Todo apunta a que habrá un voto favorable este domingo 25 de octubre para que se abra un proceso constituyente en Chile y se pase finalmente página a la Carta Magna heredada de la dictadura de Augusto Pinochet. Sin embargo, este proceso de cambio constitucional se definirá en un momento de polarización y crispación que atraviesa la sociedad de este país sudamericano.
Este domingo más de 14 millones de chilenos podrán concurrir a las urnas para decir si aprueban o no el inicio de un proceso para alcanzar una nueva Constitución. Este plebiscito será la consulta electoral más importante para Chile desde que este país retornó a la democracia en 1990.
Dos analistas consultados por DIARIO DE CUBA estiman que el malestar social que se hizo notorio hace un año, en Chile, puede encontrar una respuesta efectiva en la nueva Constitución, dando por hecho de que una mayoría de chilenos votará a favor de que se active el proceso para llegar a una nueva Carta Magna.
"Una nueva Constitución no necesariamente desactivará la agenda de protestas violentas. No todos los activistas de ese sector están de acuerdo con una nueva Constitución", advierte la periodista Maolis Castro, quien pone de relieve cómo la importante manifestación a favor del cambio del pasado 18 de octubre terminó empañada por los hechos de violencia, que incluyeron la quema de dos templos religiosos.
"Todo lo que ocurre en el escenario político actual de Chile está profundamente marcado por lo que fue la confrontación de los años 70. Por un lado, lo que fue la Unidad Popular y el Gobierno de Salvador Allende, y por el otro lo que fue la dictadura de Augusto Pinochet", sostiene por su parte el profesor de Ciencia Política y analista Miguel Martínez Meucci.
La polarización que envuelve el debate y la acción política en Chile no genera pronósticos prometedores para el sistema político, incluso una vez que se alcance una nueva Constitución. Un año después del estallido social, y tras varios meses de pandemia, se reactivaron las manifestaciones de calle.
El plebiscito tendrá como telón de fondo al coronavirus. Chile está cerca del medio millón de contagios y registra más de 16.000 fallecidos por Covid-19.
Castro cree que la pandemia tal vez tenga un impacto en la abstención de los adultos mayores, que temerosos de contagiarse eventualmente dejen de ir a votar. Pero en general se espera un pronunciamiento masivo de la sociedad chilena.
"En el fondo, el plebiscito sobre la nueva Constitución adquiere la condición de ser una consulta a favor o en contra del legado de Pinochet, el cual ha quedado patente de alguna manera en la Constitución vigente", opina Martínez Meucci, quien tiene un doctorado en Conflicto Político y Procesos de Pacificación de la Universidad Complutense de Madrid.
El analista prevé que la base del conflicto actual en Chile, remarcando una percepción de desigualdad, no se desactivará necesariamente con una nueva Carta Magna. "Las personas se generan expectativas de que al cambiar la Constitución la vida va a mejorar de forma significativa, y eso no es cierto, y esto no ocurre solo en Chile", recuerda.
Para el académico resulta lamentable que en el contexto actual de polarización y crispación que vive Chile, un sector de la población ha perdido de vista la importancia de "todo lo que fue el desarrollo democrático de prácticamente tres décadas" en el país sudamericano.
Este sector, según el analista, no cuestiona el modelo de gobierno de Venezuela o Cuba, ya que termina excusando o justificando las propias dinámicas de desigualdad social que han generado los respectivos regímenes en esos países.
"La gente cree que la violencia llegó para quedarse. Pero sigue creyendo que la nueva Constitución les va a traer mejores pensiones. Por eso, la quema de iglesias no debería dar vuelta el resultado del plebiscito. La violencia ya se normalizó", opina por su parte Patricio Navia, analista político y columnista.
La ola de cambios y el amplio debate chileno sobre la necesidad de una nueva Constitución eran asuntos realmente impensables hace un año en esta nación, que hasta entonces se consideraba una de las democracias más estables de la región.
Los chilenos parece que no han entendido lo que implica vivir en democracia. Creen que esta les otorga licencia para cometer desórdenes y todo tipo de vandalismo sin sentido.
A ver si harían eso, si los que están detrás de toda esta anarquía estuvieran gobernando el país.
Lo dudo.
Chile necesita otro Pinochet.
Ese Pinochet lo primero que tiene que hacer es sacar a patadas a todos los cubanos de Chile, cerrar la embajada cubana y cortar por lo sano.
Y al chileno que vea con un pulovito del Che o una hoz y un martillo meterlo preso o tirarlo en el Pacífico.
Así es como único no coge Chile el caminito de miseria y desastre de Venezuela y Cuba.
¿Cuántos activistas chilenos habrán visitado La Habana en los últimos meses? ¿Cuán activa está la embajada de Cuba en Santiago? Uhmmm...
Oye, que no pasan pagina estos izquierdosos chilenos. A principios del 2000 tuve una charla con Hector Aguilar Camin, prestigioso periodista mexicano. Me decia que el ejemplo a seguir en america latina era Chile, no Cuba.
Pues ya Chile se jodio. El odio de la izquierda a Pinochet esta hundiendo el pais.
Mientras no se corte el nudo gordiano cubano va a ver jodienda al sur del rio bravo.
Chile lo que necesita es otro General Pinochet.