Milei y su motosierra cumplen su primer año en el poder y los argentinos lo respaldan

Hace un año que Javier Milei llegó a la Casa Rosada. En estos meses, entre tantos cambios en Argentina, justamente haber estado poco tiempo en la sede del Poder Ejecutivo y ser un recurrente conferencista nacional e internacional y un presidente con miles de kilómetros en viajes, distinguen al mandatario que insiste en usar a la motosierra como símbolo de su política.

Estos primeros 12 meses Milei ha despachado de forma más recurrente desde la residencia presidencial Olivos, donde suele reunirse con su círculo más estrecho de colaboradores, y ocasionalmente acude a la Casa Rosada, donde recibe a dignatarios extranjeros y encabeza cada tanto una reunión de gabinete. Por las horas que el presidente le dedica a X (antigua Twitter), es desde esa red social que se marca la pauta gubernamental en la nueva Argentina libertaria.

Milei anunció el 10 de diciembre del año pasado una suerte de travesía a los argentinos que estaría signada por las adversidades y pidió un voto de confianza para reconstruir (o demoler) al Estado argentino, marcado por la impronta peronista de un Estado fuerte y benefactor.

En el plazo de un año, el presidente con encendido discurso libertario cerró 13 ministerios, despidió a unos 30.000 empleados públicos y redujo en más del 70% el dinero público destinado a gasto social. Es un ajuste económico de envergadura que le aplauden el Fondo Monetario Internacional y los inversionistas internacionales.

Para la vida cotidiana, este ajuste ha significado mayor número de pobres y empobrecimiento de la clase media, pero llamativamente el respaldo del mandatario tras esta política de choque se mantiene bastante elevado, tanto como cuando asumió la Presidencia.

Los datos del más reciente informe de Opina Argentina, difundidos a inicios de este mes, muestran que Javier Milei recuperó el apoyo que había perdido entre agosto y octubre. En este momento, según esta reconocida encuestadora, más del 50% de los encuestados tiene una percepción buena o muy buena de su gestión.

Que el mandatario, un outsider de la política hasta que resultó electo diputado federal en 2021, siga en la cresta de ola se debe tanto a sus estrategias como a los yerros de la oposición peronista.

Milei le sacó provecho político al escándalo de violencia de género que envuelve al exmandatario peronista Alberto Fernández (2019-2023), así como al cerco judicial (por corrupción y abuso de poder) que rodea a Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta (2007-2015) y exvicepresidenta (2019-2023), además de encabezar la corriente mayoritaria dentro del histórico peronismo.

El mandatario, quien prometió una dolarización y en cambio ejecutó una revalorización del peso, la moneda nacional, sigue reivindicando tanto él como sus seguidores el símbolo de la motosierra con la que se mostró en campaña y que cada tanto aparece en los mensajes presidenciales para recordar que la meta fundamental de Milei es llanamente acabar con el Estado, al que suele achacarle todos los males económicos.

Posiblemente el éxito más valorado por la clase media y profesional ha sido la lucha contra la inflación. En diciembre de 2023, cuando Alberto Fernández se despedía de la Casa Rosada, el alza de precios al consumidor se ubicó en 25,5% mensual, mientras que en octubre de 2024 se había achicado a 2,7%.

Los detractores de Milei aseguran que la inflación se redujo porque sencillamente la economía se contrajo de forma significativa, producto de un menor gasto público, en un país en el que históricamente el Estado tuvo un rol preponderante.

Para algunos analistas, entretanto, Milei representa un cambio de época para Argentina. Su respaldo se sustenta entre jóvenes, trabajadores por cuenta propia y que habitan en las grandes ciudades del país sudamericano. Ese sector emergente, además, no se identifica con el discurso de los grandes logros sociales del peronismo y comulga con tesis más individualistas como las que comunica de forma sostenida y exitosa el mandatario.

Por otro lado, el alcance político del jefe de Estado no parece limitarse solamente a Argentina. De acuerdo con el registro elaborado por el medio de fact-checking Chequeado, Milei recorrió más de 274.000 kilómetros en viajes internacionales y estuvo fuera del país casi dos de sus primeros 12 meses en el poder.

Una muestra de cómo concibe las relaciones el presidente está en el destino de sus viajes. Según Chequeado, de 17 viajes suyos, siete tuvieron como destino EEUU. En ninguna de esos viajes fue recibido formalmente ni por la Casa Blanca ni por el Departamento de Estado.

En general, Milei viajó a reunirse con inversionistas o con los líderes de las tecnológicas, siendo su favorito Elon Musk, el dueño de X, aunque también se reunió con Mark Zuckerberg, el propietario de Facebook, a fines de mayo, en uno de sus viajes a Norteamérica.

De acuerdo con un análisis del diario La Nación, Milei anunció un ajuste fiscal duro, el cual efectivamente ha llevado adelante, pero sostenía que el costo del mismo lo pagaría la casta (la elite política).

"Más allá del debate de qué se entiende por casta, es indudable que el ajuste alcanzó a diversos sectores, incluidos los jubilados. Según los datos a noviembre del Análisis de la Ejecución Presupuestaria que publica la Oficina de Presupuesto del Congreso, el gasto en jubilaciones cayó 17,5% en once meses, en términos reales (…) También sufrió recorte pronunciado la obra pública (76,8%)", sintetiza La Nación.

Finalmente, como recopila Chequeado, el éxito macroeconómico de Milei ha ido de la mano del crecimiento de la pobreza en Argentina.

En el segundo semestre de 2023 la pobreza fue del 41,7% según las cifras oficiales. En tanto, en el primer semestre de 2024, en los primeros seis meses de la gestión de Milei, la pobreza aumentó al 52,9% (casi 25 millones de personas), un incremento de 12,8 puntos porcentuales con respecto a los datos de igual periodo del año pasado.