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Opinión

Venezuela: un día decisivo

'La unidad Machado-González tiende a unir a los dos ríos de la oposición venezolana: el de la épica sin política de Machado y el de la política sin épica de González. Unidos, han dado origen a una política con épica, enfrentada a un Maduro sin épica y sin política.'

Oldenburg
María Corina Machado y Edmundo González Urrutia en cierre de campaña en Zulia.
María Corina Machado y Edmundo González Urrutia en cierre de campaña en Zulia. X/@JuanPGuanipa

Todas las encuestas serias apuntan en Venezuela a un triunfo del candidato de la oposición unida, Edmundo González Urrutia. El misterio es cuál va a ser la reacción del Gobierno de Nicolás Maduro en caso de una derrota. Nadie imagina al autoritario presidente ciñendo la banda presidencial en el pecho de González. Tampoco nadie lo imagina reconociendo hidalgamente su derrota. Pero en la historia siempre hay un lugar para lo inimaginable. Quien escribe tampoco imaginaba a Augusto Pinochet cediendo el Gobierno a Patricio Aylwin. Seguramente Pinochet tampoco lo imaginaba. Pero suele suceder que los actores políticos, cuando no pueden hacer lo que quieren y no quieren hacer lo que deben, deben resignarse a hacer lo que pueden, sobre todo cuando deben hacerlo en el marco de condiciones nacional e internacionalmente irreversibles.

Maduro tiene sin duda cartas bajo la mesa. Una es cometer un grosero desfalco electoral a lo Lukashenko, quien se adjudicó el 99% de los votos en un país —Bielorrusia— donde más de la mitad de la ciudadanía se inclinaba por su dimisión. Pero Lukashenko tenía a otro ladrón de elecciones como vecino y podía permitirse el delito horrible que cometió en su país manteniendo su impunidad.

Una segunda carta sería para Maduro un golpe militar con el pretexto de asegurar el "orden público" en caso de que las multitudes de la oposición reclamen en las calles un robo electoral.

No está excluida tampoco la posibilidad de que las dos cartas sean una sola. Robo electoral y golpe de Estado a la vez, a fin de impedir el ascenso al poder de la "derecha fascista" (para decirlo con el vocabulario que emplea Maduro).

Maduro tiene, sin embargo, una tercera carta: y es la siguiente: aunque sea de malas ganas, aceptar su derrota e intentar convertir a partir de ese momento al PSUV —mal que mal, es el partido más numeroso de la nación— en eje de una oposición política en contra del nuevo Gobierno. Con ese paso, Maduro pasaría a la historia de la izquierda latinoamericana como un estadista y no como un criminal, que ese sería el caso si elije una de las dos primeras alternativas.

Dicho de modo más simple: o Maduro se convierte en un Pinochet de seudoizquierda (es decir, en un nuevo Daniel Ortega) o se convierte en el dirigente de un movimiento chavista destinado a reconquistar el poder del mismo modo como lo perdió: con una mayoría electoral.

Si todavía queda alguien sensato dentro del chavismo, le diría a Maduro que esa es la opción más realista. Al menos tendría la posibilidad de asegurar la continuidad política de la tradición chavista. Pues en caso de que viole esa tradición y decida convertirse en un nuevo Ortega habrá perdido, no solo la elección, sino lo que le queda de legitimidad frente a la oposición y ante los suyos.

Maduro debe saber que en estos momentos su Gobierno es el más aislado del continente, no solo por la "derecha fascista" (la oposición), también por la izquierda democrática. Debe saber también que las grandes masas que una vez rodearon a Chávez ya no son las suyas. Debe saber, no por último, que su Gobierno ostenta los peores números, no solo continentales, también mundiales, en los índices de corrupción, respeto a los derechos humanos, equidad, justicia, servicios públicos, educación. En suma, si roba el Gobierno a la ciudadanía, ya no podría sostenerse por su propio peso y su sobrevivencia en el poder solo la podría mantener sentado sobre bayonetas ensangrentadas.

Hay que tener en cuenta que el chavismo, ni en su forma originaria ni en su forma madurista, ha podido derrotar en 25 largos años, y de modo definitivo, a la oposición. Todo lo contrario, esta se ha mantenido con altos y bajos a lo largo de los gobiernos de Chávez y de Maduro. Pero justamente —y esta es una ironía histórica— la persistencia de esa oposición ha traído consigo que, pese a todos los déficit democráticos del Gobierno de Maduro, hay quienes nos neguemos a calificarlo como una dictadura clásica.

A juicio de algunos opinadores, el de Maduro es un gobierno que, de mala manera u obligado por las circunstancias, ha permitido la apertura de espacios reducidos a la oposición. Esos espacios son partes del "legado" de Chávez. El fenecido presidente entendió que para sostenerse en el poder necesitaba de un mínimo de legitimidad electoral, de modo que siempre se sintió obligado a reconocer la existencia, aunque vilipendiada, de una oposición. Recordemos que en 2003, después del "carmonazo" y del paro petrolero, Chávez lo tuvo todo en sus manos para convertirse en un dictador omnímodo a lo Castro. Y, sin embargo, por las razones que sean, no lo hizo.

Las pinochetadas de Maduro

Ahora bien, la duradera coexistencia entre el Gobierno autocrático y una variopinta oposición ha dado origen a un tenso e informal sistema de relaciones no siempre pacíficas, pero relaciones al fin. Evidentemente, el chavismo, aun sufriendo una estridente derrota electoral, se encuentra demasiado enraizado en la estructura social y política venezolana como para desaparecer de un día a otro en el caso de una debacle electoral. En otras palabras, cualquiera sea el resultado electoral de mañana domingo, la lucha por el poder continuará en Venezuela el lunes. Que esa lucha sea política y no antipolítica es una responsabilidad que no solo recaerá sobre los hombros del Gobierno actual, sino también de la oposición.

Una salida dictatorial, como algunas que ronronean en la cofradía estatal creada por Chávez y después endurecida por Maduro, significaría, sin más ni menos, la destrucción definitiva del chavismo como movimiento social y político para pasar a convertirse en esa forma de dominación que los politólogos denominan "Gobierno pretoriano". O, en otros términos: si después de una mala performance electoral el Gobierno Maduro decide pasar a la lucha armada en contra de un pueblo desarmado, enterraría definitivamente al chavismo como opción política de masas, hecho que sin duda alentaría resistencias entre sectores no dispuestos a renunciar a lo que ellos imaginan como una "revolución socialista" erigida sobre la voluntad mayoritaria de la ciudadanía.

No obstante, las palabras de Maduro no hacen presagiar nada bueno. Entre otras maravillas ha dicho: "La derecha tripartita no va a llegar al poder en Venezuela y me comprometo a no permitir que gane las lecciones el 28 de julio". O esta otra frase: "Si la derecha engañara a la población podría haber un baño de sangre y una guerra civil, porque este pueblo no se dejará quitar la patria ni los derechos sociales". Ahora, si esas pinochetadas son verdaderas, o simples fanfarronadas destinadas a asustar a electores indecisos (si es que los hay) lo sabremos en su determinado momento.

Sin embargo, no debemos dejar de considerar que no es lo mismo disparar contra estudiantes radicalizados que exigen la salida del Gobierno que hacerlo en contra de masas que defienden un resultado electoral obtenido de modo pacífico y constitucional. Los chavistas deberán pensar, no una sino varias veces, lo que harán en el caso de que se vean obligados a tragar los polvos de su derrota. Lo mismo vale para la oposición, aunque en un sentido inverso.

Astucias de la razón

La oposición venezolana ha optado, al fin, por la vía electoral. Después de largos años de infructuosos abstencionismos, la línea democrática ha terminado por imponerse por sobre la antidemocrática línea antielectoral. La contienda entre los representantes de esas dos líneas, la electoral y la antielectoral, ha sido prolongada y dura.

Si hacemos un repaso de una ya larga historia, veremos que desde un comienzo, con el intento de desbancar a Chávez vía golpe de Estado y con un paro petrolero insurreccional, la oposición no ha tenido siempre un comportamiento democrático. Por el contrario: ha mantenido durante diversos periodos su primacía autoritaria y antipolítica. Solo recién, en 2006, logró articularse electoralmente alrededor del caudillo zuliano Manuel Rosales. En 2007 obtendría su primera victoria electoral derrotando al mismo Chávez y a su plebiscito constitucional. Paradojalmente, defendiendo la primera Constitución chavista, la oposición debió constitucionalizarse a sí misma. 

En 2013 Henrique Capriles trazaría durante su campaña electoral los llamados cuatro puntos cardinales de la oposición: democrática, constitucional, pacífica y electoral. Siguiendo esa brújula, la oposición unida logró en 2015 un gran triunfo en las elecciones en la Asamblea Nacional. Maduro, previendo que la Asamblea Nacional había construido un poder insurreccional, se dedicó a torpedearla gobernando mediante decretos. Objetivamente algunos parlamentarios de la oposición ayudaron a Maduro en esa empresa.

La frase de Ramos Allup según la cual daba seis meses para que el Gobierno de Maduro cayera, muestra de qué modo la antipolítica había avanzado al interior de la oposición. Siguiendo esa línea "insurreccional", esa oposición se embarcó en el fracasado Revocatorio de 2016, lo que en sí no habría sido problemático si no hubiera descuidado la lucha más importante: las elecciones regionales de 2017, las que perdió de modo inobjetable.

Abandonada la ruta electoral, la oposición pasó a ser conducida por sus sectores más extremistas. Las luchas callejeras de 2017, originariamente planteadas en defensa de la Asamblea Nacional, se convirtieron en "marchas sin retorno" que dejaron detrás de sí regueros de muertes inútiles. En 2018, en un alarde de torpeza inaudita, los sectores democráticos de la oposición (sobre todo, los partidos Primero Justicia y Acción Democrática) capitularon frente a las presiones de los sectores extremistas y decidieron regalar, mediante una absurda abstención, el Gobierno a Maduro.

Muy poco después, en 2019, irrumpiría la locura total representada en la figuras de Leopoldo López y su representante terrenal Juan Guaidó. La era del "fin de la usurpación sin tener con qué", de los cucutazos, de los macutazos, de la subordinación al Gobierno de Trump, de los intentos de golpes de Estado (30 de abril), de las ridículas embajadas del "Gobierno interino", todo eso ha quedado atrás y algunos electoralistas de hoy no quieren ni recordarlo. Bajo la hegemonía de López-Guaidó, la tragedia de la oposición se había convertido en comedia y la comedia en farsa. Maduro podía respirar tranquilo y dormir, según sus propias palabras, "como un bebé". Los partidos de la oposición yacían en ruinas, sus dirigentes estaban desacreditados. 

En 2024 los ciudadanos, en un gesto de protesta contra los partidos ayer mayoritarios y después convertidos en cáscaras vacías, dieron como ganadora de las primarias a María Corina Machado, reconocida representante de la intransigencia. Maduro debe haberse sentido muy feliz con ese resultado. Machado polarizaba, y lo que más conviene a un Gobierno como el de Maduro es la polarización. Sin embargo, el mandatario no contaba con la posibilidad de que la razón de la historia puede ser a veces muy astuta.

Sin entrar en profundidades filosóficas —no es el caso— Hegel se refería con el término "astucias de la razón" (Fenomenología del Espíritu) al hecho de que muchas veces los resultados de los procesos históricos no equivalen a los intereses particulares o subjetivos, sino a una razón que los supera, de modo que el objetivo final dista de ser el trazado por sus propios actores. Si quisiéramos expresar de modo popular esa visión hegeliana, podríamos formularla con el dicho "nadie sabe para quién trabaja".

En ese sentido, no deja de ser astuta la razón que convirtió a la líder Machado, considerada hasta hace poco como representación del divisionismo radical, en la máxima representante de la unidad política de toda la oposición venezolana. Los hechos los desencadenó, sin habérselo propuesto, el propio Maduro al inhabilitar a Machado y luego a la profesora Corina Yoris. Sin darse cuenta tal vez, Maduro estaba repitiendo el guion de las elecciones de 2022 en Barinas, cuando, después de que el Gobierno inhabilitara a dos candidatos, hubo de ceder el paso a Sergio Garrido, de Acción Democrática, quien terminó derrotando, nada menos que en la tierra natal de Chávez, al favorito de Maduro, Jorge Arreaza. 

Siguiendo el ejemplo que Barinas dio, asistida por un rapto de buen juicio, o tal vez siguiendo consejos de algún asesor inteligente, María Corina Machado nombró como candidato al exdiplomático Edmundo González Urrutia, un hombre cuya forma política de ser dista de la de un radical enardecido como son algunos que rodean a la valiente líder. Visto el tema de esa manera, en vez de imponer posiciones extremas al conjunto de la oposición (era lo que esperaba Maduro), Machado asumiría posiciones de centro, descolocando al oficialismo.

La unidad Machado-González tiende, de un modo muy simbólico, a unir a los dos ríos afluentes de la oposición venezolana: el de la épica sin política de Machado y el de la política sin épica de González. Unidos los dos nombres en afortunada simbiosis, han dado origen a una política con épica, enfrentada a un Maduro sin épica y sin política. 

María Corina Machado es la líder, Edmundo Gonzales Urrutia es el candidato. Un liderazgo y una candidatura que no servirían de nada si la astucia de la razón histórica no hubiera producido una unidad que hasta hace poco no tenía cómo ni dónde aparecer. Ambos nombres, Machado y González, son los legítimos representantes de una oposición unida hoy como nunca lo había estado antes.

No deja de ser llamativo el hecho de que quienes fueron los líderes democráticos y candidatos a presidentes de esa oposición, Manuel Rosales, Henrique Capriles y Henry Falcón, dejando rivalidades y rencillas a un lado, han dado todo su apoyo a la candidatura de Edmundo González Urrutia. Los momentos democráticos del ayer se unen con los del presente político. Mañana 28 de julio será un día decisivo.

Lo que ha nacido en Venezuela es una revolución democrática, pacífica, constitucional y electoral.


Este artículo, dedicado por su autor al profesor Álvaro Toro in memoriam, apareció originalmente en el blog Polis. Se reproduce con autorización del autor.

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15 comentarios

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Fernando Mires, nacido el 23 de febrero de 1943 en Santiago de Chile, Profesor Emérito de la Universidad de Oldenburg, Alemania, autor de numerosos artículos y libros sobre filosofía política, política internacional y ciencias sociales. En 1974 hubo de abandonar su país como consecuencia del golpe de Estado………
Fernando Mires, es el típico chileno que trata de inventarse la historia, un tipo de izquierda, que se acogió a la “beca Augusto Pinochet” y aprovechó para quedarse en Europa, DC debe tener cuidado con lo que publica, ya nos han tratado por años de lavarnos el cerebro, no creo que merezcamos más abusos a las cuatro neuronas que la involución nos dejó.

Yo, como la mayoría de los foristas, pienso que Maduro y su cúpula gansteril-comunista, con el asesoramiento de los expertos en el terror de masas y la manipulación y la censura mediática cubanos, consumarán el gigantesco fraude que ya comenzaron cuando vetaron a M. Corina a presentarse, y declararán a Maduro vencedor de las elecciones. Es muchísimo lo que se juegan tanto la cúpula gansteril venezolana y sus tutores de la Habana, que están dispuestos a jugárselo todo, incluso la posibilidad de una guerra civil, para mantenerse en el poder. La clave estará en el posicionamiento de los mandos medios de las fuerzas policiales y de las fuerzas armadas cuando los envíen a reprimir a sangre y fuego, porque la oposición esta vez va a salir en masa a defender su victoria a las calles. Corina no es Capriles ni Guaidó, y la líder opositora ha dejado muy claro que llegarán hasta el final para culminar la victoria, porque está más que claro que Maduro perderá estos comicios.

A propósito de elecciones, DDC está muy callado con respecto a lo que está sucediendo en la de USA. Por ejemplo, "Mr Garfield" le ha dicho a los cristianos, precisamente en West Palm Beach, precisamente el 26 de Julio "que si ellos votan por él, no tendrían que votar otra vez". Yikes! ¿Qué vendría después? Yo no puedo adivinar el futuro pero al leer la noticia recordé la famosa frasesita de barbatruco "¿Elecciones para qué?".

Caballero del país del Sol naciente:
La cuestión consiste en que Garfield además de la frase de Castro I de Biran, ha repetido la del Quijote a Sancho pero con tonos propios de la psicología de los nietos color zanahoria de la pérfida Albion
Stop Vance !!! with Kamala we run into ...

Y como Venezuela es un sustento económico, logístico y aliado estratégico para la supervivencia del régimen castrista, el/los agente(s) de opinión de la dictadura que se esconde(n) detrás del usuario El Santo se “activa” para excretar que tanto chavistas como antichavistas tienen opciones equilibradas de triunfo en las elecciones. Alerto que se aproximan horas y días muy activos por parte de estos vomitivos personajes.

Profile picture for user JCAleman

Esa vieja comunista de la Santica lo más útil que ha hecho en su vida es agacharse. Esos temas son los que activan a estas perras serviles.

Profile picture for user El Santo

Jajajaja.....
Hombre Pedrito, para mí no debería ser motivo de asombro lo que tú dices, porque es a lo que te enseñaron en la isla, subnormal.

Profile picture for user JCAleman

Jinetera igual que la madre que te pario, o más bien te cago, jajaja, porque para ser una fletera comunista no hay que ser tan ignorante, pendeja y combatiente.

Profile picture for user El Santo

Apareciste capullo!!!
¿Qué te pasó? Desde tu último ataque de histeria conmigo
no te había vuelto a encontrar hasta ahora.
Yo pensé que te habías desaparecido para que te corrigieran ese problemita que tienes con tu tubo digestivo invertido, pero ya veo que no.
Mira: No olvides que aún te falta mucho para superar el nivel de imbécil avanzado.
Y para la próxima fíjate bien lo que dices, porque creo que estás confundiendo a mi madre con la tuya.
Jajajaja....

Profile picture for user El Santo

La oposición venezolana no acaba de aprender. Una vez más va divida y este es un punto a favor del chavismo.
Las expectativas son enormes para todos, tanto chavistas como antichavistas en unas elecciones donde los dos candidatos principales ya se están proclamando ganadores sin haber abierto las urnas.
Mañana se acaba la incertidumbre para los venezolanos y veremos si las encuestadoras que se han encargado de jugar a la promoción y a la confusión acertan.

Bah Maburro hara´ fraude y pasara por los c......a la oposicion

Si Maduro gana, es lo más probable, es por un fraude. El pueblo lo odia a muerte.

Mañana habrá un FRAUDE COLOSAL de Maduro y de su Consejo Nacional Electoral. Y las consecuencias de ese fraude no son pronosticables hoy. Esperemos los hechos. Pero no que Maduro acepte civilizadamente entregar el poder, aún si tuviese que reconocer su derrota electoral en caso de que el fraude fuese imposible por una mayoría apoteósica de votos de la oposición. Nunca como hoy he deseado más estar totalmente equivocado.

Señor R.A.Q.
Maduro cometerá fraude, porque no tiene opciones de ganar, lo que sucederá es que el propio Maduro y los Castrofascistas que lo " asesoran" no saben ni quieren saber es que María Corina Machado y su Candidato tienen detrás al pueblo de Venezuela que quiere salir del chavismo y de lo que representa y que María Corina Machado no es el pendejo y cobarde de Capriles. Si Maduro se aventura a un fraude tendrá que buscar donde meterse porque los militares, y no los generales, los de abajo le van a poner un supositorio de plomo a él y al Disolvente Diosdado Cabello. Espere y verá.

Profile picture for user Ana J. Faya

Todos los pronósticos, incluido este análisis de Mires, coinciden en que 1) la oposición tiene mayoría para mañana, y 2) Maduro hará todo lo que esté en sus manos para no perder su mandato en Venezuela. Hay que seguir las noticias mañana y ver cómo se mueve Maduro, la oposición, y también los gobiernos de la región, si al lado de Lula que ha abogado por un proceso electoral democrático, o de La Habana, que no ha dicho ni pío pero tiene mucho que perder en estas elecciones, y tiene cientos de cubanos en suelo venezolano.