Acaso habrá una salida anticipada de Luis Almagro de la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA), tal como ocurrió con Mauricio Claver-Carone quien a fines de septiembre fue destituido como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Es la pregunta que flota en los pasillos de la OEA mientras el excanciller uruguayo vive sus horas bajas en el organismo.
Tanto Almagro como Claver-Carone tienen en común tres cosas. Mantuvieron relaciones con mujeres subordinadas de sus respectivos organismos y esto llevó a la decisión de contratar una investigación independiente externa a las entidades.
La investigación externa contra Almagro fue aprobada casi por unanimidad el viernes 11 de noviembre en Washington y los resultados serán decisivos para determinar si el político uruguayo podrá concluir su segundo periodo de cinco años en 2025 o si es destituido.
La tercera cosa en común que tienen Almagro y Claver-Carone fue que el Gobierno de Donald Trump, en su etapa final, resultó decisivo para sus respectivas designaciones.
Un funcionario intermedio del Departamento de Estado al ser consultado por DIARIO DE CUBA, ratificó que hay una clara voluntad del Gobierno de Joe Biden por dar un mensaje ejemplarizante en estos organismos interamericanos, en el cuales usualmente EEUU tiene un peso determinante, al ser el principal financista.
La salida de Claver-Carone se produjo a fines de septiembre. La situación de Almagro se definirá en pocas semanas, estiman observadores.
La resolución votada en el Consejo Permanente de la OEA para abrir la investigación contra Almagro provino paradójicamente de Uruguay, su país de nacimiento, y de Antigua y Bermuda, precisamente un país caribeño que mantiene una abierta relación de confianza con el régimen de Nicolás Maduro.
Un Almagro originalmente de izquierda, según observadores se fue "derechizando" en Washington, especialmente en torno al tema Venezuela, y su tensa relación con el chavismo. Asumió la secretaría general en 2015, una candidatura que paradójicamente impulsó Venezuela para quien había sido el canciller del Gobierno de José Mujica.
Almagro, aún con influencia dentro del variopinto conjunto de países americanos, alineó al organismo de forma abierta con las posiciones de Trump, precisamente desde la irrupción de Juan Guaidó al frente de la Asamblea Nacional, y que el joven dirigente opositor pasase a ser considerado presidente interino. Esto fue en enero de 2019.
Los años 2019 y 2020 los definió la Casa Blanca como de "presión máxima" sobre Maduro, en una estrategia que no logró quebrar la unidad de quienes detentan el poder en Venezuela. Almagro, entonces, estuvo en la primera línea teniendo posiciones coincidentes con la Administración Trump y el Partido Republicano.
El regreso de los demócratas a la Casa Blanca y el giro que se le dio a temas cruciales en la región, en particular con Venezuela, donde el Gobierno de Joe Biden abrió un canal de comunicación directa con Caracas desde inicios de este 2022, dejó de alguna manera fuera de lugar el discurso de un otrora beligerante Almagro.
Junto a esto, está el reordenamiento ideológico en América Latina con una nueva ola de gobiernos más a la izquierda y hasta el abierto cuestionamiento hacia Almagro y la OEA, como ha sido el caso del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.
Hace un mes, en Lima, en la asamblea general de la OEA, como reseñó DIARIO DE CUBA, no solo se evidenció el disminuido rol de EEUU para marcar la pauta en las Américas, sino que también reveló las posiciones ambiguas de diversas democracias del hemisferio ante la consolidación del autoritarismo en Venezuela o las olas represivas de Cuba bajo el castrismo y la deriva autoritaria que asola a Nicaragua.
No es la OEA que religió a Almagro en 2020 con la esperanza de impedir el avance autoritario en la región. Almagro, además, se distinguió por visibilizar y ser aliado de la lucha democrática en Cuba, con frecuentes reuniones y asistencia a eventos organizados por exiliados de la isla bajo control del castrismo.
Todo apunta a que la "conducta impropia" quedará documentada con la investigación sobre la relación de Almagro con una politóloga mexicana, que era un secreto a voces en los pasillos de la OEA. Inicialmente lo negó y este viernes confirmó que sí había ocurrido, pero negó que hubiese privilegiado a esta funcionaria dentro de la organización hemisférica. Esta relación habría sido la causa de su segundo divorcio.
Políticamente, es posible que el excanciller de Uruguay tal vez termine recibiendo un golpe de vuelta de varios países por lo que fue su rol ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y su decisión sin precedentes, como secretario general de la OEA, de contradecir una decisión de la CIDH, que por estatuto es un ente autónomo.
A fines de 2020, tras ser reelecto como secretario general de la OEA, Almagro tuvo un pulso que le enfrentó durante semanas con la CIDH, por la renovación del mandato de su secretario ejecutivo, Paulo Abrão, a quien habían ratificado en el cargo por cuatro años más. Finalmente, el brasileño renunció para allanar una situación crítica.
Durante algo más de un mes se registró un inusual conflicto ventilado a través de Twitter entre el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, y el pleno de los comisionados de la CIDH, que de forma unánime cerraron filas para defender a Abrão, señalado por personal del organismo por malos tratos y acoso laboral.
Entretanto, el código ético de la OEA estipula que sus trabajadores "no deberían consentir que ninguna relación íntima con otro miembro del personal o colaborador interfiera en el ejercicio de sus funciones ni represente un obstáculo para otros en el puesto de trabajo".
Además de la historia sentimental con la politóloga mexicana Marian Vidaurri, y si violó el código, Almagro también será investigado por otra acusación anónima que le señala de que no protegió adecuadamente y despidió a una exempleada doméstica que trabajaba en la residencia oficial de la OEA y que había sido agredida por la exesposa del secretario general. La pesquisa deberá determinar si Almagro tenía conocimiento de esos supuestos abusos y la causa del despido de la trabajadora.
Almagro parece que espera una respuesta a la gran pregunta: ¿Qué rayo se puede hacer con tanta mierda de gente, que ni aprende ni escarmienta, y si sale del hueco es para volver a caer en otro?