Mount Vernon es un idílico pueblito de Iowa, Estados Unidos, rodeado de aburridísimas plantaciones de maíz, cuya población no alcanza 5.000 personas. Entre ellas, hay un cubano de Guanabacoa.
Este guanabacoense de Iowa se preocupó cuando el City Hall de Mount Vernon inauguró el ultramoderno gimnasio LBC —iniciales de Lester Buresh, un héroe de guerra local—, construido en parte con impuestos y en parte con donaciones de empresas.
Escaldado por su experiencia cubana, el guanabacoense fue al City Hall a pedir cuentas de por qué el gobierno municipal estaba entrometiéndose en los negocios. Él había invertido recientemente en un restaurante y le inquietaba que el Ayuntamiento le hiciera competencia.
Le explicaron que el gimnasio se decidió en asamblea abierta —dos veces lo votaron— y funcionaría en todos los sentidos como una empresa privada de la que todos los residentes del pueblo serían beneficiarios: sus ganancias se utilizarían en obras públicas.
Le dijeron además que no se preocupara, nadie había sugerido hacer un restaurante municipal. En caso de que se propusiera, él podía alegar y votar en contra, y si finalmente era aprobada la propuesta, sería legal solo mientras el Ayuntamiento no legislara en su propio favor; es decir, mientras no recurriese a la ley para favorecerse. "La libre competencia es un pilar de los Estados Unidos", le recordó el funcionario que lo atendió.
Esta reciente anécdota explica cómo funciona —o debería funcionar— la inversión pública en un entorno de competencia y libertad: sin privilegios solo sobrevivirá si demuestra ser útil para los consumidores.
Hace apenas unos días, el ministro de Economía de Cuba, Alejandro Gil, respondiendo a los "enemigos del país que intentan hacer divisiones", afirmaba: "Somos tan responsables por que funcione eficientemente una empresa estatal como el sector no estatal. Todos conforman el modelo. No hay un 'ellos' y un 'nosotros'".
Al señor Gil le disgusta se afirme que el Gobierno favorece al sector estatal; eso para él es "crear divisiones". Pero tal afirmación no es un desvarío de anticastristas resentidos, ni siquiera una derivación lógica del historial de la Revolución cubana, sino un artículo explícito de la Constitución vigente, el 27, según el cual "la empresa estatal socialista es el sujeto principal de la economía nacional".
"Principal" viene del vocablo latino principālis y se refiere a aquel o aquello que goza del primer lugar en importancia o estimación.
Así, establecer constitucionalmente a la empresa estatal socialista como "principal" es dotarla del privilegio de ser siempre la primera, la que ocupe el lugar preeminente en la economía del país —y aquí viene lo importante—, aunque eso no sea lo más eficiente desde una perspectiva económica.
La eficiencia solo puede medirse por los resultados de la empresa en un ambiente de justa competencia, y como por definición solo hay justa competencia si se desconoce previamente qué resultado se obtendrá, en Cuba no puede hablarse de competencia, pues el resultado está definido legalmente a favor de la empresa estatal, por lo que no hay modo de saber cuán eficiente es la economía, lo que la hace tender a la ineficiencia.
El castrismo está constitucionalmente obligado a boicotear toda competencia que el sector privado pueda hacerle al estatal; su ley le impele a privilegiar sistemáticamente las empresas estatales, repetimos, aunque eso sea antieconómico y empobrezca al pueblo.
No es que lo digan "los enemigos del país". En su discurso de renuncia, Raúl Castro, refiriéndose a la necesidad de limitar al sector privado, advirtió: "Hay límites que no podemos rebasar porque llevaría a la destrucción del socialismo".
¿Pensará el ministro Gil que Raúl Castro es un enemigo del país?
Pretender que el castrismo es neutral a lo estatal y a lo privado es falaz. Si el ministro contradice públicamente su propia Constitución es porque intenta esconder que, aunque este sistema se dice alternativo y, por lo tanto, escogido voluntariamente, en realidad solo se sostiene por la ley, es decir, por la fuerza de la imposición y no por la fuerza de los resultados.
Como lo declara Raúl Castro, el socialismo —castrismo, realmente— solo se mantiene por los límites que le impone a las personas.
Dondequiera que se ha impuesto la economía monopólica estatal como alternativa a la libre competencia el resultado ha sido el empobrecimiento generalizado y una huida masiva y dolorosa de la población. Así lo demuestran el Muro de Berlín, las alambradas norcoreanas, las fronteras selváticas de Venezuela y el sangriento fondo del Estrecho de la Florida.
"Hay límites que no podemos rebasar porque llevaría a la destrucción del socialismo".
Debería repetirlo como un mantra con respecto a la hambruna a la que somete a los cubanos ....
USCTEC @CubaCouncil se desgasta en empujar las remesas ... tienen ideas rocambolescas para convencer al Chocho con debilidad por los conos de helado .... Deberían manderle una pinta del mejor Coppelia que puedan fabricar ... les sugiero, nueces ...
Señor Raul Castro saque al ejercito de las calles, deje de abusar de civiles indefensos y hambrientos.
Es una pena, pero la Dictadura solo se puede destruir desde adentro y duele mucho ver cómo especialistas con cierto poder en el gobierno se aferran a ideas tan arcaicas; ahogando la esperanza de que pueda surgir un grupo de seres humanos o al menos uno dentro de ese macabro grupo, que valientemente se levante y acabe con tanta ignominia.
eso muestra que Raul y Machado aun conservan el poder
Lo que ha quedado abiertamente demostrado ante el mundo y para todos y cada uno de los "confundidos", adrede o víctimas de la propaganda castrista, que el pueblo de Cuba en masa no quiere más tiranía, no quiere más castrofascismo, que no es una porción disidente, sino todos, y que los castro y sus esbirros se mantienen en poder sólo por la fuerza de las armas. Ha quedado bien claro que allí no hay revolución, que nada es por ni para el pueblo, a no ser la represión; que los que detentan el poder han destruído a Cuba y han esclavizado a los Cubanos sólo para su beneficio y enriquecimiento; y que Cuba no es ningún "ejemplo" a no ser de que el Socialismo y Comunismo son la mentira, manipulación, y explotación miserable de muchos para beneficio de unos pocos; Cuba es un ejemplo más de que comunismo y fascismo son sinónimos.
Excelente articulista Rafaela.
Invención de la rueda: toda dictadura se mantiene por los límites que impone a los demás, tal como todo negocio se hace a la postre con el dinero de los demás.
No hay comparación, la dictadura roba y solo gana el dictador, un negocio intercambia y ganan todos
Incluso en un negocio donde ganan todos los participantes, la ganancia siempre sale del dinero de otros, cosa que —por implícita— no hace falta aclarar. La comparación fue sólo para ilustrar el esquema mental de decir algo que se cae de la mata: toda dictadura se mantiene limitando de un modo u otro a los ciudadanos.
''tal como todo negocio se hace a la postre con el dinero de los demás'', claro pero ofreciendo un producto o servicio a cambio.
No importa lo que ofrezcas a cambio: todo negocio busca ganancia y esa sale indefectiblemente del dinero de otros.
En todo intercambio voluntario, es decir, una compraventa, ambas partes ganan pues ambas partes valoran más lo q reciben q lo q dan. El dinero es solo un medio de cambio.
Otro ejemplo muy al momento son las compañías que operan en el sur de la Florida enviando remesas y paqueterías a Cuba, la importación de automóviles a Cuba para artistas y dirigentes: todas funcionan a golpe de favoritismos dirigenciales, influencias familiares de la cúpula castristas y dádivas de asociados a esa cúpula.
El día que al presidente americano se le ocurra que cualquiera pueda poner una agencia de ferrys, o paquetería directa a cuba, ahí mismo se le acabo el jueguito a CubaMax y a los cangrejos y sandritos.