Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), minimizó el drama del envejecimiento poblacional en un país donde nacen cada vez menos personas y miles emigran agobiados por una crisis económica agudizada en los últimos años.
"No es un tema menor", admitió Alfonso Fraga a la agencia AP, pero añadió: "Con eso tenemos que trabajar y con eso tenemos que desarrollar el país. No dramatizarlo ni flagelarnos".
La cifra exacta oficial de cubanos residentes al cierre de 2022 era de 11.089.500, dijo el funcionario. Sin embargo, es un dato preliminar, ya que esa estadística no ha descontado aún a los miles que se aventuraron a migrar el año pasado, cuando se registró un pronunciado repunte de travesías al exterior.
Como en años anteriores, en 2022 los nacimientos fueron superados por las defunciones: nacieron 95.402 bebés y murieron 129.049 personas, indicó la autoridad de la ONEI.
En 2021 los partos fueron 99.096 —una cifra que bajó a menos de 100.000 por primera vez en la historia de Cuba— y las muertes alcanzaron las 167.000, pese a que las vacunas contra el COVID-19 contuvieron los fallecimientos.
"Cuba ha tenido una transición demográfica muy avanzada en el contexto del continente y yo diría, inclusive, es un país con comportamiento sui géneris en América Latina y el Caribe", dijo Alfonso Fraga.
Según la AP, a Cuba le está ocurriendo lo que a sociedades modernas y con mejor posición económica como Francia, España o Alemania —o Uruguay y Costa Rica, en América Latina—, en donde nacen menos personas de las que mueren cada año. Los especialistas llaman a eso "transición demográfica" y, en el caso de esos países desarrollados, la brecha se compensa con la llegada de migrantes en edad laboral o de tener hijos.
Sin embargo, Cuba no solo no recibe migrantes, cada vez son más lo que se marchan.
"Hace cinco años teníamos alrededor de 1.000 o 900 nacimientos. El año pasado bajó a unos 700, 800 nacimientos en La Habana Vieja", expresó con tono preocupado a la AP la doctora Yailín Pereira, directora del Hogar Materno Leonor Pérez en el municipio de La Habana Vieja, una de las instituciones más conocidas por consultas sobre fertilidad.
Si la cifra de 11.089.500 cubanos residentes en la Isla preocupa por baja, la estimación no oficial es más inquietante.
Los expertos consideran en que en Cuba hay en realidad este año poco más de 10 millones de habitantes ya que el recuento oficial —presentado por Alfonso Fraga— no contempla los 334.000 cubanos que las autoridades estadounidenses encontraron en su frontera sur entre octubre de 2021 y diciembre pasado ni los miles que, sin tener estimaciones oficiales, se calcula que emigraron a otras naciones de Europa y América Latina.
"Estimo en unos diez millones y medio la población residente actual del archipiélago", dijo a la agencia norteamericana el historiador, ensayista y colaborador de la plataforma La Joven Cuba, Mario Valdés Navia. Si las cifras oficiales no están actualizadas es porque "la legislación cubana establece un periodo de dos años para que los que salen (al exterior) dejen de sumar. Crea un caos estadístico", señaló.
El escenario podría agravarse si, como apuntan los expertos, también se incrementa el número de mujeres en edad reproductiva que se van del país.
"Es un fenómeno universal, cuando las mujeres adquieren un mayor nivel profesional y comienzan a realizarse en ese aspecto, la maternidad no es el único centro de su vida. Van a tener pocos hijos", reflexionó Valdés Navia, quien recordó que en la Isla el aborto es libre y gratuito desde los años 60 y los programas anticonceptivos son públicos.
"Lo que está ocurriendo en Cuba (ahora) es que está actuando con más fuerza otro factor: la maternidad y la crianza de los hijos se ha vuelto imposible para las familias jóvenes", agregó el experto al señalar los bajos salarios, la ausencia de bienes, el recorte de los beneficios sociales generalizados y sobre todo la falta de viviendas. "Las casas cubanas se han vuelto de tres generaciones", agregó.
Desabastecimiento de alimentos, largas colas, apagones, mercado negro y dolarización hacen difícil la cotidianeidad de los cubanos que, según la lectura de los expertos, prefieren emigrar. Sobre todo, si son jóvenes, profesionales o personal calificado.
La preocupación por el comportamiento demográfico fue admitida por el Gobierno cubano. El primer ministro, Manuel Marrero, habló sobre la baja natalidad y el envejecimiento de la población ante los diputados de la Asamblea Nacional en diciembre y lo reiteró la semana pasada. Dijo que hay 2,4 millones de personas mayores de 60 años —la edad de jubilación—, lo que representa algo más del 20% de la población total de la Isla y se espera que en 2030 este grupo etario supere el 30%.
"Es difícil pensar cómo afrontar el problema de la estructura de edades que se avecina sin un gran empobrecimiento de las pensiones", dijo a la AP el economista y experto en Cuba, Arturo López-Levy, de la Holy Names University en Oakland-California.
Incluso, actualmente las jubilaciones son ostensiblemente bajas —unos 66 dólares mensuales frente a los 160 dólares mensuales al cambio oficial— y aunque siempre se pagaron, las autoridades reconocieron que no están en condiciones de incrementarlas y que son insuficientes para las necesidades básicas.
Tanto para López-Levy como para Valdés Navia la solución pasaría por intentar fomentar la natalidad tal como se está haciendo, pero también captar inmigrantes de países pobres de la región —algo improbable dadas las condiciones económicas— o generar estímulos para traer de regreso a los cubanos que se encuentran en el exterior.
Para eso, por ejemplo, habría que impulsar y abrirse a la inversión de los emigrados como hizo la Unión Europea y se analiza actualmente en China, consideraron. De todas maneras, ninguna de estas alternativas dará resultado en el corto plazo.
"La situación está un poco difícil y por esa razón entiendo que hay muchas mujeres que renuncian al hecho de querer ser madres o lo posponen", reflexionó Yenima Piñeiro, una empleada estatal de 32 años que en 2022 tuvo a Gabriel, su primer hijo, incluso en contra de las advertencias y preocupaciones expresadas de su familia. Ella, su esposo, el bebé, su suegra y un tío viven en una pequeña casa con cocina-comedor, dos cuartos y un baño.
El drama,es solo para ellos...