¿Pueden importar y exportar libremente a los cubanos? La respuesta a esta pregunta es negativa.
Y ello, pese a que la economía cubana es altamente dependiente del exterior, en la que precisa adquirir bienes intermedios, maquinaria, energía, tecnología e incluso alimentos para paliar las crisis de cosechas que se producen de forma continua.
Esta alta dependencia del exterior, unida a un déficit estructural en la balanza comercial, es un factor limitativo para el crecimiento económico, porque el sistema limita y restringe el acceso de los agentes privados a las actividades comerciales con el exterior.
Una consecuencia de la falta de libertad para la actividad mercantil exterior se plasma en la escasa diversificación de la oferta exportable de bienes, concentrada en una serie de productos tradicionales de los tiempos coloniales (azúcar, cada vez menos, tabaco, ron, pescados, mariscos, mineral de níquel), algunos medicamentos y, gracias a los suministros de crudo venezolano, la reventa a pequeños países del Caribe de derivados de petróleo. Y poco más.
De modo que la economía presenta una elevada propensión a importar que se plasma en el hecho de que cuando mejora el crecimiento económico y la situación financiera, se produce un crecimiento de las importaciones. Por eso, el Gobierno ha establecido en su política económica la sustitución de importaciones y el fomento de la producción nacional y de las exportaciones. Tardía reacción, cuyas consecuencias son limitadas y no abren espacios de libertad a los cubanos.
Sin embargo, el grado de apertura de la economía cubana al exterior, 14,5%, es prácticamente la mitad del que se obtiene en seis países de Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá) y República Dominicana, 34%. Volviendo al punto inicial, en consonancia con el modelo económico existente en el país, en Cuba la práctica totalidad de las importaciones se realizan por el Estado, que posteriormente aplica márgenes comerciales entre un 180% y 240% a los productos destinados a la venta al público.
Cabe señalar que la estructura arancelaria existente, similar a la media de la Organización Mundial del Comercio, afecta muy poco a las importaciones del Estado.
Para regular la actividad, el Estado concede licencias de importación a grandes empresas estatales que importan para sus propias necesidades o por cuenta de las empresas filiales destinatarias, distribuyendo los bienes importados a empresas transformadoras, de servicios (hoteles, restaurantes, etc.) o minoristas. Las operaciones de compra en el exterior conceden a las importadoras estatales, en definitiva al Gobierno, un margen de discrecionalidad política muy grande para la elección del proveedor extranjero.
Esto viene motivado por dos razones: en primer lugar, el importador compra en muchos casos por encargo de un tercero ante el que actúa como proveedor único, en tanto los criterios económicos (calidad y precio) de la empresa importadora no siempre coinciden con los del destinatario final; en segundo lugar, la concentración de las compras favorece la reducción de costes, vía economías de escala, pero incrementa los riesgos de atender a consideraciones diferentes a las estrictamente económicas.
Durante el "Periodo Especial" se produjo un proceso de descentralización de las licencias que se plasmó en la concesión a 450 empresas cubanas para fines específicos. Desde entonces, las licencias se redujeron y los importadores oficiales reforzaron su papel. En la actualidad, poco más de 100 empresas mantienen la facultad de importar las compras del país, al tiempo que se mantiene el proceso de centralización de las importaciones. La principal preocupación de las empresas es la garantía del cobro de la exportación, ya que desde 2015 hasta el presente, la mayoría de los importadores cubanos acumulan impagos a sus proveedores internacionales.
Con las exportaciones ocurre otro tanto. No existe libertad para operar. En este caso, con el añadido de la complejidad derivada de las regulaciones financieras, que afectan al comercio exterior de Cuba. De modo que, como consecuencia de los problemas de liquidez de divisas en 2009, cuando quedaron bloqueados los saldos en Cuba de cuentas corrientes de empresas extranjeras, se impulsaron cambios destacados en la gestión del comercio exterior. Para las autoridades, exportar pasa por ser una tarea compleja que exige condiciones materiales y conocer bien qué hacer para colocar debidamente el producto o servicio en un mercado extranjero.
Su importancia se refleja en los Lineamientos de la Política Económica y Social, que insisten en recuperar la exportación de rubros tradicionales, incrementar y diversificar los bienes y servicios canalizados al exterior, para lo que se definen, a la vez, acciones generales y sectoriales que en ningún momento establecen la libertad de operaciones.
El Gobierno puso en marcha un mecanismo jerárquico para distribuir las divisas por medio de en un comité integrado por el Banco Central y el Ministerio de Economía que, a la vista de la disponibilidad de divisas, asigna a ministerios y organismos sectoriales el volumen de divisas que determina la cantidad de divisas que se pueden gastar para atender sus necesidades. El control es absoluto. Los ministerios y organismos distribuyen sus disponibilidades de divisas (llamadas popularmente CL o Capacidades de Liquidez) entre sus empresas dependientes, en función de su urgencia y necesidad. La jerarquía que sigue este modelo resta agilidad, oportunidad y en muchas ocasiones, asigna los recursos con criterios políticos.
Nadie piensa en la libertad de los cubanos para dedicarse a estas actividades. En ese sentido, José Luis Rodríguez, exdirigente de Economía, lo dijo de forma clara: "descentralizar las facultades del comercio exterior se dice fácil, pero no es tan sencillo. Por ejemplo, si hoy ubicas a una empresa sin la preparación debida en el mercado mundial, salvo en el sector de la biotecnología que tiene capacidad competitiva y experiencia, inmediatamente puede sufrir un chasco; porque una cosa es lo que se piensa y desea, y otra la realidad".
Por su parte, la directora general de Comercio Exterior del MINCEX, Vivian Herrera, fue más allá, al señalar que "uno de los principales obstáculos para la exportación de Cuba eran las debilidades internas, la preparación de quienes hacen comercio exterior, pese a programas de capacitación fuertes", y señaló al respecto que "en el reordenamiento de la actividad, priman los exportadores productores y falta una capacitación más efectiva, en lo práctico. A veces no vienen a los cursos quienes deben venir y estamos siendo exigentes al respecto con los organismos".
Sin libertad para importar y exportar, las relaciones comerciales de Cuba con el exterior se encuentran controladas por el Estado, sin participación de los cubanos. Las potencialidades que se derivan del comercio exterior no llegan ni se perciben, más bien al contrario, el sector externo actúa como un freno limitante que condiciona la evolución económica, la prosperidad y bienestar social.
Si en vez de este exceso de control e intervención, se abrieran las actividades a todos, con absoluta libertad y flexibilidad, muchas personas podrían obtener ingresos por esta vía, extendiéndose la base social de rentas más elevadas, al tiempo que se ofrecería un mejor y mayor servicio a la oferta nacional. Esta es una vía en la que el sistema comunista cubano tiene que reflexionar, e ir abriendo puertas. Como chinos o vietnamitas hicieron en su momento.
El régimen no acaba de entender que el mundo ha cambiado en los últimos 60 años. China es lo que es hoy, porque se dieron cuenta que la única manera de alcanzar la prosperidad y vender una nueva versión del comunismo, pasaba por la economía de mercado y la libre empresa.
Los cubanos perdieron el tren en 1989 y lo increíble es que hoy se sigan revolcando en la misma solución centralista cuando se sabe que es un fracaso que ha mentenido al país en la escesez, la miseria y el estancamiento.
Interesante. Creo que cualquier modelo que permita la expansión del poder adquisitivo del individuo no resulta compatible con el totalitarismo cubano. La estructura totalitaria cubana tiene que ser rígida en la política y la economía para sobrevivir aislada de la influencia de capitales. Es decir, no es posible mantener un partido único con una economía de mercado en la región, se desarma por el peso del capital, las influencias de los países vecinos, y los intereses democráticos de otros cubanos.
JAMÁS este régimen abusivo y criminal , que maltrata a diario al pueblo cubano , va a abrirse al mercado libre internacional ni interno. Efectivamente , László , esa muela de más de lo mismo durante 61 años debe estar muy cansada... espero que NO muchos en la isla sigan siendo creyentes de la propaganda castrado y comunista del General Mariposón y sus secuaces esbirros abusadores.
'' Por eso, el Gobierno ha establecido en su política económica la sustitución de importaciones y el fomento de la producción nacional y de las exportaciones.''
Esa muela la estoy oyendo desde que tengo uso de conciencia.