Hace poco más de un mes el escritor cubano Leonardo Padura vino a la ciudad en la que vivo a presentar su libro más reciente, Ir a La Habana. Fue en un amplio salón repleto de señoras que esa mañana habían ido a la peluquería y acudieron al evento con la expectativa de encontrar lo que efectivamente encontraron: Padura les estaba explicado La Habana con didactismo pueril, con las mismas frases gastadas que repite en una entrevista sí y en otra también. Estuve solo 15 minutos y pienso que no, que así no es, que explicar La Habana es imposible porque La Habana no hay quien la entienda. Con razón, hace pocas semanas alguien me dijo una frase proverbial: "Si le explicas Cuba a un extranjero y la entiende es que se la explicaste mal".
No necesito que nadie me explique La Habana, la sufrí y la disfruté durante años, como tantos habaneros, como tantos cubanos que no han tenido más remedio que asumir, a regañadientes pero asumir, con impotencia pero asumir, que la ciudad se ha convertido en el escenario perfecto para todas las congojas, con alegrías cada vez más distantes y el convencimiento de que esa urbe despintada y maloliente, de rostros tristes y gente con hambre, de basura y oscuridades múltiples, de pobreza y aviones llenos con los que se marchan, hace muchos años que no es La Habana.
Allí, frente al malecón, hay una ciudad en ruinas en la que solo crecen los hoteles y los tanques azules en miles de azoteas, que le han cambiado la fisonomía a La Habana y son un símbolo de uno de sus tantos problemas irresueltos: el abasto de agua. La ecuación es sencilla, si el Gobierno construye hoteles y construye hoteles y construye hoteles, pero las redes de suministro continúan siendo las mismas, sin inversiones serias que las modernicen y mejoren el servicio, entonces, como una de las tantas consecuencias indirectas de estos edificios de capitales turbios, la gente sigue sin agua, La Habana con más tanques azules y las ratas, cada vez más, danzando en tantas tuberías secas.
Si no hay inversiones en la ciudad, si no hay instituciones que trabajen verdaderamente por mejorar la vida de la gente de la ciudad, si no hay sistemas eficientes de abasto de agua, suministro eléctrico, recogida de basura, transporte público, vivienda, comercio, salud, educación y otros servicios vitales, entonces, simple y llanamente, no hay ciudad.
Como las capitales más sibaritas, La Habana tuvo el encanto de convertir lo extraordinario y esplendoroso en sucesos cotidianos, pero qué esplendor puede haber a día de hoy si lo más extraordinario es permanecer al menos un día sin apagones.
No hay quien pueda decir que este 16 de noviembre La Habana celebra los 505 años de su fundación porque en La Habana, hace mucho tiempo, demasiado tiempo, no hay nada que celebrar. La campaña de comunicación en torno al aniversario tiene, sí, un sentido poético, pero la basura y la desidia no dejan en la ciudad espacio para poesía alguna. "Leales a La Habana" es el eslogan reciclado que impulsa la Oficina del Historiador de la Ciudad, que lleva implícito el homenaje a una de las personas que más hizo por su conservación, el fallecido historiador Eusebio Leal. Pero, más allá de la frase, ¿qué significa ser leal a La Habana? ¿Acaso lo es alguno de los dirigentes de la ciudad, alguno de los dirigentes que malgobiernan la nación?
En el texto "La Habana para los fieles difunta", incluido en su muy rico Mea Cuba, Cabrera Infante escribió: "Carpentier es el autor de la frase: 'La Habana es una ciudad enferma de columnas'. La Habana nunca intuyó que se preparaba para su aniquilamiento una quinta columna". Entonces, ¿quiénes son los "quinta columna" de La Habana?
Está claro que, en la ciudad, como en la Isla toda, hace muchísimo tiempo que las preguntas son más que las respuestas, que la basura es más que las acciones para recogerla, que el abandono es mayor que la torpeza de los políticos y es, irreductiblemente, consecuencia de ella. Una torpeza que se convierte en un acto de burda mentira cuando la Gobernadora de La Habana, Yanet Hernández Pérez, afirma en la Mesa Redonda que tenemos "una Habana linda, que nos abraza".
La Habana ya no era La Habana cuando, en 2016, la fundación suiza New7Wonders la catalogó, en un acto de mayúscula ironía, como una Ciudad Maravilla. La Habana no era la Habana cuando, en 2019, celebró el medio milenio con unos aburridos fuegos artificiales, ni cuando pusieron banderitas y pintaron contenes para recibir a Obama en 2016, ni cuando hicieron lo mismo para recibir al Papa Francisco en 2015, o para recibir a Benedicto XVI en 2012, o para recibir a Juan Pablo II en 1998, o para recibir a los Rolling Stones en 2016, o para el concierto Paz sin Fronteras en 2009. La lista sería larga y conduciría sin remedio a la depresión. Basta con decir, entonces, que La Habana ha perdido la cuenta de hace cuántos años que no es La Habana y, visto lo visto, cuando el 16 de noviembre de 2025, la ciudad llegue al aniversario 506 de su fundación, todo estará peor, mucho peor, y esta línea es tan pesimista como cierta, tan oscura como 23 en medio de un apagón, tan maloliente como una esquina cualquiera de la urbe, tan triste como el futuro de La Habana.
La respuesta es fácil. El aniquilamiento arquitectónico, productivo y social de la isla, incluyendo La Habana, se implantó oficialmente el 1ro de enero de 1959, cuando una banda de gánsteres en nombre de la libertad y la recuperación de la democracia, legitimaron la barbarie y el odio socialista.
Sin embargo, los indicios de esa ruina anunciada, empezaron unos años antes con el accionar terrorista de los supuestos libertadores, esos que lo mismo asesinaban a un transeúnte inocente, secuestraban a un campeón mundial de automovilismo o lanzaban cócteles molotov en tiendas y cines.
Los verdeolivos convirtieron en menos de un siglo la vetusta capital en la ciudad caca y basura.Al expropiar inmuebles a propietarios para otorgarse los a vagos fidelistas eliminó en incentivo del mantenimiento,pues lo dado gratuito no la aprecias igual a lo pagado.En fin, de una limpia y prospera ciudad los uniformados han vuelto la urbe una asquerosidad donde la basura y la m....de los salideros albañales pulula.Lo único nuevo son sus lujosos hoteles semivacios ya alquilados de antemano a estúpidos inversionistas o blanqueadores de capitales ....
La habana. Y Cuba entera son el reflejo de quienes la gobiernan, lo que queda son los restos, tanto de gente como de materiales, todo ilógico y absurdo, degradado hasta el tuétano, no hay valores ni moral, todo es un basurero como lo fue siempre el comunismo y Fidel la Rata
de cloaca mayor.
DESDE EL ANO 1959. TODOS LOS CASTROS, CANEL AL INFIERNO. PURA LACRAS ASESINAS, TERRORISTAS, LADRONAS, TODOS AL INFIERNO.
La Habana nunca ha perdido su identidad, es y será siempre La Habana, se acuerdan de la canción de los Zafiros Habana, ? la identidad de la Habana no es de ninguna manera el Fascismo Castrista, sino su pertenencia al pedacito de nuestra alma en la que esta habita, esa ciudad que es un grito que recorre nuestra sangre, para mí su recuerdo no está empañado por la destrucción, la basura y la desidia de esta piara de hijos de Puta que han creído haber comprado el país. La Habana nunca deja de ser ni estar en el espíritu, ni el amor que cuelga de los labios en las esquinas de La Habana vieja, el Vedado, Playa, Centro Habana, Mariano, La lisa, Luyanó, El cerro y Santos Suárez, que nos pesan en la distancia, es también un Habanecer de todos, hasta un día, no lejano en qué todo esto que nos hace llorar, escribir, insultar y maldecir sea un mal recuerdo.
Para mí la pregunta siempre es :Habrá dejado La Habana alguna vez de ser La Habana y mi respuesta es !!NO!!!
En uno de sus primeros discursos interminables el Cagandante en Jefe dijo que no sólo se colonizaba de país a país, sino también de ciudad a ciudad, y eso había pasado históricamente con La Habana y el resto de la isla. Ahí comenzó el abandono con la capital que después se fue extendiendo por toda la isla.
El abandono y el desinteres han sido absoluto, ellos se han preocuoado mas por las guerrillas y los movimentos politicos del mundo ,dejando la capital de los cubanos en total olvido,la historia les pasara factura..!
desde el 8 de enero de 1959, cuando una banda de delincuentes entro en La Habana con la anuencia de millones de "cambia casacas" desde ese día comenzó la destrucción de La Habana. El Jefe de todos los bandidos, el actual cenicero en jefe tenía una relación de odio y frustración con La habana, por eso se dedico a no hacer nada por ella, que significa su destrucción
El 13 de marzo del año 2025 se van a cumplir 57 años de abandono total ...
Ya en los 70’s comenzó a notarse el abandono de Centro Habana y La Habana Vieja, la periferia de la ciudad ya olía a descomposición, solo se ocupaban de Nuevo Vedado, Miramar y algunas zonas céntricas del Vedado, a la Dictadura ya le importaba poco la restauración y el mantenimiento; cómo dijo mi tío, que (EPD):
_Si FC hubiera bombardeado La Habana no habría quedado tan destruida.
Desde 1959.
Hasta los solares que había en La Habana Vieja, estaban limpios y cuidados. De niña visitaba a gente humilde que vivía en esa zona, las casas eran reflejo de quienes la vivían, gente humilde, pero siempre estaban limpias y a la mesa había comida para compartir. No niego que hubiera miseria en zonas de La Habana y en el resto de Cuba pero ahora toda Cuba es un gigantesco basurero, solo se salvan los sitios donde viven los privilegiados del régimen y los diplomáticos.
Hace años cuando fui a Valencia por primera vez las lágrimas asomaron a mis ojos, Ciutat Vella es lo más parecido a La Habana de mi niñez, fue como viajar en el tiempo.
Pimpam——Tiene usted razón.. Ciutat Vella es lo que debía ser hoy La Habana, incluso mejor, si la plaga bíblica no hubiese caído sobre esa isla. Otra ciudad que la conmoverá es Cádiz.
Gracias por la recomendación, ya iré en alguna ocasión si Dios quiere. Carlos Cano tenía una habanera donde elogiaba a ambas ciudades.
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