Es comprensible que, tras décadas de aislamiento, encontrar buques estadounidenses descargando vehículos en puertos cubanos sea información de primera plana y se destaque el aspecto cuantitativo de este novel comercio que en los últimos 15 meses ha movilizado más de 20 millones de dólares.
Pero la noticia a resaltar no debería ser los "muchos" carros que se está importando, pues eso de "mucho" es solo un espejismo surgido de comparar 20 millones gastados en autos —muchas veces de alta gama— con la miseria generalizada de un país cuyo salario medio ha caído por debajo de cinco dólares mensuales y continúa desplomándose.
La verdadera noticia debería ser la contraria, es decir, que en 15 meses solamente se hayan importado 20 millones de dólares en autos nuevos y usados, motocicletas, tractores y repuestos de diversa naturaleza, lo que es extremadamente poco dada la gigantesca necesidad de ampliar y renovar el que probablemente sea el parque automovilístico más vetusto, contaminante, ruidoso, ineficiente y feo del universo.
Lo verdaderamente noticiable, entonces, es que en un país donde no ha habido transporte público mínimamente cómodo y confiable durante los últimos 60 años, donde tener un Oldsmobile de 1947 es un lujo, mientras un Lada de 1992 pasa por moderno, apenas se estén importando algo más de un millón de dólares al mes en vehículos, piezas y partes, cuando podrían ser cinco o diez millones mensuales, teniendo en cuenta la capacidad de compra de los cubanos emigrados y la robusta demanda interna expresada en los exorbitantes precios en que se transa cualquier vehículo hoy en Cuba.
La insignificancia del nivel actual de importaciones se demuestra en que, aunque están llegando vehículos desde 2022, aumentando así su oferta en el mercado interno, y habiendo estabilidad de demanda, deberían haber bajado los precios, pero no se ha visto tal efecto, y aún hoy un carro americano posterior a la Segunda Guerra Mundial o uno soviético con 30 o 40 años de servicio cuestan el doble o el triple de lo que costaría comprar y traer —si algo no estuviese encareciendo las importaciones— un sedan moderno usado desde Estados Unidos, México, Panamá, Japón o Singapur.
Incluso en medio del inmenso desastre que es la economía cubana, donde las desinfladas expectativas de un futuro mejor han reducido los precios de las viviendas al punto de pulverizar el mercado inmobiliario, el mercado de vehículos ha seguido vigoroso, porque carros y camiones, aparte de bienes de consumo, son bienes de capital, son una inversión productiva.
Lo relevante, entonces, es que aun habiendo una fortísima demanda y capital fluyendo en el mercado de vehículos cubano, las importaciones sean tan minúsculas en relación a lo que serían si el castrismo no estuviese, una vez más, bloqueando al pueblo, impidiéndole prosperar.
Que mediante aranceles el castrismo se embolse entre 20.000 y 56.000 dólares por cada vehículo, más la imposición de solo poder importar mediante empresas estatales, frenan la entrada a Cuba de miles y miles de autos, camiones, tractores, guaguas y demás transportes que tanto necesitan el pueblo y la paralizada economía nacional.
Y es que, en términos estrictamente económicos, para el propio Gobierno sería conveniente que llegasen rápidamente miles de vehículos modernos, pues un sistema de transporte ampliado y modernizado facilitaría la vida de los cubanos y dinamizaría la economía haciéndola no solo más ágil, sino más eficiente en términos de consumo de partes y piezas de repuesto y de cantidad de combustible quemado por kilómetro recorrido o tonelada desplazada. Sin embargo, la vileza de este sistema es tal que, la casta gobernante, prefiere quedarse tuerta con tal de mantener al pueblo ciego.
Sustituir los miles de antiguallas que afean las calles de Cuba, tiznando con hollín el aire y destrozando con su mastodóntico peso la deficiente pavimentación, sería un enorme revulsivo económico y permitiría transportar a los millones de personas que hoy se derriten esperando guaguas fantasmas en paradas bajo un sol de melanoma. Además, mayor oferta de transporte, inevitablemente, reduciría los absurdamente altos costes de moverse hoy en las ciudades cubanas.
Por supuesto, también se abarataría y mejoraría el transporte de mercancías incluso —y fundamentalmente— para las propias empresas estatales, reduciendo sus costos y tiempos de producción, impactando como ola positiva toda la economía nacional.
Sin embargo, ante la posibilidad de modernizar y ampliar el transporte en Cuba, todo pagado con dinero privado, pero donde el mayor beneficiario sería el Gobierno mismo y la estabilidad de su anacrónico sistema, el castrismo, en vez de facilitarlo, lo está impidiendo.
Siendo las ventajas económicas de remotorizar el país infinitamente superiores a los ridículos 20 o 30 millones de dólares que están obteniendo hoy con esos aranceles disparatados —algo que no alcanza ni para cubrir los gastos en peletería de la primera dama— que son la barrera que impide la masificación de las importaciones de medios de transportes, se hace obvio que la razón de tan cruel autobloqueo no es económica sino política, o más bien es un cálculo de poder donde siempre, y sin excepción, los intereses de los poderosos que se mueven en Mercedes Benz se sobreponen a los intereses de los infelices que ni en guagua se mueven ya.
No se cómo todavía, alguien puede creer que en el Castrofascismo algo se mueve,
No se mueve ni se moverá porque el Castrismo como forma de Gobierno se encuentra en estado terminal su desaparición es cuestión de tiempo se mueve por inercia, y sus personeros, en todos los niveles de su entramado viven del presupuesto y de esquemas de corrupción más o menos solapados. Entre esos esta el llamado transporte público, . Todos sentados a ver qué toca..,
Irán trabaja con planes de sucesión de Khamenei. “The current path is certainly not sustainable and will be even more risky after his death.”
https://www.ft.com/content/…
Y en Cuba, después de Raúl Castro, ¿quien tiene la última palabra entre los militares?
Los caudillos tropicales prefieren que se hunda todo antes que dejar sustitutos. Vean el caso de Joaquín Balaguer en república dominicana, que envió al partido reformista al olvido porque con 92 años quería reelegirse.
Para que el transporte fluya, además de lo dicho por la autora en este buen análisis, es que hay que arreglar calles, vías férreas, y hasta el ferry a Batabanó; hay que tener combustible, y hay que poner a funcionar el transporte público ...más no sé cuántas cosas más habría que enderezar. Aparte de que se le compraron los carros a los ESTADOS UNIDOS, no a Rusia en el brillante viaje solidario que hizo Díaz-Canel S, ni a China, no, a EEUU con quien no se quiere tener comercio regular, y se le acusa constantemente de cualquier cosa. Tan útil que sería dejar de violar ddhh, dejar de reprimir "al otro" y poner a funcionar una economía de mercado que daría resultados inmediatos en beneficio de la población que, según ellos, dicen amparar.
Anita "mas que tener" todo eso, lo que "no hay que tener" es a esa lacra en el poder
Señor "cacique", le agradezco el comentario, solo que en mi caso esa opinión repite lo que sé desde hace rato. Y lo de "Anita", nadie me lo ha dicho nunca, mucho menos personas ajenas, y francamente, ese diminutivo no tiene nada que ver conmigo.
La falta de transporte encarece el traslado de personas y productos. Sin embargo, el transporte ferroviario no funciona como sustituto al transporte urbano, y el gobierno ni siquiera ha invertido en bicicletas chinas. Digamos que el aparato nacional de distribución y logística está en coma. La fractura de la logística entre los productores y los mercados, crece más amplia y más profunda.
20 millones en autos para todo un país, en todo un año, es una cifra ridículamente baja. En el desglose, que leí hace pocos días, recuerdo una cifra que me llamó la atención; en camiones de más de 20 toneladas, el monto de inversión era de poco más de 130 mil dólares. De cuantos camiones estamos hablando? Si un camión de ese tonelaje con más de 20 años de uso en buenas condiciones no baja de 40000 dólares y se supone que los que están importando deben tener menos de 5 años de uso, hablamos de 2 o con suerte 3 camiones , nos da una idea de que como decía Gardel; que 20 años no es nada, pues 20 millones en autos es mucho menos.
En los anos del subsidio (parasitismo) sovietico, el campo de concentracion antillano recibia por medio del CAME 100s de miles de omnibus y todas la piezas de respuesto, ademas de las plantas de ensamblaje y el petroleo, aun asi, el servicio de transporte nunca se regularizo a un estandar ni medianamente aceptable.
Esto se debe en parte a la ineficiencia intrinsica del comunismo y a la necesidad de controlar a la poblacion manteniendola ocupada y enfrentada en colas que demoran o impiden su movilidad.
Ahora, sin un host al que parasitar y una economia aun mas en ruinas, los gansters socialistas seguiran priorizando su transporte, el de la policia y el que mueve los cuatro tanques viejos con los que intimidan a los esclavos.
La movilidad nunca ha sido amiga del totalitarismo, por eso en Korea del Norte hay que pedir permiso para viajar de un pueblo a otro.
No abrirán la economía. Por ahora tratan de ganar tiempo esperando que aumenten las remesas de los que se fueron recientemente o aparezca un nuevo tonto que los mantenga.
Los que han venido recientemente y cuentan entre 35- 20 años apenas saben escribir y hablar el español en su gran mayoría.Carecen de preparación técnica o profesional Tienen que trabajar de ayudantes de construcción,en fábricas o fregando platos ,limpiando habitaciones de hoteles.No creo que con los altos alquileres,tarifas de electricidad, teléfono, seguro de auto puedan enviar mucho dinero a los verdeolivos