, las casas eran reflejo de quienes la vivían, gente humilde, pero siempre estaban limpias y a la mesa había comida para compartir. No niego que hubiera miseria en zonas de La Habana y en el resto de Cuba pero ahora toda Cuba es un gigantesco basurero, solo se salvan los sitios donde viven los privilegiados del régimen y los diplomáticos.
Hace años cuando fui a Valencia por primera vez las lágrimas asomaron a mis ojos, Ciutat Vella es lo más parecido a La Habana de mi niñez, fue como viajar en el tiempo.

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