En momentos en que el mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez le aseguraba al periodista Ignacio Ramonet que el Gobierno cubano tomaba medidas para aumentar las producciones nacionales, en especial en el sector agropecuario, aparecía un artículo en el periódico Granma en el que se califica de "desparpajo" la caótica situación de las tierras y el ganado en la provincia de Villa Clara.
Una de las vías con que ha contado el castrismo para aumentar la producción agrícola, la entrega de tierras en usufructo, no cumple su papel en este territorio. Un total de 827 productores que recibieron tierras en usufructo presentan dificultades en sus contratos de arrendamiento; otros 268 mantienen las tierras que recibieron ociosas o deficientemente explotadas; mientras que 30 usufructuarios abandonaron las tierras que les fueron otorgadas. Como colofón, las autoridades decidieron extinguirles el contrato sobre la tierra a 93 productores, además de la imposición de multas, y decomisos a esos supuestos infractores.
La información aparecida en Granma enfoca solamente una parte del problema, y nada dice acerca de lo que consideramos más importante: las razones que pudieron tener esos usufructuarios para actuar de la manera en que lo hicieron.
En primer término es menester considerar la poca o ninguna ayuda que les brinda el Estado a los usufructuarios que reciben las tierras, muchos de los cuales deben enfrentar solos la limpieza de esas tierras infectadas de marabú, como paso previo al inicio de sus labores productivas. Una situación que se torna más significativa si consideramos que últimamente están recibiendo tierras en usufructo muchachos licenciados del servicio militar, muchos sin experiencia en este tipo de trabajo.
Por otra parte, la intromisión del Estado en la gestión de estos usufructuarios les cierra toda posibilidad de actuar con autonomía. Ellos deben pedir un permiso al Gobierno (que muchas veces no lo otorga) para poder construir viviendas u otros bienes en las tierras que ocupan. En ocasiones deben sembrar los rubros orientados por las autoridades, y en lo concerniente a la comercialización de sus producciones, el Ministerio de la Agricultura les exige que vendan sus producciones al Estado, cuyas comercializadoras son muy ineficientes. Por el contrario, les dicen que no lo hagan con los comercializadores privados, muy eficientes, y quienes generalmente mantienen muy bien surtidos los mercados adonde sitúan sus mercancías.
No hace mucho el ministro de la Agricultura, Idael Pérez Brito, en una actuación rayana en la desfachatez, exhortó a los gobernadores provinciales a que presionaran a los productores para que contrataran, y después les vendieran las producciones al Estado. Ello a pesar de que el propio ministro reconoció que se mantiene alto el porcentaje de impagos a los hombres que trabajan la tierra por parte de las entidades gubernamentales.
Con respecto a la situación del ganado vacuno en esa provincia, se dijo que el territorio clasifica como uno de los más afectados del país en cuanto al hurto y sacrificio ilegal de las reses. Un conteo de la masa arrojó un faltante de 1.699 cabezas de ganado, mientras que se detectaron nacimientos sin declarar, y animales sin la marca identificativa del dueño.
Tampoco en este caso el artículo periodístico menciona las penurias y sobresaltos que padecen los propietarios de ganado vacuno en el país. Ellos deben cuidar las reses por imperativo de las autoridades (a veces con riesgo para sus vidas debido a la agresividad de los que vienen a robarles el ganado), y al final el Estado les prohíbe que dispongan libremente de sus animales.
Si en verdad existe un desparpajo en la situación de la tierra y el ganado en Villa Clara —situación que se repite en casi todos los territorios del país—, no es difícil llegar a la conclusión de que buena parte de la responsabilidad por tan caótico estado de cosas les pertenece a las autoridades castristas.
Todos son culpables, menos el gobierno. Los precios del transporte son inalcanzables para la mayoría por culpa de los boteros, los alimentos prohibitivos por culpa de los cuentapropistas y Mipymes, según la puerca Guevara, no hay producción agrícola porque según Díaz Canel, la gente es vaga, no hay divisas porque los desconsiderados gusanos no mandan más remesas y por supuesto como colofón, el bloqueo. Pobres abnegados dirigentes que tienen que luchar por mantener sus vidas de lujos y las cuentas en el extranjero.
Algo así como, que los productores del campo son siervos de la gleba y el estado un señor feudal pero bruto hasta la pared de enfrente. Tic-tac..