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ganadería

Masacre de vacas en los campos de Cuba

¿Qué la ha provocado? No es solo el hambre y el nuevo Código Penal difícilmente la frenará.

La Habana
Un campesino cubano con sus reses.
Un campesino cubano con sus reses. Reuters

¿Recuerdan la última amnistía que otorgó el castrismo? Fue en 2015 y fueron excarcelados 3.522 reclusos. Entre ellos había incluso presos políticos, pero ni uno solo de los agraciados estaba cumpliendo condena por hurto y sacrificio de ganado mayor. Para el Gobierno cubano, las vacas son intocables, quienes las matan no merecen perdón.

Ya desde 1979, el primer Código Penal de la Revolución tipificó como delito el sacrificio no autorizado de ganado vacuno, como respuesta al presunto "sabotaje" de opositores internos que, aparentemente, tenían la sádica intención de dejar al país sin carne ni leche.

En realidad, a los campesinos se les arrebató de facto la propiedad del ganado por el rotundo fracaso de las medidas agrarias estalinistas, que convirtieron a un país que se autoabastecía y exportaba carnes rojas en uno donde solo se come pollo americano, picadillo vietnamita y "perritos" brasileños.

Actualmente, quien ose atentar contra los bucólicos rumiantes, puede ser encarcelado de dos a cinco años, pero, a partir de abril próximo, cuando esté vigente el nuevo Código Penal, la condena por hurto y sacrificio subirá a entre tres y ocho años y, colateralmente, se endurecerán las sanciones para quienes vendan, transporten o compren carne de res fuera del control de Estado.

Paradójicamente, este recrudecimiento del castigo para matarifes, distribuidores y comedores de vaca, llega un año después de que la resolución 139/2021 de la Gaceta Oficial proveyera un mecanismo para que los ganaderos pudieran sacrificar reses legalmente. Lo esperable habría sido que, autorizado el sacrificio, disminuyese la matanza ilícita; sin embargo, ha sucedido lo contrario. ¡En los campos de Cuba hay un holocausto vaqueril!

En el mismo 2021, recién despenalizado el sacrificio, la escabechina ilegal aumentó como nunca, duplicando la cifra de "vaquicidios" del año anterior. Pero eso no fue suficiente para saciar el apetito proteico de los cubanos, y ya se estima que 2022 duplicará el sangriento récord. ¿Qué ha provocado esta desenfrenada hecatombe bovina?

El factor base es el hambre. Hace décadas que el común de los cubanos no sabe qué es una buena "ropa vieja a la habanera", pero, sin dudas, muchos conocen el hambre vieja, sobre todo la específica de proteínas, pues los hormonados pollos norteamericanos que mágicamente atraviesan el "bloqueo" no pueden compararse con el mítico filete de palomilla del Monseignor, del que algunos sesentañeros hablan con reverencia.

Pero hambre hay hace mucho. Que ahora pueda —aunque solo para unos pocos— saciarse con res, se debe a la alocada subida de salarios hecha el 1 de enero de 2021, y a que el cerdo, la alternativa lícita a la carne de res, está subiendo de precio más rápido y alto que Matías Pérez debido a la caída de su producción. Tal es así que con lo que antes se compraba una libra de res se podían comprar tres libras de cerdo y sin correr el riesgo de terminar entre rejas. Hoy las libras de ambos animales cuestan lo mismo.

Tras 43 años de prohibición, muchos habitantes de la Isla tenían fuera de su menú mental la carne de ternera, no contaban con ella, la mayoría solo la había saboreado en forma del pellejudo picadillo "de niño" que reciben los menores hasta los 13 años, pero una vez que los propios medios de comunicación estatales regaron la voz de que matar vaca no era herejía, el apetito se abrió. El Gobierno mismo creó expectativa y demanda.

Una demanda que no pudo satisfacerse legalmente, pues para matar una escuálida vaca, su dueño debe cumplir más requisitos que Ucrania para que Rusia se retire. En Cuba sigue siendo más engorroso, dilatado y angustiante obtener permiso gubernamental para sacrificar una res que darse de baja del Partido Comunista.

Se ha exacerbado la demanda —fomento de expectativa, subida de salarios y encarecimiento de la carne de cerdo— sin haberse facilitado realmente la oferta legal, y por más que el castrismo trate de controlar la situación con más años de cárcel, las leyes del mercado se imponen: cada demanda crea su oferta.

Y sí, el nuevo Código Penal puede aumentar las condenas, pero para encarcelar a alguien antes hay que atraparlo. De las 1.689 cabezas de ganado mayor hurtadas y sacrificadas en Sancti Spíritus durante 2021, solo se recuperaron 12, menos del 1%. ¿Será que la Policía revolucionaria es la peor del universo o será que también tiene hambre? ¿O ambas cosas?

Entre puñaladas, desnutrición, sed y enfermedad, anualmente fallece más del 5% de la masa ganadera cubana, así que parece cada vez más lejano el tiempo aquel en que los guajiros recorrían las ciudades con su vaca, llenándole la cacharra de leche a los vecinos en la puerta de la casa. Raúl Castro ingresará en su horrible panteón de la Sierra Maestra sin haber podido cumplir su excéntrica promesa de que cada cubano pueda tomar un vasito de leche. Raúl lo prometió y Canel —para no variar— no lo cumplió.
 
Lo esperable, a razón de la exacerbada demanda actual, es que la carne de res, ahora tan atractiva monetariamente, se encarezca hasta alcanzar nuevamente su precio de equilibrio de más o menos el triple que la carne de cerdo. Entonces, entre lo caro para el bolsillo y lo caro que puede costar que te cojan cinco libras de bistec en el congelador, los cubanos volverán a conformarse con el pollo yanqui, el picadillo vietnamita y los "perritos" cariocas; eso, si no llegan antes, otra vez, a freír frazadas de piso o sazonar filetes de berenjenas y picadillos de cáscara de plátano burro. Eso sí, todo legal y revolucionariamente.

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Jejejeje, gatos van a comer