Comenzará a producirse a gran escala en Cuba una variedad de maíz híbrido transgénico a partir de semillas genéticamente modificadas por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) cubano, el cual será destinado a la alimentación animal, informó el diario oficial Granma.
Se trata de un proyecto presentado durante el noveno encuentro entre Miguel Díaz-Canel, Manuel Marrero y un grupo de expertos que participan en el Programa de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional.
De acuerdo a la información oficial, la iniciativa permitirá obtener rendimiento muy superior al habitual en los maizales de la Isla, pues esta semilla potencialmente produce unas nueve toneladas de maíz por hectárea en condiciones óptimas.
La obtención de la variedad, en la que han trabajado durante más de una década los científicos cubanos, también fue aprovechada por las autoridades, como es habitual, para sobredimensionar sus "logros", pues afirmaron que "es una muestra de la solidez del sistema cubano de ciencia, tecnología e innovación y su capacidad para ofrecer soluciones propias a los desafíos que tiene la humanidad".
El director de Investigaciones agropecuarias del CIGB, Mario Pablo Estrada, dijo que esta semilla de tecnología propia dotaría de mayor soberanía al país, que en los últimos cinco años pagó unos 1.000 millones de dólares para la compra de maíz en el mercado internacional, a razón de 800.000 a 1.000.000 de toneladas al año.
Unos días atrás fue Pilar Téllez, jefa del proyecto de mejoramiento del maíz del CIGB, quien indicó que "la tecnología aporta mayor productividad, pero al tener además incorporados los elementos transgénicos, permite un manejo mucho más efectivo a la hora de hacer la producción en grandes extensiones".
Téllez aseguró que la variedad permite un control efectivo de la plaga de la palomilla del maíz, "uno de los problemas más graves que tiene la agricultura en nuestro país", además de ser resistente a un tipo de herbicida.
La especialista aseguró que el CIGB posee el registro del cultivo, donde demuestran la inocuidad alimentaria, y que el Centro Nacional de Toxicología realizó pruebas de impacto ambiental "que demostraron la inocuidad incluso ambiental que manejan los elementos transgénicos de este híbrido".
A fines de julio, el Gobierno de Cuba abrió oficialmente la puerta a los cultivos transgénicos como "complemento a la agricultura convencional", en medio de una crisis alimentaria y de desabastecimiento, agravada por la emergencia sanitaria del coronavirus.
Las autoridades de la Isla, donde se trabaja en la obtención de semillas genéticamente modificadas desde 2008, aplicarán esta alternativa, además de al maíz, a la soja, entre otros alimentos, que podrían incluir también a la caña de azúcar, en busca de una variedad resistente a los efectos del cambio climático, señaló la agencia EFE.
El Decreto-Ley No. 4 de 2020, suscrito por la Comisión Nacional para el Uso de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en la Agricultura Cubana y publicado en la Gaceta Oficial, reguló la "inclusión controlada" y la investigación, desarrollo, producción, uso, importación y exportación de los OGM.
Sin embargo, a raíz de la publicación de tales normas, el agrónomo cubano Fernando Funes Monzote expresó en sus redes sociales que "los cultivos transgénicos siguen sin ser una alternativa aceptable para Cuba o el mundo. Donde quiera que se han aplicado, la decisión ha sido guiada por la soberbia del ser humano que sigue camino a su autodestrucción. Hay muchas maneras de lograr la soberanía alimentaria para Cuba y ninguna de ellas son los transgénicos".
Por su parte, el estudioso del tema Eduardo Calves Somoza opinó: "tanto esfuerzo para lograr una agricultura ecológica, responsable y reconocida en el mundo entero y ahora este batacazo injustificable".
"Con agroecología puede lograrse la seguridad alimentaria y sobre todo la calidad nutricional. Hay en Cuba talento campesino y talento científico suficiente para no tener que recurrir a semejante 'solución'. No estoy de acuerdo con los transgénicos y, si aún así fuera necesario, debe informarse al consumidor que va a comprar, a consumir, un producto transgénico o elaborado con transgénicos", añadió.
Cuba importa más del 80% de los alimentos que consumen sus 11,2 millones de habitantes. La escasez crónica que sufre el país caribeño desde hace décadas se ha agravado ahora con la crisis sanitaria provocada por el Covid-19, que ha vaciado los estantes de las tiendas estatales y complicado el abastecimiento de alimentos básicos.
El sistema estatal de acopio agrícola, que obliga a los campesinos a vender la mayor parte de sus cosechas en exclusiva al Estado, también se ha mostrado ineficiente para garantizar el abastecimiento y distribución de los alimentos.