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Argentina

Agobiado por la crisis, el peronismo ensaya un Gobierno a tres bandas en Argentina con un superministro económico

Ante la profunda crisis Argentina, el peronismo elige a Sergio Massa como superministro en el área de Economía, una suerte de jefe del cuerpo de bomberos en medio de un incendio.

Brasilia
El nuevo 'superministro' de Economía argentino, Sergio Massa (izq), y el presidente Alberto Fernández.
El nuevo 'superministro' de Economía argentino, Sergio Massa (izq), y el presidente Alberto Fernández. S. Massa/Twitter

Los registros económicos de Argentina en algunos rubros como inflación o reservas internacionales son semejantes en estos días a los de hace dos décadas, cuando el país sobrevivía a una crisis de envergadura. El peronismo en el poder, que ya venía con un problemático modelo bicéfalo, ensaya ahora un Gobierno a tres bandas, con la asunción del político Sergio Massa como superministro en el área de Economía.

Sergio Massa, quien ha venido ejerciendo como presidente de la Cámara de Diputados, ha destacado por sus habilidades políticas para dialogar con la oposición y se ha manifestado pragmático en lo económico, fue designado como una suerte de superministro con la fusión de varias dependencias ahora bajo su mando y un perfil político propio que no tuvieron sus antecesores en el actual Gabinete. Massa se presenta como una suerte de jefe del cuerpo de bomberos en medio de un incendio.

La papa caliente que tiene entre manos el Gobierno de Alberto Fernández y de su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien fue jefe de Estado entre 2007 y 2015, quedó transparentada en esta decisión: una ministra de Economía, con menos de un mes en el cargo, fue sustituida mientras regresaba de Washington, tras asegurarle allí al Fondo Monetario Internacional que tenía pleno respaldo político para continuar con el plan de ajustes que había negociado su predecesor.

Como si se tratara de una comedia de enredos —obviamente es más bien una tragedia dada la magnitud de los problemas que se acumulan detrás de todo esto—, la ministra Silvina Batakis apenas estuvo tres semanas en el cargo y, según los diarios bonaerenses, ni siquiera pudo terminar de completar su plantilla de colaboradores.

Batakis a su vez sustituyó a Martín Guzmán, quien terminó renunciando de forma sonora por presiones públicas y privadas del kirchnerismo, una poderosa corriente dentro del peronismo que tiene a la vicepresidenta como principal referente.

Este ministro fue el artífice de un acuerdo con el FMI en torno a la deuda que contrajo en 2018 el entonces presidente Mauricio Macri con el multilateral por 44.000 millones de dólares, que es la suma más alta destinada a un país por parte de este organismo en toda su historia.

El acuerdo con el FMI, a su vez, puso el dedo en la llaga. La necesidad de apretar el cinturón en los gastos públicos, un asunto que la propia Cristina Fernández de Kirchner plantea como no negociable, ya que a su juicio el peronismo está comprometido a ayudar a los pobres. Con citas frecuentes a Juan Domingo Perón en sus intervenciones de las últimas semanas, para la dos veces presidenta de Argentina el problema del país no es el gasto público, sino la fuga de dólares.

"Sergio Massa será ministro de Economía, Producción y Agricultura por decisión del triunvirato gobernante que obliga a Fernández a quedarse como presidente formal, pero le cambian todo el esquema de gobierno", sostiene el analista Gabriel Conte.

La dinámica de un Gobierno a tres bandas comenzó a verse con claridad hace escasas semanas. Tras la renuncia de Guzmán al Ministerio de Economía, con una carta pública en la que planteaba que el problema central era político, por la falta de unidad en el Gobierno, Massa toma las riendas para tratar de acercar al presidente y a la vicepresidenta. Aunque parezca inaudito, ambos llevaban tiempo sin reunirse o conversar directamente.

En el diálogo tripartito, que ya incluyó a Massa, el kirchnerismo abogó por la designación de Batakis, pero el perfil más técnico de ésta y un conjunto de posiciones radicales de izquierda que se encontraron en las redes sociales, como su apoyo al castrismo, no contribuyeron a bajar el nerviosismo. La inflación y la tasa de cambio del dólar en el mercado negro se dispararon.

Para los analistas, no quedó otra opción de abrir juego dándole un poder importante en el Gabinete a Massa, quien pidió renuncias, reunificó cargos y reubicó a funcionarios ya antes de su juramentación.

Cristina Fernández de Kirchner, entretanto, sigue en campaña de cara a 2023. Tal como ocurrió en 2019, ella es un factor de poder, pero al mismo tiempo genera rechazos importantes, eso la llevó hace tres años a "colocar" (como el mismo kirchnerismo asegura) como candidato a Alberto Fernández, una figura más suave en materia de opinión pública, y reservarse ella la posición de vicepresidenta.

Conte, como muchos otros analistas, cree que Massa se juega su destino político con la nueva posición. Es una jugada sin duda arriesgada. Si fracasa, será un nuevo chivo expiatorio para quienes comparten el poder desde 2019.

Sin embargo, si logra paliar una crisis estructural que no parece tener fin (déficit fiscal elevado, alta inflación, desconfianza en el peso argentino), seguramente será candidato presidencial con la venia de Cristina Fernández de Kirchner, y se especula que su compañero de fórmula podría ser Máximo Kirchner, hijo de la actual vicepresidenta y del fallecido mandatario Néstor Kirchner.

Pese a que podría serlo, se da por descontado que Alberto Fernández no gozará de apoyo político para buscar la reelección. La vicepresidenta, bajo este esquema que comienza a dibujarse para las elecciones de 2023, apostaría a una posición de senadora que le garantice inmunidad, ante un juicio que se lleva en su contra por presunta corrupción.

Argentina cerró el mes de julio con varios registros que hablan de la magnitud de la crisis. Las reservas internacionales se ubicaron en 1.500 millones de dólares, una suma pírrica si se compara con una deuda externa por encima de los 260.000 millones de dólares. Es la suma más baja de reservas internacionales en dos décadas.

Aunque aún no se dio la cifra oficial de inflación del séptimo mes del año 2022, consultoras privadas estiman que se ubicará en 8% con una proyección de inflación anual de 90%, casi tres veces más que la acordada con el FMI y también en términos similares a dos décadas atrás. La cotización del dólar se elevó en casi 25% solamente durante el mes de julio.

En síntesis, efectivamente hay un incendio en la economía argentina si nos guiamos por estas y otras cifras. Hará falta ver si Massa es el jefe del cuerpo de bomberos indicado para esta situación.

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1 comentario

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Ah, bueno, ahora sí que se va a enderezar Argentina, claro. Pero no hay que dejar atrás al peronismo ni nada de eso, a pesar de que nunca ha hecho otra cosa que prevenir que Argentina fuera lo que pudo ser con los recursos que tiene. Vaya gente tarada, o miserable, a pesar de sus pretensiones.