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Educación

El inicio del curso escolar preocupa y divide en Santiago de Cuba

Sin uniformes y sin dinero para pagar el transporte, muchos padres hacen de tripas corazón para mandar a sus hijos a las escuelas.

Santiago de Cuba
Inicio del curso escolar en Santiago de Cuba.
Inicio del curso escolar en Santiago de Cuba. DDC

Para Pilar, la realidad es cruel, pero ineludible. Al alto precio que paga por la crisis económica se suman las dudas sobre la formación de su hija, que a garrotazos terminó el noveno grado y sin uniforme comenzó este lunes sus estudios en el Cuqui Bosch, el preuniversitario más emblemático de Santiago de Cuba.

Al amanecer, Jorge discutió con Erislandy porque llegaría tarde al primer día de clases y lleva tres cursos con serias lagunas educativas, "superadas" gracias a las presiones ejercidas sobre los profesores del politécnico Julius Fucík para que la promoción no sea un desastre.

Frente al parque de los Muñequitos, en Los Olmos, Gladis pagaba los diez pesos que cobraba el cochero y le gritaba a Jorgito que no había dinero para comprar mochila, porque su famélico salario "no alcanza para nada".

Tan desenfadada como la hermana, Anaisa le vociferaba al sobrino: "Ojalá en quinto grado aprendas a leer, en Matemática dejes de ser un tarugo y en Historia un ignorante perdido en un campo de lechuga (…) prepárate que la vida está dura y lo que se avecina es tremendo".

En la entrada de la Ciudad Escolar 26 de Julio, Maritza le recalcaba una vez más a Lorena que no se comiera el almuerzo de la escuela, por temor a la intoxicación y la diarrea, y mucho menos le diera de su merienda a nadie, pues como madre soltera se sacrifica mucho para garantizar sus necesidades.

La abuela Olga, entre resignada y confundida, escuchaba la lista de necesidades que —a través de la cerca— una de las maestras le comunicaba a los padres para que sus hijos tuviesen más comodidad en las aulas del seminternado Manuel Isla.

Ventiladores, pintura, candados, plastilina, hojas, gomas de borrar, lápices, tizas, luminarias y otros artículos figuraban en el "inventario" solicitado y que al parecer Educación no había garantizado.

Liset llegó con su hija —a medio vestir y peinar— y casi le tiró el nasobuco porque se le hacía tarde para llegar al trabajo. Una de las seños, a ojos vistas indignada, dijo a viva voz: "¿tú educas a una niña o fabricas un demonio?".

Esas y otras muchas anécdotas desdibujan los matices del inicio del curso escolar 2020-2021 en la provincia de Santiago de Cuba, donde las ganas de fingir se agotan, el conformismo desaparece y las familias se debaten entre la esperanza y las vacilaciones a la hora de observar las irregularidades en la formación académica de sus hijos.

Bien diversas son las tonalidades con que padres y directivos analizan el conflicto. Unos miran al futuro con preocupación y sin cortapisas, otros caminan por la cuerda floja al denunciar una realidad cuajada de incertidumbre.

Mientras tanto, el oficialismo continúa maquillando la educación como una conquista, o en su defecto como un sector impecable y lleno de virtudes, sin tener en cuenta el contexto de una formación donde una y otra vez se reajustan los planes de estudio y el aspecto cualitativo no se examina.

Rosa Álvarez Fundichely, directora provincial de Educación, se ahogó en cifras al decir al periódico Sierra Maestra que "177.644 estudiantes retomarán o iniciarán el período lectivo en las 1.214 instituciones habilitadas al afecto, donde serán atendidos por más de 20.200 maestros, 300 más que en la etapa precedente".

En tono rimbombante destacó que "abrirían cuatro nuevos centros, entre ellos una escuela de idiomas en Segundo Frente", desde donde eligen como diputado vitalicio a Raúl Castro.

Lo que obvió decir la funcionaria es que durante el llamado "Periodo Especial" en las zonas montañosas se cerraron todas las escuelas con menos de diez alumnos, opción que hasta ese momento beneficiaba a los niños de las comunidades intrincadas. Hoy esos niños recorren a pie o a caballo hasta diez kilómetros para ir a clases.

También pasó por alto Álvarez Fundichely otra realidad: en Santiago de Cuba el 90% por los cursos de inglés y otras lenguas extranjeras los imparten los cuentapropistas y el Arzobispado, pese a que el sector educacional dispone de millones de pesos y toda una infraestructura para responsabilizarse con esa actividad.

El uniforme escolar es todo un dilema. Según la funcionaria·hay dificultad con las prendas correspondientes a la Educación Técnica, el vestuario para las niñas de Secundaria Básica está incompleto y las bermudas de quinto grado se venderán —cuando se pueda— en las propias escuelas.

No menos preocupaciones tienen los padres de los estudiantes de las escuelas de arte y formación deportiva, donde la cultura general es deficiente, la base material de estudio escasa y las prácticas extracurriculares se dificultan en tiempos de dengue y pandemia.

El Consejo de la Administración tampoco se ha pronunciado por reducir la tarifa del transporte a los estudiantes, tema que genera serias discusiones con los porteadores privados.

De las pruebas de ingreso a la Universidad nadie habla. A casi la totalidad de las familias se le hace un nudo en la garganta cuando aborda el tema.

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1 comentario

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¡Disparate mayúsculo! Pero a eso estamos acostumbrados. Desesperados por ''normalizar'' un país NO por el bienestar del pueblo, sino por el enriquecimiento de la cúpula mafiosa gobernate.