En un panorama global sin precedentes, con elecciones en más de 70 países del mundo, en América Latina y el Caribe se realizarán seis comicios presidenciales en 2024, siendo El Salvador y Venezuela los dos casos más preocupantes en materia de calidad democrática.
El mundo en su conjunto tendrá, este año, un punto de inflexión en materia electoral. De acuerdo con la revista británica The Economist, la mitad de la población del planeta irá a las urnas, un hecho sin precedentes.
No todas las elecciones, sin embargo, serán señales democráticas. En algunos casos servirán para que se prologue el poder autoritario, como en Rusia, mientras que en otros parece estar en juego incluso el futuro de la nación, como sucede con Taiwán.
En América Latina, el calendario electoral arrancará en febrero en El Salvador, y posiblemente concluya en diciembre en Venezuela, sin que haya fecha oficial aún para estos comicios, lo cual habla precisamente de las particularidades de las elecciones venezolanas, cuyo calendario y condiciones para la oposición están en vilo.
Tras asumir el poder de forma interina en 2012, por decisión del propio Hugo Chávez en su última aparición pública, el gobernante Nicolás Maduro apuesta a su permanencia en el poder hasta 2030. Mientras, sigue sin resolverse la participación de la opositora María Corina Machado, gran favorita en las encuestas, pero sobre la que pesa una inhabilitación política ampliamente cuestionada.
Y es que, si las elecciones ocurrieran de forma libre en el país, según lo que proyectan los sondeos, la proporción de votos sería 70-30 a favor de Machado por encima de Maduro.
Sin embargo, tanto la participación de Machado como las condiciones en las que ocurrirán estos comicios, además de la propia fecha de la elección, forman parte de un opaco proceso de negociación que —si bien involucra a los actores locales de la oposición— en realidad transcurre a través de la comunicación directa entre la Casa Blanca, en Washington, y el Palacio de Miraflores, en Caracas.
Será tal negociación, a fin de cuentas, la que confirme si las elecciones de Venezuela serán las últimas de este 2024 en la región, en caso de celebrarse en diciembre, y si en dichas urnas electorales se podrá expresar el deseo de cambio que según las encuestadoras comparten ocho de cada diez venezolanos.
Por su parte, en las votaciones salvadoreñas, previstas para el 4 de febrero, se pronostica una victoria clara del actual presidente, Nayib Bukele, quien gracias a su mayoría en la Asamblea Legislativa y al control sobre el poder judicial, logró modelar un esquema de relección inmediata, taxativamente prohibido en la Constitución.
Además de las elecciones en El Salvador y Venezuela, también se elegirán presidentes en Panamá, República Dominicana, México y Uruguay.
"Efectivamente, en América Latina tendremos seis elecciones presidenciales en 2024, dentro del gran ciclo electoral que va a vivir el mundo. Lo que resalta es que este ciclo está poniendo a prueba la democracia, por todos los procesos de deterioro y las nuevas amenazas precisamente para la democracia", explica a DIARIO DE CUBA la experta Carmen Beatriz Fernández, profesora en la Universidad de Navarra, España.
A su juicio, en 2024 estarán presentes lo que denomina "cuatro demonios" que acechan la democracia globalmente. "Polarización, desinformación, populismo y pérdida de confianza de la ciudadanía".
"En América Latina hemos tenido a estos mismos demonios e incluso en algunos casos de forma pionera", añade la experta en elecciones y comunicación política. Desde su punto de vista, es preocupante "cómo la desinformación está afectando a la política y en particular a las campañas electorales".
Globalmente, habrá mucho interés en las votaciones en la India, la democracia más poblada del mundo, así como en las de Estados Unidos, que parecen gravitar en torno a la figura de Donald Trump. También habrá elecciones en Rusia, con un Vladimir Putin que pretende relegirse hasta 2030, un período que, de completarlo, lo haría estar en el poder más tiempo que Josep Stalin, quien con mano de hierro gobernó a la extinta Unión Soviética por 29 años.
Y así como hay claridad en las elecciones en Rusia y en el interés de Putin de perpetuarse en el poder, hay serias dudas de que Ucrania, el país asediado por las fuerzas rusas desde febrero de 2022, pueda celebrar comicios presidenciales este año, tal como corresponde. El marco legal ucraniano permite suspender elecciones si hay una guerra, con lo cual se prevé que la presidencia siga en manos de Volodímir Zelenski.
En tanto, volviendo a la región latinoamericana y caribeña, para Fernández, el conjunto de elecciones puede leerse bajo el prisma de continuidad o cambio. En El Salvador será la continuidad, así como en el México hoy gobernado por Andrés Manuel López Obrador, en donde figura como favorita la adlátere del mandatario, Claudia Sheinbaum. Para Fernández, la novedad allí constituye la senadora Xóchitl Gálvez como principal figura de la oposición, lo que hace probable que los mexicanos serán gobernados por una mujer a partir del 1 de octubre de 2024.
En República Dominicana, el actual presidente, Luis Abinader, busca la reelección, pero las encuestas no muestran con claridad si lo logrará el venidero 19 de mayo. Abinader ha recrudecido un discurso xenófobo hacia los haitianos que cruzan sin documentación hacia territorio dominicano, y analistas estiman que esto podría favorecerle en un clima de opinión muy negativo hacia la inmigración del país vecino.
Por otra parte, un cambio, aunque hacia algo ya conocido, podría tener lugar en Panamá. El favorito, según los sondeos, es el hoy opositor Ricardo Martinelli, quien fuera presidente entre 2009 y 2014. Sobre el ex mandatario pesan diversas denuncias de corrupción, e incluso fue sancionado por Estados Unidos, pero esto no ha hecho mella hasta ahora en su popularidad. El 5 de mayo enfrentará al actual vicepresidente, José Gabriel Carrizo.
En Uruguay, entretanto, las candidaturas presidenciales se definirán a mediados de 2024 y las elecciones ocurrirán el 27 de octubre. En líneas generales, al concluir 2023, los sondeos mostraban una inclinación mayoritaria hacia el cambio, con lo cual se proyecta como posible un regreso al poder del izquierdista Frente Amplio, formación en la que recientemente dos mujeres oficializaron su intención de concurrir a las elecciones de cara a definir la candidatura presidencial, junto a otros dos aspirantes. Se trata de las alcaldesas de Montevideo, Carolina Cosse, y de Canelones, Mabel Curbelo, con lo cual eventualmente una mujer podría acceder a la jefatura de Estado en Montevideo.
El articulista no descansa tratando de demostrar que Bukele es un peligro para la democracia. Ojalá todos las dictaturas de América fueran como la que le endilgan a Bukele. De todas formas el tiempo es juez.
Amigo Cañizares, JC Aleman tiene razon. Es a la ola populista izquierdista a la que hay que temer.
Es verdad que no solo en Rusia las elecciones "servirán para que se prologue el poder autoritario", pues en las pantomimas electoreras de narco tiranias como las de Cuba, Venezuela o Nicaragua, los elegidos han sido y seguiran siendo los mismos gangsteres en el poder que cuentan los votos.
Algo mas, no es la "polarización, desinformación, populismo y pérdida de confianza de la ciudadanía" lo que amenaza la democracia, es la tendencia irreversible y destructiva hacia el Socialismo del Siglo XXI, que enmascarado en el progresismo globalista (fronteras abiertas, igualitarismo, estados benefactores, teorias de genero, divisiones raciales, fanatismo climatico), terminara arrasando a occidente y arruinando a 3/4 partes del planeta.
Tal vez para entonces el articulista despierte y se de cuenta por donde en realidad entran las termitas a la casa.