'Que la Policía haga su trabajo, nosotros no somos chivatones'

Con el inicio del toque de queda por el repunte del Covid-19 en la capital, muchos habaneros se han negado a ser parte de las denominadas "brigadas barriales" que, según las declaraciones de Reinaldo García Zapata, gobernador de La Habana, actuarían de conjunto con elementos del Ministerio del Interior y las Fuerzas Armadas para reforzar "el enfrentamiento en los repartos con el objetivo de hacer cumplir las medidas aprobadas" por el Consejo de Defensa Provincial (CDP).

En varias zonas del consejo popular Los Sitios, residentes expresaron su negativa a participar en lo que corresponde "a la Policía o al Ejército".

"La población bastante tiene con exponerse al contagio en las colas para comprar hasta un pomo de refresco, y que la acusen de ser responsable de que la pandemia haya regresado, para que ahora también se le pida implicarse en la chivatería barata", dijo Nancy Bonilla, quien cerró bruscamente la puerta de su domicilio al delegado, quien intentó reclutarla por su condición de "federada".

Para conformar estas brigadas barriales al interior de las comunidades, las autoridades de la provincia anunciaron que se convocaría a la Federación de Mujeres (FMC), los Comité de Defensa (CDR), la Asociación de Combatientes (ACRC) y demás "factores" de los consejos populares. El objetivo de estos grupos en controlar a la población para el cumplimiento del toque de queda que, en un inicio, tendrá una duración de 15 días.

Las autoridades han señalado a la indisciplina social como causa principal del rebrote del Covid-19 en La Habana, sin admitir que la Organización Mundial de la Salud en los inicios de la expansión de la pandemia recomendó a los gobiernos evitar las aglomeraciones, frecuentes en Cuba debido a las constantes colas por la escasez de alimentos.

"Las personas están muy irritadas y no quieren cooperar con las brigadas de control barrial para el toque de queda; no quieren saber absolutamente nada de esto", admitió Ovidio, un delegado de la barriada de Carragüao.

Después de visitar varios domicilios de su circunscripción, Ovidio no logró reclutar un solo voluntario para velar por el cumplimiento del toque de queda, establecido entre las 7:00 de la noche y las 5:00 de la mañana.

"La tarea es simple: reportar a quienes transiten por la calle, las casas donde se celebren fiestas o juegos que aglomeren personas, cafeterías abiertas al público después de este horario… Es para el bien de todos, pero como se puede ver, a nadie le interesa el bienestar colectivo", añadió Ovidio.

Uno de los vecinos respondió molesto a las críticas del delegado, resaltando que, "en caso de que haya sido necesario llegar hasta el toque de queda por la indisciplina social, ¿dónde había estado la Policía todo este tiempo?", en referencia a que las fuerzas policiales y del ejército no patrullan el interior de los barrios.

"Que la Policía haga su trabajo, nosotros no somos chivatones", recalcó el vecino, quien se identificó como Ramón Cañizares.

"Resulta que todo esto es culpa de la indisciplina nuestra, como si las colas fueran inmunes al coronavirus. Encima, quieren que nos sigamos chivateando entre nosotros mismos en vez de resolver el problema del abastecimiento, que hay hasta del aire que malamente estamos respirando y es la verdadera causa de que la gente tenga que exponerse diariamente al contagio", cuestionó.

La mayoría de los habaneros preguntados en las primeras horas del toque de queda opinó que las permanentes colas a consecuencia de la escasez y desabastecimientos de productos básicos podrían haber sido el verdadero foco del rebrote de Covid-19.

Una especulación sustentada en que entre las medidas paralelas al toque de queda está la prohibición de comprar en mercados y tiendas que no sean del municipio de residencia de la persona. Para la compra se exigirá, como documento acreditativo, el carné de identidad.
 
En una pequeña barriada ubicada justo en los límites entre los municipios Plaza y Cerro, una docena de jóvenes se negó rotundamente a ser reclutados por Nelson, el presidente de uno de los seis CDR de la zona, para integrar la "brigada barrial".

"No se trata de no cooperar para contrarrestar la pandemia, sino de delatar a tu propio vecino, a tu propio amigo. Al mismo que ayer te guardó un turno en la cola, te regaló un nasobuco o te cuidó a tu hijo para no tener que llevarlo a pie a una gestión determinada", dijo Natalia Quesada, a quien su condición de miembro de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) no le impidió negarse a conformar las brigadas.

"Es inmoral pedirle a un cubano, en medio de esta situación donde no sabes qué vas comer mañana, que se preste además a la delación abierta en su propio barrio. Estoy más que convencida de que si la situación se fue de las manos, el último culpable es el pueblo, y reconocer eso no me hace menos revolucionaria. Policías y soldados sobran para controlar las calles. Ese es su trabajo, no el del pueblo", concluyó Quesada.