Finalmente tuvo lugar el domingo de 31 de marzo en el Monte Barreto, la décima edición de las polémicas Tortiolimpiadas, certamen que saluda el orgullo lésbico mediante juegos solidarios.
El evento cuenta con el apoyo logístico de la tienda de ropa Clandestina, no solo en lo material sino también en lo humano, al ser organizado por directivas y trabajadoras de ese negocio. Sin embargo, Leire Fernández, directora ejecutiva de dicho emprendimiento y fundadora de las Tortiolimpiadas, insiste en que se trata de un evento gestionado de manera independiente, donde la tienda actúa como colaboradora, pero no como "propietaria" del certamen.
"Ha habido una confusión", nos cuenta, "Aquí también recibimos el apoyo de PMM para la música, y otras MIPYMES para la cerveza, etc. Además, el evento surgió en 2014, un año antes de que existiera el emprendimiento [Clandestina]", nos cuenta.
La tienda Clandestina ha sido objeto de no pocas críticas por parte de comentaristas de la realidad cubana y miembros de la oposición: se le acusa de ser pionera en la connivencia con la dictadura, y de ayudar a lavar su imagen internacionalmente, vendiendo una Cuba desenfadada y alegre, muy lejana a la realidad que vivimos.
"Se nos ha acusado de ser del PCC, de ser de Mariela Castro y todo es falso", cuenta a DIARIO DE CUBA Leire Fernández, al mismo tiempo que exige que se le adose el epíteto de "tortillera" a su nombre.
"Tienes que escribir: 'Leire Fenández, tortillera'", nos reta.
Reconoce que "el evento no puede ser del PCC porque ellos nunca usarían esa palabra y, además, no tienen sentido del humor alguno".
Como todos sabemos, las palabras "tortillera" y "maricón" son los calificativos de elección usados en Cuba para denigrar a los sospechosos de homosexualidad. Últimamente estos adjetivos hirientes están siendo revindicada por activistas LGBTI+ para subvertir su semántica vergonzosa y devolverle el orgullo a su portador. Por eso las Tortiolimpiadas, cuya bandera es la ropa interior de Verónica, una de las lesbianas más añejas de Cuba, otorga el Premio a la Tortillera del Año, a esa que ha sido, según Fernández, "tortillera a más no poder".
El evento en sí mismo fue original y divertido, como suelen ser las festividades organizadas por la comunidad LGBTI+. En un ambiente de aceptación y distensión se organizaron competencias de pulso, carreras, juegos de voleibol, pelota y hasta dominó —aunque el espíritu festivo conspiró para que, llegado a determinado punto, se olvidara el ritual de saludar al ganador y venciera la cerveza—.
La tienda Clandestina prestó también su tecnología para imprimir pulóveres en favor del feminismo amigo de la transexualidad (que es una intensa polémica que ocurre en las filas feministas desde hace unos años y sobre la cual las ejecutivas de la tienda toman partido). "Transfeminista", reza el cartel que dibujaron en varias camisetas de los presentes.
Salvo alguna petición de los administradores del parque ecológico del Monte Barreto sobre el volumen de la música, no hubo contratiempos con las autoridades sobre esta actividad que no contaba con permiso oficial (en caso de ser requerido). Las acciones de la sociedad civil, las reivindicaciones de activistas independientes y comunidades tienen el derecho a celebraciones con la normalidad con que han trascurrido estas Olimpiadas. Desgraciadamente, ese no es el país en que vivimos y ninguna iniciativa independiente trascurre sin el control de la Policía política.
que manera de comer m..
Pronto empezarán a castrar varones y ponerles penes a nuestros hijos de primaria si no los detenemos .Una cosa es tolerancia y otra tratar de imponer tu agenda a la sociedad ,sobre todo a menores.
Que progreso....