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Opinión

Bahía de Cochinos y la matrix castrista

La libertad no solo salva a quien la posee.

Miami
Escombros y un cartel castrista en La Habana.
Escombros y un cartel castrista en La Habana. Diario de Cuba

Mientras Bernie Sanders aplaudía el sistema educacional castrista en 2020, yo pensaba en todo el daño que ha hecho esa máquina de moler cerebros. Estaba en La Habana, pidiéndole a Dios que mi hijo de dos años nunca entrara al túnel de manipulación escolar, que no repitiera en las mañanas "Pioneros por el Comunismo, ¡seremos como el Che!", o recitara poemas alabando al socialismo.

F de Fusil, M de Miliciano, R de Revolución. Eso rezan los libros, repiten los maestros, imprimen las imprentas, escupe la radio. "Girón, primera victoria contra el imperialismo en América Latina", "Girón fue invadida por mercenarios", "Girón"…
 
En Cuba llaman así, no Bahía de Cochinos, a la batalla de tres días de abril de 1961 en que un grupo de exiliados enfrentó al ejército y milicia comunistas. Girón porque fue el pedazo de playa en que Fidel Castro declaró su victoria.

El adoctrinamiento que millones de cubanos han vivido y viven hoy, en esta hora exacta, ha hecho que confundamos héroes con ladrones, que liberemos a Barrabás y pidamos cruz para el justo. Salir de la matrix no es simple, especialmente si desde niño te adoctrinan en una línea de ensamblaje hermética como la del socialismo, que va del kindergarten al PHd.

Imagine este escenario: un individuo despierta y prende el televisor o la radio y oye que el país marcha en ascenso, mientras el mundo arde; que la unidad entorno al líder garantiza esa paz, y en la calle ve sus murales en paredes quebradas y en las monedas sus frases. En la escuela o el empleo su opinión y hasta sus gestos son monitoreados por militantes que organizan actos de reafirmación revolucionaria.

El día que dudas del holograma partidista en que vives, te enteras que al vecino o al amigo lo han llevado preso o lo apalearon por pensar distinto. Pocos eligen la manigua.

El castrismo atacó tempranamente las instituciones dadoras de sentido: escuela, medios e iglesia. Y continuó contra otras que median entre el Estado y el individuo: la comunidad, la familia, que son como el mangle al litoral en tiempos tempestuosos.

El veneno principal fue la politización total de la sociedad (de la moral, a los festejos), la delación extendida entre vecinos, y el alejamiento entre el hogar y los hijos, internados la mayor parte de sus vidas en campamentos donde ejercían labores agrícolas y crecían fuera de la supervisión moral y educacional de madres y padres.

Las familias cubanas se quebraron desde 1959. La mía no fue la excepción.

Piche Catalá, primo de mi abuelo, lideró la guerrilla anticomunista en los llanos de Matanzas y cayó en combate en 1963. Antero Fernández, miliciano y también primo de mi abuelo, murió en Bahía de Cochinos.

Allí también una tía abuela, Osnelba, participó del lado miliciano… vestida como hombre, como en el mito de Mulán. A los 19 años escribí sobre ella y su historia con un romanticismo insuflado por el desconocimiento. De la oficina del entonces "vicepresidente" de la dictadura, José Ramón "Gallego" Fernández, trataron de contactarme, desconocían que una mujer participara de la batalla.

Ella, que vivía en un edificio soviético en el soviético barrio de Alamar, estaba decepcionada de todo. La Asociación de Combatientes le había dado, después de publicada la entrevista, un viejo televisor. Cuando la invitaron a estar en la tribuna de la Plaza de la Revolución en un desfile "por la victoria de Girón", se negó, asqueada.

El lío más grande que me busqué en la Universidad, estudiando Periodismo, y el que me metió por primera vez en un problema político, ocurrió un año después de la entrevista con ella. Revisité la historia de Bahía de Cochinos, y en un análisis somero entendía que era imposible que allí hubieran ido los milicianos a luchar por el socialismo. A Fidel Castro le encantaba vender ese eslogan: "Girón, primera derrota del imperialismo en América Latina". Pero era una mentira. Otra más.

Después de pasarse años negando ser comunista, Castro había "anunciado" que la Revolución era socialista horas antes de la Operación Bahía de Cochinos. ¿Sabían los fidelistas qué era en verdad el marxismo? ¿Conocían los efectos del centralismo, la idea de que el Estado debe educar a los hijos? En todo caso, los milicianos se alistaron para el sur de Matanzas por la hipnosis fidelista o las promesas de la Revolución. Es ilógico creer que la gente sabía qué rayos era el socialismo y mucho menos sus desastrosas consecuencias.

Yo lo creía así, y escribí un texto sobre esa premisa. Lo envié como trabajo de curso a un profesor que se pavoneaba diciendo ser coronel de la Reserva militar. Recibí a los días una llamada suya diciéndome que era un contrarrevolucionario, y colgó el teléfono. Por supuesto, me dio la nota más baja posible, y ese día, frente a los 40 alumnos del aula, trató de humillarme por mis ideas.

Después de eso presenté una queja a la administración. Sin embargo, acabé siendo yo el acusado. Mi caso pasó por dos comisiones, una en el decanato de Comunicación y otra en el rectorado de la Universidad de La Habana. Discutían si alguien con mis ideas debía seguir en la carrera.

El entonces decano de la Facultad, Frank González, me dijo que "la universidad no es para contrarrevolucionarios". Luego supe que aquel señor calvo y bajito era más que un "revolucionario": había sido rechazado como corresponsal de Prensa Latina ante la ONU, por considerársele un espía.

Por decir una verdad sobre lo ocurrido en abril de 1961 al sur de Matanzas, solo una, casi pierdo mi carrera. Esos días fueron otro hito que me hizo cuestionar la narrativa oficial, salir de la matrix. ¿Quiénes ganaron, a la larga, en Bahía de Cochinos? ¿Los cubanos que lucharon por la libertad, o los que lucharon por el socialismo? ¿Los que encadenó Castro después de abril, o los que se pusieron los grilletes del marxismo?

La historia de mi tía Osnelba, es la de muchos cubanos que, bajo la retórica hipnótica del tirano, se creyeron capaces de edificar el paraíso en la Tierra. Apenas consiguieron excavar otro círculo del infierno.

El general de Brigada Rafael del Pino fue considerado un héroe de la aviación castrista en Playa Girón. Pero en 1987 huyó con parte de su familia, tripulando una Cessna, hacia Estados Unidos, la nación que tanto han maldecido socialistas, revolucionarios, izquierdistas y otros resentidos sociales. En ese país, hoy lidera el Movimiento de Objetores de Conciencia, que pide a los militares que no repriman a los cubanos.

En tierras de libertad contó que el 18 de abril de 1961, por una orden errónea de Fidel Castro, la aviación cubana bombardeó a sus propios milicianos. A pesar de que el dictador no estaba dirigiendo los combates, sino que ordenaba "que aseguraran esto o lo otro, el día 18 se le ocurre mandar un batallón, el 113 de las milicias, por un camino dentro de la ciénaga [de Zapata] para tratar de cortarle la retirada a las fuerzas de la Brigada 2506, que habían desembarcado y que se encontraban en Playa Larga".

Del Pino continua: "Lo único que se nos informa es que, a partir de dos kilómetros después de donde veamos los impactos de nuestra artillería, podíamos atacar todo lo que viéramos. Cuando llegamos a la zona, incluso dejamos más de dos kilómetros sin tocar, fueron aproximadamente cuatro kilómetros y descubrimos unos camiones con tropas que estaban por un caserío llamado Soplillar y los atacamos, creándole muchas bajas a nuestras propias tropas".

Por supuesto, nada de esto es relatado por la historia oficial cubana. En esa solo prevalence la foto de Castro saltando de un tanque de guerra, o dirigiendo su mano hacia un buque hundido en el horizonte, caminando con un teléfono en la mano o arreglándose las gafapastas. Postureo. Castro fue un narcisista sin Instagram, pero con todas las cámaras de la Isla apuntándole.

Como escribiera el colega Luis Felipe Rojas, muchos nacimos en la generación de los adoctrinados. Como bajo el nacionalsocialismo los alemanes desconocían la existencia de campos de concentración y exterminio, Rojas no supo hasta sus 25 años que en Cuba "hubo escritores encarcelados por escribir como pensaban o por intentar llevar adelante proyectos literarios fuera del látigo y el cepo revolucionario".

Yo solo supe de eso a una edad ligeramente anterior. Y Bahía de Cochinos tuvo mucho que ver con ello. Me llevó a indagar más, después del trago amargo en la Universidad, en el horror comunista: mi tesis de grado, a los 23, abordó episodios como la Parametración y la censura de autores de la Generación del 50 en las primeras tres décadas de la Revolución. Usé, incluso, el término "totalitarismo" para referirme al sistema; algo que mi tutor tuvo el valor de sostener.

El ambiente académico bajo el comunismo, vendía aquellas censuras como errores del pasado, escollos superados por la entonces joven Revolución. Y esas premisas, apuntaladas por un férreo silenciamiento al pensamiento y literatura disidentes, permearon a la inmensa mayoría de mi generación.

Para los de mi tiempo, fue definitorio el acceso incipiente a internet, que creció en 2015 con el caro y censurado servicio de datos móviles. Para mí no fue hasta que, sobre esas fechas, empecé a trabajar en la prensa independiente y accedí, mediante proxys, a webs como la del Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo. Redescubrí Cuba.

Haciendo mi Servicio Social obligatorio —dos años de vida que todo joven tributa al Estado en pago por su "educación gratuita"— llegué a un artículo de Zoé Valdés, que hablaba, fuera de los cánones oficialistas, sobre lo ocurrido al sur de Matanzas en abril de 1961. No le llamaba Girón, sino Bahía de Cochinos. Hablaba de héroes, no de mercenarios. Fue un despertar.

La curiosidad y el libre flujo de ideas, la libre expresión desde la que alguien había escrito, me salvaron de mantener el adoctrinamiento. La libertad no solo salva al que la posee.

"Somos los únicos que viviendo en libertad hemos vuelto a nuestro país para intentar recuperarlo", dijo El Chino Argüelles, uno de los brigadistas, mientras me daba un recorrido por la Casa-Museo de Bahía de Cochinos, en Miami. La traición de Kennedy al no autorizar soporte aéreo, la alerta de un pariente de El Chino sobre cómo la administración demócrata buscaba usar la masacre de los brigadistas como excusa para una intervención directa, las historias de Fidel Castro ante los sobrevivientes de la Brigada 2506, instándolos a trabajar del lado del comunismo porque habían luchado muy bien. Tantas historias de cada veterano.

Ningún libro podría contener la vida azarosa de los brigadistas cuando fueron liberados. Buscando empleo en un país que creyeron de paso, aprendiendo un nuevo idioma, recibiendo en el exilio de Miami "el pueblo de campo" que visitaban en su infancia, amigos cada año. Y, mientras tanto, edificaron la gran metrópoli del sureste estadounidense: ingenieros fregando platos, médicos cortando césped, ministros y alcaldes de ascensoristas, hasta revalidar sus conocimientos, hasta crear una fracción de la riqueza que en Cuba libre acumularon y que esperaban transferir a sus generaciones.

Miami es un coral de inteligencia y tozudez. Donde hay esperanza el tiempo es oro y se aprovecha, donde no la hay el tiempo es un castigo. Cuba, mientras tanto, se ha ido evaporando detrás del salitre y la justicia poética. Violar la ley natural tiene sus consecuencias.

En 2013, a partir de la visita del Papa Benedicto XVI a la Isla, el régimen rompió el hábito castrista de más de medio siglo de invisibilizar fechas cristianas, y desde entonces los viernes de Semana Santa son feriado nacional. Para contrarrestar el tinte religioso, se da una semana de receso escolar. La llaman la "Semana de la Victoria" y coincide con los días de la batalla de Bahía de Cochinos. El Estado busca, otra vez, solapar el festejo tradicional con un nuevo calendario religioso, el del culto socialista.

Imaginen un día que, en la Isla libre, restaurada la justicia histórica, celebremos la semana con la cruz de Cristo y con la del emblema de la Brigada 2506. Con la esperanza de vida, y con la memoria de los caídos.


*El autor agradece al Cuban Studies Institute.

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5 comentarios

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conmovedor

La foto del tanque fue cuando todo acabó,me lo contó el difunto que la tiró EPD.El también estaba decepcionado,su familia rota,hijos en el exterior.No llegó al final de" Periodo Especial" el pobre.El auto heredado de su padre se le hizo chatarra al no aguantar más reparaciones.La Unión de Periodistas de Cuba por sus méritos como corresponsal de guerra en Bahía de Cochinos le otorgó una bicicleta china ,la cual le produjo un infarto y jamás pudo usarla de nuevo.El se decepcionó mucho cuando el Maleconazo al ver la represión.Ah Castro antes de la foto del tanque mando a peinar la zona,por si acaso algún francotirador de la 2506 le pudiera modificar la existencia....

Profile picture for user Plutarco Cuero

"Bahía de los Castro"

Profile picture for user Weston

Buen artículo. Un poco largo, así que no insistiré en algunos puntos en los que discrepamos.
Suárez, infiero que eres joven porque estás descubriendo algo que existe hace sesenta años, e infiero que llegaste hace poco, porque todavía no has sentido el resentimiento de los supergusanos que te criticarán por haberte graduado de periodista en una universidad cubana. Ese deslumbramiento por Miami irá menguando en la medida que conozcas que es tal vez la ciudad más importante de Cuba, una Cuba con pacotilla, y el espíritu de Fidel está vivo en esa ciudad. Tendrás que bajar la cabeza muchas veces, y con el tiempo, perderás un poco la combatividad que muestras ahora. Tal vez te leas algún escrito de Del Pino en el futuro y te decepcione. Aquí se vive para trabajar; pero con talento y esfuerzo, siempre saldrás adelante.
Nunca odies a Cuba ni a los cubanos. No te dejes influir por los perdedores.
Te deseo lo mejor. Ah! Y no pierdas de vista que los seguidores de Bernie están aquí en el poder

Una mentira repetida muchas veces llega a parecer verdad. Decir que lo bueno es malo y lo malo, bueno muchas veces se queda grabado en la mente infantil. Por eso la Mafia ha tratado de separar a los niños de la familia mandándolos a estudiar en internados, donde tienen que trabajar obligatoriamente en labores agrícolas. Cabe destacar que ese régimen mafioso inventa eufemismos para disfrazar lo malo y a los internados les llaman becas (una beca es una prestación que el Gobierno hace a un estudiante destacado para pasar a estudios superiores, como universitarios p.ej; la Mafia nunca ha concedido una beca). En los internados les meten en la cabeza a los estudiantes que hay que sacrificarse por la patria y hasta dar la vida por ella. En su semántica, la patria está reducida a la Mafia y quienes la integran, especialmente la persona de Raúl Castro. Ser patriota es ser incondicional, aceptar todo lo que la Mafia proponga, aunque sea servir de carne de cañón; en Angola murieron 4000 cubanos.