Como cada mes, a inicios de septiembre la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, informó a la población cubana los productos que serían vendidos a través de la "Libreta de Abastecimiento". Lo que dijo, sin embargo, confirmó la indetenible tendencia a la desaparición de la canasta básica racionada.
Arroz, azúcar, aceite, café, sal, frijoles, que llegaban puntualmente en los primeros días del mes a las bodegas de los barrios, desde hace un año se distribuyen con retrasados o sencillamente no se distribuyen. Las únicas opciones que quedan a la población son, además del mercado informal, los agromercados, las tiendas en MLC y las MIPYMES, donde los precios son imposibles de pagar para quienes viven del salario medio o de jubilaciones.
"La bodega está vacía", dice Emilia, de 66 años, quien recibe una pensión de 1.528 pesos y pasa el día merodeando a ver si llega algo. "Ahí están las dependientas sentadas todo el día sin hacer nada, reciben un salario mensual por trabajar tres días al mes, que es lo que duran los mandados cuando llegan a la bodega", añade y critica que ni esas trabajadoras saben cuándo llegarán los suministros. La pensión de Emilia no le alcanza para hacer compras fuera de la red estatal.
La dependencia de los cubanos de la libreta es tal que la merma y retrasos de los productos los expone al hambre. Un informe de la organización Food Monitor Program, presentado en el IV ciclo del Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos en 2023 señala que "uno de los principales problemas que enfrenta la población cubana es la falta de acceso a bienes básicos debido al control estatal sobre la importación y distribución de alimentos". Además, ratifica que "la Libreta de Abastecimiento, no garantiza una alimentación adecuada".
Una alimentación balanceada debe aportar nutrientes necesarios, como vitaminas, proteínas, grasas y minerales, pero el arroz es el alimento más "constante" en la libreta.
"Yo vivo de mi pensión de 1.600 pesos", dice Ramiro, de 71 años y solo. "Con eso no puedo comprar en MIPYMES", donde un cartón de huevos puede superar los 3.000 pesos. "Compro viandas en el agro que es más barato. El arroz de la bodega llega a retazos, dos libras hoy, una al final de mes y una en el mes siguiente, ya estamos a mediados de mes y solo ha llegado una libra de arroz por persona de donación", señala.
Añade que a la carnicería no llega nada desde hace meses y, como depende de la libreta, lo único que tiene para comer es mapen (una vianda parecida a la malanga) y aguacate. Está pasando hambre.
Las justificaciones gubernamentales por la improductividad alimentaria del país son "la crisis económica y el recrudecimiento del bloqueo que han tenido un impacto significativo en el decrecimiento de las producciones agroalimentarias por déficits de financiamientos para adquirir insumos, combustibles, fertilizantes".
El Gobierno, sin embargo, no explica por qué en lo que va de año ha invertido 15 veces en hoteles vacíos de turistas que en agricultura, ganadería y silvicultura.
Sobrevivir sin la libreta
La desaparición de la libreta, que el Gobierno niega, no parece muy lejana. La declaración del primer ministro, Manuel Marrero, de "que se está trabajando en avanzar en el tránsito de subsidiar a personas y no a productos" se refleja en el desabastecimiento de la canasta básica racionada.
"Hace meses que no vivimos de ella", dice Alina, auxiliar pedagógica. "Seis libras de arroz, dos de azúcar y un pan por consumidor, que es lo que se mantiene estable, no abastece para un mes", agrega mientras hace un repaso de las hojas casi sin anotaciones de la libreta en el primer semestre del año. "Sí quieres comer, tienes que comprar a los particulares, es la única 'resistencia creativa' que tenemos".
La "resistencia creativa" es una frase que Miguel Díaz-Canel repite a la población a modo de consejo para enfrentar la crisis multisistémica del país. El significado "no solo es resistir y aguantar, sino que es resistir con tu talento, con tu esfuerzo, con el del pueblo", dice el gobernante.
El viernes 13 de septiembre, Anaira Cabrera, funcionaria del Ministerio de la Industria Alimentaria, explicó a la prensa que ante las dificultades con la harina de trigo y "a partir de los inventarios realizados en el territorio nacional, se decidió que, para poder mantener la oferta a la población (…) se reducirá el peso del pan de la cuota de 80 a 60 gramos de manera temporal y su precio será de 75 centavos".
"Todas las reducciones van contra la libreta", comenta Alina. "El Gobierno sí que aplica la 'resistencia creativa': acaban de reducir el pan para que alcance para todos porque no tienen harina, pero hay harina para el pan que venden por la libre, ese no lo han reducido", critica.
Las proteínas están entre los alimentos racionados más afectados, pues ya no se distribuyen ni siquiera las dietas para enfermos, embarazadas y niños. "Ni hablar de los cárnicos. No sé por qué no cierran las carnicerías", dice al respecto Alina.
"Es increíble que el Gobierno no pueda importar pollo, perritos y picadillo, y las MIPYMES sí. Pero bien que lo importa (el Gobierno) para sus tiendas en divisas. Nos quieren tanto, que después de meses sin ofertar nada en las carnicerías (estatales) están dando media libra de picadillo de procedencia dudosa porque nadie sabe, ni se nos informa, de qué está hecho. Lo que te puedo asegurar es que lo que menos tiene es carne", concluye.
La libreta también le ha servido al régimen como un medio de control y vigilancia social. A través de ella se conocen los datos de los ciudadanos, sus enfermedades y movimientos migratorios. Fue la garantía alimentaria de los cubanos cuando no existían insumos liberados en el país, ahora desprotege a una mayoría empobrecida y la deja a merced del hambre.
"Aquí los que más dependen de la libreta son quienes viven de un salario estatal", dice Dania, contadora de una MIPYME. "Tan es así que la mayoría de las personas indigentes son ancianos y discapacitados que no pueden vivir de sus pensiones, y para colmo la libreta los tiene hambreados".
El Gobierno ha reconocido que es incapaz de importar lo necesario para la canasta básica racionada, en medio de la profunda crisis económica del país. Librarse de esa carga económica eliminando productos paulatinamente y empujando a los cubanos hacia el sector no estatal parece ser su estrategia.
"Los mandados nunca han alcanzado. Yo era una niña y mi mamá compraba la carne de cerdo a escondidas porque en los años 60 no había mercado campesino, no había nada fuera de la libreta", recuerda la pensionada Emilia. "Pero daban más de 30 productos, incluyendo un módulo para el fin de año".
"Esos tiempos no volverán. Creo que si no han quitado la libreta todavía es porque tienen miedo de una sublevación popular", señala.
La libreta de racionamiento, al igual que durante décadas las asambleas de méritos y deméritos para obtener un electrodoméstico, o las jabitas socialistas a los más destacados (serviles) han sido pilares en el control de los sometidos.
Sin embargo, la incapacidad del cartel de Punto Cero de funcionar sin subsidios, ha reducido esta distribución de miserias a alguna pipa con agua o un camión con un par de sacos de harina que son perseguidos por legiones de hambrientos.
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Llamadas -más la interacción siguiente por correo electrónico- a todas las embajadas cubanas en el mundo para comunicar el plan de movilización-puntual en el hemisferio.
Tras la desaparición de la libreta las diferencias sociales se agudizarán. Hoy son mayores que en 1958. Y ni la caída del castro-comunismo logrará en un plazo breve revertir la tendencia.
La libreta de racionamiento (libreta de abastecimiento es un eufemismo inventado por el HP en jefe) existe desde 1960 porque es una de las herramientas más eficaces para el control de la población, tanto es así que quien no se inscriba en el SMO no tiene derecho a los "beneficios" de la libreta. Winston Churchill dijo sobre el socialismo: Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.