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Turismo

La apertura de Cuba al turismo puede salir mal: ¿por qué?

¿Quién se va a responsabilizar si la apertura de este lunes no sale bien? Porque puede ocurrir de todo.

Valencia
Varadero sin turistas.
Varadero sin turistas. Reuters

Marino Murillo salió por la puerta falsa para dirigir un negocio tabaquero internacional, después del fracaso de la Tarea Ordenamiento. ¿Quién se va a responsabilizar si la apertura de Cuba al mundo a partir del 15 de noviembre no sale bien? Porque puede ocurrir de todo.

Los datos de la pandemia indican que numerosos países, como Alemania, vuelven a caer en cifras de vértigo en número de afectados (50.000 diarios), en tanto que Inglaterra o Francia han vuelto a confinar zonas del país. El asunto no está resuelto, ni mucho menos. Sería una lástima que en Cuba volviera a producirse una nueva expansión de la pandemia por un puñado de dólares o euros.

Al parecer es el primer ministro, Manuel Marrero, el dirigente del régimen que se está dejando relacionar con la apertura del 15 de noviembre. Por su parte, Miguel Díaz-Canel aprovecha para visitar barrios y anunciar más inversiones en limpieza de fosas de basura o arreglar baches en las calles. Son tareas de menor riesgo, y desde luego, menos expuestas que las asumidas por Marrero.  Ya se le vio a Díaz-Canel separarse de Murillo cuando la Tarea Ordenamiento entró en barrena tras el congreso comunista. Cuando llegue el momento de soltar lastre, siempre habrá un hotel dispuesto a contratar a Marrero, y sanseacabó. Así se compensan los fracasos en el tardocastrismo.

Pero volviendo a lo que nos ocupa, lo que prepara Marrero para el próximo lunes 15 de noviembre, con la apertura de las fronteras de la Isla al turismo internacional, puede acabar saliendo mal. Y si se mide en términos de probabilidades, hay más de un 70% de que salga mal, y la oportunidad esperada de obtener más ingresos en divisas y actividad hotelera, se puede quedar en algo menos de un 30%.

Y eso sería muy preocupante, porque el régimen comunista ha dedicado buena parte del poco dinero que aún tiene a realizar inversiones en aeropuertos y en hoteles para atender la ola de turistas y viajeros que cree que llegará. Pero ¿y si los viajeros no vienen? ¿Y si se vuelve a perder la temporada turística alta del invierno? Marrero tendría que explicar por qué el proceso inversionista que ha concentrado en estas instalaciones, no acabó por dar los resultados esperados, y llegarán las lamentaciones y como siempre, alguien echará la culpa al bloqueo o embargo.

De momento, ningún organismo sanitario internacional de la ONU, de esos que coquetean con el régimen comunista cubano, ha dado certificación alguna a las vacunas desarrolladas en la Isla, de modo que se está jugando con fuego con la efectividad de esas vacunas, y, existen dudas, ahora más que antes, sobre la calidad de los indicadores sanitarios utilizados por el régimen para promover la decisión de abrir las fronteras a todos los visitantes.

Esto tiene que ver con la operación de aseguramiento al personal que trabaja en las zonas turísticas lo cual tiene poco sentido si se producen contactos con otros, amigos o familiares, que se desempeñan en sectores de actividad distintos y que reciben una menor cantidad de vacunas, o ninguna. A ver quién controla la marcha expansiva del virus, una vez que se desate, y cómo se puede después atraer a turistas con miedo al contagio, cuando el daño esté hecho. Por mucho que Marrero piense que todos los sectores de la economía encadenados con el turismo han venido trabajando en la preparación de la apertura, siempre hay que tener en cuenta flecos, márgenes de error, que son los que inciden en los resultados negativos. La experiencia de la Tarea Ordenamiento debería servir.

Marrero destacó la importancia de las intervenciones realizadas en todas las terminales aéreas del país, particularmente en el Aeropuerto Internacional José Martí. Entre otras, se han realizado ampliaciones para optimizar los flujos de pasajeros, se han mejorado los servicios, se han arrendado locales al turismo, como es el caso de los salones VIP, y se han ampliado las ofertas en las cafeterías y en las tiendas. Bien está lo que bien está, pero hay que recordar a Marrero que estas transformaciones se han realizado con un dinero que podría haberse destinado a mejorar las viviendas de los cubanos o construir otras nuevas, lo que es mucho más necesario que ampliar los pasillos de entrada al aeropuerto o abrir tiendas para que los turistas se gasten el último dólar antes de dejar el país. Los cubanos siempre quedan esperando lo que les interesa más, y lo que podría generar esos encadenamientos productivos de los que tanto hablan los dirigentes comunistas.

Marrero dice sentirse orgullo de un mejoramiento de la "cultura del detalle", entre los diferentes prestatarios de servicios, que han trabajado en este ámbito, que hacía falta para esta apertura al turismo y la mejora de la economía. Muy bien, este cambio de imagen puede ser bueno, ¿pero está seguro Marrero de que el turista lo va a valorar y comprar? ¿Se ha realizado un estudio realista de las necesidades del viajero que llega a la Isla de este tipo de "cultura del detalle"? ¿Quizás para reducir el tiempo de estancia de los viajeros en el aeropuerto? Tal vez debería prestar atención al personal de aduanas, que siguen actuando igual que en los años 60 del siglo pasado, con una absoluta falta de profesionalidad. Cuidado, Marrero, que el tiro puede salir por la culata. Que son casi dos años sin entrar divisas y ya se nota la ausencia.

La apuesta ya está hecha. Y lo único que hay que esperar es el resultado. La remontada estadística puede no ser difícil, porque se parte de niveles muy bajos, pero las tasas de variación que se producirán en los próximos meses tras la apertura, aunque sean positivas porque los datos de comparación del año anterior fueron muy bajos y deficientes, tendrán que ser analizadas con mucho detalle. El error será creérselo y no perseverar, una práctica muy habitual de los comunistas. Tan solo queda esperar para ver si la apertura al mundo y la recuperación de las divisas que van a parar a las arcas del Estado sirve de verdad para mejorar los índices de comportamiento de la economía.   

Recuerdo que el año pasado, más o menos por estas mismas fechas, cuando la Tarea Ordenamiento salía día sí y al otro también en la prensa y televisión del régimen, tuve ocasión de exponer por qué no podría salir bien una operación que contaba con todos los parabienes. El argumento, al que luego han convergido otros colegas, mantenía que la Tarea Ordenamiento exigía una serie de transformaciones jurídicas y estructurales en la economía y que con el modelo social comunista de la Constitución de 2019 el resultado sería un fracaso, como así ocurrió finalmente. Que los parches no servirían para lograr la estabilidad económica después de medidas duras, como las que iban asociadas a la Tarea Ordenamiento. En Cuba, ningún dirigente escuchó estas demandas de cambios profundos, que se requieren para la normalización de la economía.

Pues bien, hay que señalar a Marrero ahora lo mismo. Que la reapertura del turismo no se consigue solamente por medio de asfaltar las pistas de los aeropuertos, o reparar los cercados perimetrales y la iluminación, mejorar los sistemas de climatización, los equipos de rayos X, las cintas transportadoras y las pasarelas o túneles para acceder o salir del avión. Este tipo de parches estéticos, como lo que Marrero denomina "cultura del detalle" no es lo que necesita el sector turístico cubano para producir y generar riqueza y empleo.

Hay que decirlo claro: el turismo de Cuba requiere su privatización integral como sector económico, y que sus niveles de precios, oferta y demanda se alineen con los mercados internacionales competitivos, para lograr la diferenciación de producto y calidad que permitan a Cuba ocupar un espacio, segmento o nicho, en el mercado turístico del Caribe. La intromisión del Estado comunista en el sector no sirve, no funciona, e impide que el sector consiga sus mayores potencialidades, que las tiene. Advertido está.

El turismo es un sector propicio para iniciar las transformaciones estructurales y jurídicas que deberá emprender la economía cubana. Detrás debería ir el agropecuario. Los actores económicos que operan en el turismo se verán beneficiados de este giro de 180 grados que no se debe hacer esperar más. El Estado comunista, de la misma forma que no está para transportar paquetes (transitarias), tampoco está para hacer la limpieza de habitaciones de hoteles o servir comidas y bebidas en los bares. El sector privado puede hacerlo mejor y con mayor eficiencia, ganando dinero, creando empleo abundante y riqueza. Que miren a República Dominicana. Ahí está el modelo.

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4 comentarios

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Lástima que los turistas extranjeros no tengan más vergüenza ni sean más decentes, pero solamente dejarían de ir a Cuba si hacerlo se convirtiera en algo políticamente incorrecto.

En RD como en casi todos los países el pueblo tiene libre acceso al turismo sea propietario o consumidor, y el estado solo lo regula y cobra impuestos, mientras prevalezca la mentalidad de controlarlo todo y dirigir negocios como si fueran campamentos militares seguirán estancados.

Mis hermanos Cubanos luchen por su libertad ya ese regimen esta moribundo no saben como engañar a la juventud, los jovenes saben que viven en un pais sin economia privada nadie tiene oportunidad de acumular riquezas es practicamente IMPOSIBLE que el regimen Cubano pueda cambiar la situacion, hasta los CHINOS cambiaron su politica economica a un mercado Capitalista autoritario pero el regimen piensa que sabe mas que los Chinos. Republica Dominicana apoya Incondicionalmente al pueblo bravo de Cuba Libre y Prospera!!

Son brutos o se hacen los brutos. No van a hacer ningún cambio para soltar el control que tienen con los dólares. Eso de liberal el turismo a los privados no está en sus agendas. Ellos conocen el modelo dominicano y quisieran llegar a un 80% porciento de ese sistema con sus garras socialista, pero nunca llegaran.