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La Carretera Granma: una ruina para el país, una ofensa para los campesinos cubanos

'La mayoría vivimos estresados. A nadie le interesa que viajemos por caminos intransitables. Somos gente olvidada', se queja una residente en El Macho.

Santiago de Cuba
Puente de La Magdalena
Puente de La Magdalena Sierra Maestra

El prolongado deterioro del puente de La Magdalena, el más alto construido en la Sierra Maestra, ofende a los campesinos cubanos y al pueblo de México, cuyo Gobierno lo donó para mejorar la vialidad y mitigar las penurias en el principal macizo montañoso del país.

El viaducto —considerado una de las maravillas de la ingeniería civil en las serranías cubanas— se encuentra en peligro de colapsar y cerrado a la circulación desde julio de 2005, cuando el huracán Dennis hundió sus columnas y dañó la estructura metálica que lo sostiene sobre uno de los torrentes que fluyen desde el Pico Turquino, la mayor elevación de Cuba.

Por la gravedad de sus averías y la morosidad en la solución, esta edificación figura como un monumento a la indiferencia con que se resuelven los problemas de los territorios habitados por las familias más humildes del país.

Prueba, además, la falta de rigor y previsión con que las autoridades ejecutaron la Carretera Granma y encaran la rehabilitación de esa obra, la más cara hecha por la Revolución en las montañas de la Isla.

Según los archivos de la Empresa de Proyectos Nº15 de Santiago de Cuba, el puente de La Magdalena —con unos 300 metros de largo y 80 de alto— fue donado gracias a las gestiones de Lázaro Cárdenas y a la vocación solidaria del pueblo mexicano.

El expresidente Cárdenas visitó Cuba en dos ocasiones y fue testigo, en 1960, del acto en el que Fidel Castro anunció, ante un millón campesinos, la construcción de la Carretera Granma.

Los artículos periodísticos de la época, dicen que toda Cuba, y en especial los habitantes asentados en las estribaciones de la Sierra Maestra, cifraron sus esperanzas en aquel megaproyecto.

Enlazar cientos de localidades, pobladas por unas 100.000 familias, en 187 kilómetros del litoral sur oriental, que incluyen las actuales provincias de Granma y Santiago de Cuba, fue un empeño idealista y condenado al fracaso desde su concepción inicial.

Fidel Castro y Celia Sánchez diseñaron la carretera sin prever los riesgos que entrañaban los huracanes, los deslizamientos de tierra y la existencia de 35 ríos y 22 afluentes, cuyo escurrimiento superficial supera los 840 millones de metros cúbicos de agua al año.

En la medida en que la obra avanzaba, se encarecía y complejizaba. El propósito de abrirse paso entre las montañas, encadenando los equipos de doble tracción y dinamitando las zonas más abruptas, se convirtió en un obstáculo de fuerza mayor.

Aquel intento de crear una ruta para evitar que los campesinos tuvieran que enterrar a los enfermos que bajaban de la sierra, sin poder llegar —más que por mar— a la ciudad de Santiago de Cuba, estuvo regido de principio a fin por el voluntarismo y la improvisación.

Tal es así, que el país necesitó tres décadas y 100 millones de pesos para dar por concluida la carretera, incluso sin acabar los túneles de Cotobelo y Palma Mocha, y con errores que tendrían seria e inmediata repercusión.  

En 1991, con el recorrido del fuego de los XI Juegos Panamericanos, se inauguró el viaducto. Hasta ese momento ninguna obra en Santiago de Cuba, la provincia más beneficiada, había dispuesto de un monto financiero tan elevado. Con posterioridad se terminaron el Hotel Santiago, por un valor de 67 millones de pesos, y el nudo ferroviario, por un importe de 80 millones.

Nueve años después, la carretera estaba destruida y se requerían casi 200 millones de pesos (el doble de lo que costó) para rehabilitar sus 441 obras de fábrica, 560 alcantarillas, decenas de muros de contención y 13 de sus 26 puentes.

Sin embargo, no fue hasta el 2011, que el Estado designó el presupuesto para la reconstrucción capital. El descontento popular, que casi rozaba con la desobediencia colectiva de los campesinos, influyó en la decisión.

"Cuando lleguen al final van a tener que volver a comenzar"

"Me he pasado la vida viajando llena de polvo y churre. Tengo que llevar una muda de ropa para ir al médico o hacer otra gestión. Cada vez que cae un norte nos quedamos aislados. Aquí la sinceridad la malinterpretan. Decía mi abuela que en un país lleno de hipócritas es difícil encauzar la miseria", sentenció Charo, de Las Cuevas.

Odalis Silveira, vecina de Ocujal del Turquino, asegura que todavía tiene en la memoria las declaraciones del director de Vialidad cuando dijo que la carretera sería concluida en 2015. "Han pasado otros cinco años de espera y solo llegó hasta Uvero, menos de la mitad".

A juicio de su esposo, Wilber, "esta situación decepciona y crea mucho malestar. Se demoran tanto que cuando lleguen al final van a tener que volver a comenzar. La ausencia de una brigada de mantenimiento impide que se solucione con agilidad el problema más acuciante de la región".

"Los guajiros no somos idiotas", manifestó por su parte Pablo, un ingeniero pecuario de La Plata. "¿Cómo es posible que Gerardo Machado construyera la Carretera Nacional en cinco años (1927-1931) y este Gobierno, con más recursos y posibilidades, no haya terminado en 60 un tramo diez veces menor?".

Para Evaristo, "lo de los túneles de Palma Mocha y Cotobelo es una mezcla de barbarie y brutalidad. Después de 27 años de construirlos a medio palo, ahora se aterrizan con que ni hacen falta, ni los van a terminar. Eso es una burla".

Virginia advirtió que "el puente de La Magdalena existe por un milagro de Dios. En cualquier momento esa mole se viene abajo. Es una lástima, porque dicen los ingenieros que se puede arreglar, y que con un buldócer y vergüenza se canaliza el río y se resuelve la dificultad".

"Peor están los de Avispero y Peladero, sobre todo el último, que es el más largo de país y al parecer están esperando que se desplome para que la desgracia sea mayor", dijo Rosendo, maestro de primaria.

"Nadie entiende por qué se llevaron la planta de asfalto y la ubicaron en el entronque de los municipios de Palma Soriano y Mella", añadió. "Al final, no terminaron la Autopista Nacional y la Carretera Granma se estancó".  

Pancho lamentó que en las montañas se pierdan "miles de toneladas" de comida "porque no hay cómo sacarlas". Con el café, la madera y las frutas pasa igual.

"La mayoría vivimos estresados. A nadie le interesa que viajemos por caminos intransitables y metidos casi 300 metros dentro del mar. Somos gente olvidada, insignificante. ¿A qué santo le habremos pisado los callos para que nos traten así?", preguntó Dolores desde su taburete en El Macho.

Según las versiones digitales e impresas de los periódicos oficiales Granma y Sierra Maestra, hasta la fecha se han pavimentado 84 kilómetros; tramo en el que se utilizaron 100.000 toneladas de asfalto y para el que el Estado erogó 39 millones de pesos.

Aunque los reportes de esos medios omiten la fecha para reanudar los trabajos, aceptan que el trecho restante es el más costoso y complejo. También hacen mención al rigor con que la Empresa Nacional de Investigaciones Aplicadas (ENIA) supervisa los trabajos de drenaje y cimentación.

La última vez que la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo entregó un donativo a las autoridades de Santiago de Cuba fue el 18 de noviembre de 2012. Consistió en 12.620 láminas para la restitución de techos afectados por el huracán Sandy, según consta en el sitio web de su Secretaría de Gobierno. 

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2 comentarios

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La lógica del castrismo: construir hoteles es una inversión que da ganancias, reparar una carretera no, al menos hasta que a alguien se le ocurra desarrollar el turismo en esa región sus habitantes seguirán incomunicados.

Guajiro llegó tu dia, se acuerdan?