La economía de un país en época de crisis puede retroceder coyunturalmente. En Cuba, debido al carácter endémico de la crisis, el retroceso es sostenido, incluso en sectores que tradicionalmente fueron cimientos de su desarrollo, como la ganadería.
Durante décadas, aunque omitiendo sus causas, la prensa oficial ha reflejado el decrecimiento, como lo evidencian algunos de los recientes reportes:
El diario Granma, del 24 de marzo de 2017, informó que la masa ganadera en Pinar del Río disminuyó año tras año entre 2011 y 2016, y en este último, en el 2016, reportó 2.516 muertes por desnutrición y 1.444 por accidentes.
El mismo diario, en su edición del 26 de diciembre de 2021, reportó que en Villa Clara se dejaron de entregar a la industria poco más de ocho millones de litros de leche en lo que iba de año. De las 281 formas productivas de la provincia, en agosto de ese año 177 de ellas habían incumplido el plan de entrega anual. Y a inicios de octubre de 2021, de algo más de 8.000 productores que debían entregar leche a la industria láctea, solo 1.837 cumplieron.
TV Yumurí, el canal televisivo oficial de Matanzas, informó el 30 de diciembre de 2021 que funcionarios de la industria láctea reconocieron, que de la leche destinada a los enfermos solo se entregó una vez de las diez correspondientes al mes y que, en lugar de 13.000 o 14.000 litros diarios, para cumplir con las producciones planificadas se necesitaban 26.000 litros.
El Periódico 26, diario digital de Las Tunas, publicó el 5 de enero de 2022 que el déficit de las importaciones de leche en polvo afectó las asignaciones de ese producto para cumplir con las dietas médicas, y que el primer secretario del Partido Comunista en la provincia convocó a un intercambio urgente con los poseedores de ganado, porque dijo "hay que llegarle a todos los campesinos con la explicación oportuna de los procesos".
La Demajagua, diario digital de la provincia Granma, en el mes de octubre de 2021, reportó la reunión del ministro de la Industria Alimentaria con los productores de las provincias del oriente del país, desde Ciego de Ávila a Guantánamo, donde reconoció que a pesar de las 63 medidas implantadas para impulsar la producción agropecuaria, en septiembre todas incumplieron, y anunció un aumento del precio de acopio de la leche que regiría desde el 1 de noviembre. En el caso de la provincia Granma, de un potencial de 8.411 productores solo contrataron 2.831, el 33% y de estos 2.176 incumplieron las entregas con un déficit de 2.967.700 litros de leche.
En años anteriores a 1959, encontramos que el censo de 1946 constató la existencia de 4.116 millones de cabezas de ganado vacuno y una población que no superaba los 5,5 millones de personas, para 0.748 cabezas de ganado por habitante. Después, entre 1946 y 1958 la cifra se elevó de 0,748 a una cabeza; un ritmo que, de haberse sostenido, hoy contaríamos con más de 11 millones de cabezas de ganado. Ese crecimiento explica por qué, hasta 1958, la ganadería fue la segunda actividad económica del país y por qué se instalaron varias fábricas de derivados de la leche, unas de propietarios cubanos y otras de compañías extranjeras, como las dos que instaló la compañía suiza Nestlé en Bayamo y Sancti Spiritus. Esas fábricas abastecían a todo el país de quesos, mantequillas, leche condensada y otros derivados a precios asequibles.
De lo anterior pueden dar fe los que tenemos una edad avanzada. En mi caso personal, entre los años 40 y 50 del siglo XX, tanto en el municipio Jiguaní como en el de Bayamo, donde viví hasta los 18 años de edad, cada mañana mis padres y mis dos hermanas, aunque éramos una familia pobre (mi padre tabaquero y mi madre vendedora ambulante), diariamente desayunábamos "con"; es decir, leche con chocolate y pan con mantequilla. Hoy en pleno siglo XXI, "con" devino "sin": sin leche, sin chocolate y sin mantequilla.
Poseído de un voluntarismo extremo, Fidel Castro se propuso crear una nueva raza bovina capaz de producir al mismo tiempo abundante carne y leche y convertir a Cuba en la Suiza de América. El ganado se sometió a un desacertado cruce genético, provocando que hasta la leche limitada para los niños menores de siete años pasó a depender del Programa de Alimentos de las Naciones Unidas, como se conoció el 9 de febrero de 2016, cuando al recibir un donativo de 150 toneladas de leche, la embajadora de Suiza en Cuba, Anne Pascale Krauer Müller, dijo que esas donaciones se realizaban desde hacía más de 20 años.
En 1990 la ganadería estatal, organizada en 106 empresas especializadas, representaba el 80% del total, de manera que sólo el 20% estaba en manos de productores privados o en cooperativas, lo que significa que la responsabilidad principal recaía en el Estado.
En 1997, soslayando las causas del declive, se promulgó el Decreto Ley 225, cargado de medidas represivas: elevadas multas al tenedor de ganado que se le perdiera un animal; prohibición al dueño para sacrificarlo y disponer de su carne; multas y penas de privación de libertad si el propietario no declaraba los terneros nacidos en los 30 días posteriores al parto; obligatoriedad de vender los animales al Estado a precios determinados por este; en el caso de las hembras solo se permitía el sacrificio si el animal sufría un accidente. Medidas que lejos de estimular la producción, recibieron por respuesta de los productores mayor número de muertes por desnutrición, accidentes y el contrabando de carne vacuna.
Al cierre de 2010 —según datos ofrecidos por el fallecido economista cubano Oscar Espinosa Chepe— el ganado vacuno se había reducido en Cuba hasta 3.992.500 cabezas, lo que arrojaba 0,36 cabezas de ganado por habitante, casi tres veces menos que en 1958.
El giro negativo comenzó con la erradicación de la propiedad privada en la mayor parte de las tierras, la salida del país de los ganaderos más experimentados y las restricciones impuestas a los pequeños productores privados. De ahí en adelante los términos eficiencia, producción y productividad fueron suplantados por "recuperar", "malogrado", "inalcanzable" y otros.
Las actuales medidas "liberatorias" que, con múltiples restricciones, permiten a los productores sacrificar sus reses para la venta y recibir un pago mayor por la leche entregada a la Empresa de Acopio, constituyen paliativos que no van a la esencia del problema, por lo que ante el nuevo fracaso, sin cambiar lo que hay que cambiar, hoy se acude a los ganaderos para solicitarles que aporten más.
El voluntarismo, combinado con el desinterés generado por el monopolio estatal, la ausencia de libertades de los productores y la incapacidad administrativa, constituyen la principal causa del declive de la ganadería cubana, incapaz hoy de garantizar de forma estable la leche para enfermos, amenazada de incumplir la cuota de los menores de edad mínima para niños e incapaz de proveer el resto de los derivados lácteos.
Si se identifican las verdaderas causas del retroceso en la ganadería y se procede en consecuencia, que es lo que ha faltado, Cuba podría garantizar, como lo hacía antes, la carne de res para la alimentación de la población y dejaría de importar leche y sus derivados. Lo que se requiere es liberar a la víctima, en este caso: la ganadería.
Y hablando de victimas, tambien se incluyen la agricultura en todas sus variantes de cultivo, las viviendas, las calles, los rios, los lagos, las bahias, la flora, la fauna, el transporte, la educacion, las escuelas, las carreteras, los hospitales, los policilinicos, la industria, los cines, los teatros, los restaurantes, las bodegas, las tiendas, los parques, los periodicos, las revistas, las alcantarillas, los acueductos, las tuberias, el agua potable, el arte, la modernidad, y por supuesto el ser humano en toda su integridad, incluyendo su etica de trabajo.
Las familias que deseen alcanzar leche y mantequilla pueden acercarse a los ganaderos para colaborar con inversiones necesarias y garantizar el abastecimiento continuo a precios favorables.