No se espera, en verdad, una gran sorpresa. Pese al alto rechazo que tiene el chavismo en Venezuela, su uso de la estructura de poder y su capacidad para arrastrar a votantes, terminarán siendo claves este domingo 21 cuando se elijan a gobernadores y alcaldes, en lo que se espera sea un triunfo político para el régimen de Nicolás Maduro.
Son 23 gobernaciones de estado (provincias), 355 alcaldías y 3.082 cargos en cuerpos legislativos regionales y municipales. En términos logísticos es el tipo de elección más complicada de Venezuela. Durante largos años se dividieron en dos, regionales y municipales, pero en esta ocasión la agenda del chavismo impuso una "mega-elección" como insiste en llamarle el sistema de propaganda oficial.
La idea de una elección en la que están en juego muchos cargos, pero no la presidencia ni el estratégico Parlamento, ha servido para presentar mejores condiciones electorales y recuperar la observación electoral especializada de la Unión Europea (UE), que no venía al país desde 2006.
El chavismo apuesta, de acuerdo con analistas, a transmitir un aire de normalidad en la vida política de Venezuela, donde sin embargo están encarcelados unos 252 presos políticos según Foro Penal. El listado de esta ONG tiene la validación de la secretaria general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Si para el chavismo el objetivo está claro, en el terreno opositor la cosa es diametralmente opuesta. Tras fijar una política de abstención en dos elecciones anteriores (presidenciales de 2018 y legislativas de 2020), en esta oportunidad se dividieron las estrategias.
Analistas estiman que existen al menos tres corrientes opositoras. Una, encabezada por Henrique Capriles, que abiertamente llama a votar; otra, que tiene como referentes a Juan Guaidó y Leopoldo López, que acepta a regañadientes la imposición de estas elecciones por parte de EEUU y la UE; mientras que un tercer referente, que tiene vocería en María Corina Machado, sostiene que mientras Maduro esté en el poder no se puede ir a las urnas.
A esto, además, se suma lo que viene llamándose una oposición leal, en construcción por el chavismo desde septiembre de 2019, como lo ha reseñado DIARIO DE CUBA.
La profesora universitaria y columnista Ingrid Jiménez cree que estas elecciones, pese a ser de carácter local y donde no están en juego cargos de alcance nacional, podrían ser un punto de inflexión para la oposición venezolana, más allá de que suceda la previsible victoria del chavismo.
Esta doctora en Ciencias Políticas explica a DIARIO DE CUBA que el resultado electoral, con estas divisiones, no será importante en términos cuantitativos, dado que a su juicio los opositores en el mejor de los casos alcanzarían dos o tres gobernaciones y unas pocas alcaldías en ciudades estratégicas. En su opinión será más importante el carácter cualitativo del proceso.
Un aspecto que deberá tomarse en cuenta es si se alcanza una media de participación electoral, de 50% habitualmente para este tipo de elecciones en Venezuela, lo cual sería una señal de respaldo de la población a la búsqueda de una salida electoral a la crisis.
Otro factor determinante para Jiménez será el reporte final que haga la misión de la UE, que contendrá no solo la documentación de los problemas y del sistema electoral, sino que incluirá un conjunto de recomendaciones. Si tales recomendaciones son tomadas como bandera por los opositores que creen en la vía del voto, encontrarán respaldo en la comunidad internacional.
Según esta analista, los resultados de las elecciones podrán influir en el proceso de negociación entre chavismo y oposición en México, que tiene varias semanas paralizado por decisión de la delegación de Maduro. Fuentes diplomáticas consultadas por DIARIO DE CUBA apuestan incluso a que la delegación opositora pueda tener cambios en su integración, según se evalúen los resultados de este domingo.
Sin embargo, si los venezolanos no acuden a votar el 21 de noviembre, desmotivados o preocupados por problemas de su vida cotidiana, esta abstención aun cuando beneficiaría al chavismo en lo inmediato, desalentaría a los referentes políticos que propugnan por el voto en Venezuela.
"Una abstención elevada le daría una fácil victoria al Gobierno, el partido de Gobierno (PSUV). Siendo primera minoría, pero teniendo organización y capacidad de movilización, sin ser mayoría obtendría la mayoría de cargos en todo el país", adelanta Jiménez.
Lo más importante que pueda ocurrirle a la oposición, sostiene Jiménez, es que los sectores de oposición puedan alcanzar un nuevo liderazgo y definir una estrategia, como resultado de lo que ocurra en las urnas.
Tal vez adelantándose a lo que prevé esta analista, Juan Guaidó quien ha tenido un discurso contradictorio sobre estas elecciones, anunció días atrás que no abandonara su cargo de "presidente interino", pese a que tal reconocimiento sucedió en enero de 2019 por su condición de presidente de la Asamblea Nacional, considerada entonces como el único poder legítimo de Venezuela por más de 60 países occidentales.
Guaidó dijo que seguirá en esta posición hasta tanto se reestablezca la democracia en Venezuela, sin explicar qué fuerzas políticas locales le respaldan en tal decisión. EEUU, que apuesta a jugar a varias bandas en Venezuela con el Gobierno de Joe Biden, simultáneamente saludó las elecciones regionales y ratificó su reconocimiento a Guaidó.