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Ganadería

La vaca contra el tren y los ganaderos cubanos contra el Estado

'En vez de leche, los rebaños dan lástima'. ¿Cómo sortean los campesinos las medidas gubernamentales que acaban con la ganadería en la Isla?

Camagüey
Un campesino cubano ordeña a una de sus reses.
Un campesino cubano ordeña a una de sus reses. afp

Montado sobre uno de los pocos andaluces que trotan en Camagüey, Gabriel mira hacia los potreros y se siente defraudado. Era un niño cuando en 1980 Fidel Castro inauguraba una vaquería por esos parajes y prometía que en breve "Cuba produciría más carne y leche de vaca que Holanda".

40 años después, es testigo del desastre pecuario cubano. Solo en Camagüey, murieron durante el 2020 unas de 41.000 reses, como resultado del mal manejo y la desnutrición del rebaño, fenómeno que, según el periódico Granma "ocasiona 20 veces más pérdidas que el hurto y el sacrificio ilegal de ganado".

A juicio de Gabriel, lo sucedido resumen la frustración que agobia a los campesinos. "Las granjas no sirven. Vivimos entre ilegalidades. Mentir ha sido la fórmula para salir a flote". La ganadería es una potencial "fuente de riqueza", pero "solo deja pérdidas y calamidades".

"Ahora se bajan con que podemos vender carne y leche, pero si cumplimos los planes; otra estafa para engatusarnos", apunta Francisco, también productor, al referirse a las medidas recientemente anunciadas. Las autoridades culpan a los campesinos cubanos de la ruina ganadera, cuando "apenas pueden producir y los obligan a vivir del contrabando".

A finales de la década de los 80 del siglo pasado, Camagüey producía casi el 40% de la leche de toda la Isla. Ahora esa cifra no pasa del 22%.

Durante el último decenio, en la provincia han muerto alrededor de 15.000 reses por año, fundamentalmente por negligencias e irresponsabilidades, abandono que ilustra hasta dónde el Estado compromete la soberanía alimentaria en momentos en que Cuba enfrenta una de las peores crisis de escasez de comida.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) y el Centro Nacional de Control Pecuario, entre 2013 y 2018 la masa granadera del país decreció en 325.900 animales y murieron por falta de alimentos y agua 1.018.500 reses. De ellas, 200.300 en el sector estatal y 818.200 en el campesino.

En 2018 se reportaban alrededor de 185.000 toros, 44.900 terneros, 54.000 novillas y 37.200 añojos menos que en 2013. Sin embargo, se sacrificaron 83.000 reses más que al inició del quinquenio.

"Ponía en la línea del tren dos o tres reses por año…"

Lorenzo, de la cooperativa Jesús Suárez Gayol, única del país que acopió en una campaña 2.700.000 litros de leche de vaca, asegura que para subsistir escondía los terneros en una cueva de su finca y ponía en la línea del tren dos o tres reses por año. "Así mantuve a mi familia y evité morirnos de hambre".

"Cuadrábamos hasta con los maquinistas y las tripulaciones ferroviarias para evitar que las locomotoras se descarrilaran. Ellos escogían la zona y nosotros esperábamos con el animal amarrado. Luego, control pecuario terminaba el trabajo", detalló Lazarito, otro entrevistado.

"Convertimos las dificultades en un negocio", narró Faustino, quien por décadas prestaba sus animales a otros ganaderos durante los conteos y las tabulaciones. "Yo llevaba la mejor novilla, la sacrificaban, pagaba la multa y, al tiempo, el vecino me devolvía el gesto. Cuando inspeccionaban, facilitábamos las reses. Así enfrentamos la falta de dinero, leche, carne y ganado".

Conrado señaló que "nadie en su sano juicio puede creer que los vaqueros cubanos se iban a quedar cruzados de brazos".

"Tras medio siglo con la prohibición de sacrificar las reses, es para que existieran cuatro o cinco vacas por habitante, pero con el hambre que hay no van a quedar ni toros ni añojos en los campos".

"En Camagüey la res que no se muere, se la roban de los pastizales. Yo duermo con mis bueyes Seboruco y Comandante en la sala de la casa, pues ya me han llevado cinco yuntas y no pasa nada", explicó Albariño.

"Sandra Picadillo" es famosa entre los "receptadores". Cuenta que crio e hizo a sus hijos profesionales "vendiendo por la izquierda carne de res, embutido, queso, mantequilla y hasta cuero para los talabarteros”.

"En vez de leche, los rebaños dan lástima. Las mismas vacas se cuentan varias veces. Dentro del marabú nadie sabe la cantidad de reses que se esconde. Muchos las cazan y nadie se entera", afirmó Norberto, médico veterinario.

Según abogados consultados por DIARIO DE CUBA los delitos "contra la masa ganadera" constituyen la primera razón de acusación fiscal en los tribunales provinciales cubanos, con cifras anuales superiores al 24% del total de acusados que se condena en esas instancias.

Por matar, transportar carne de reses sacrificadas ilegalmente y/o comercializarlas, el Código Penal cubano prevé condenas de entre cuatro y diez años de prisión. El 85% de los procesados por esos delitos recibe penas de cárcel.

Del análisis estadístico se infiere —consideran los abogados— que el Derecho Penal cubano y su agresividad no han resuelto en decenas de años el problema de hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor.

El Gobierno de Cuba no quiere reconocer que la represión de esa práctica es una medida fracasada desde sus inicios, señalan. El delito "se socializó" por razones de costumbre y tradición alimentaria. La única manera de frenarlo es liberalizar la cría de ganado y la compra-venta de carne de res.

La Revolución destruyó el patrimonio pecuario

Como testigo del desastre y la ruina pecuaria se yergue la estatúa del toro canadiense Rosafé Signet, mandada a fundir en bronce por el abogado Carey Linde y que fue utilizado por Fidel Castro en los experimentos genéticos que arruinaron la ganadería cubana.

El semen de Rosafé fue empleado para inseminar las vacas cebú, a fin de lograr un hibrido de mayor rendimiento. Pero salvo excepciones como Ubre Blanca, el resultado fue nefasto, los rebaños mermaron y el prototipo que se obtuvo (el F1) dio poca carne y menos leche.

Al pie de la estatua del semental, hay una tarja que dice: "El gran campeón Holstein que Canadá vendió a Cuba en 1961 se considera un símbolo de la amistad y del compromiso de la Revolución cubana para garantizar las necesidades básicas de los niños".

Sin embargo, hace décadas que los niños cubanos solo reciben leche de vaca hasta los siete años de edad. Aunque Raúl Castro prometió en 2007 "producir leche para que se la tome todo el que quiera", deja la dirección política del país mintiendo y comprometiendo la alimentación del pueblo.

En 1959 Cuba se acercaba a los 6,2 millones de habitantes, mientras que la ganadería vacuna contaba con seis millones de ejemplares. Tras años de improvisación, el rebaño decreció a poco más de cuatro millones y el sector quedó sumido en una crisis irreversible.

Según la ONEI en su Panorama Económico y Social de 2014, hasta el año anterior había en el país 4.092 200 reses, casi la misma cantidad que en 1967.

Recientemente, Yadel Jesús Pérez Brito, ministro de la Agricultura, reconoció que "si seguimos con la masa ganadera que tenemos ahora, no podemos vender carne y leche al pueblo", lo que deja claro que las medidas por si solas no resolverán el aprieto y pueden agravarlo.

Junto a las vacas, va desapareciendo en Cuba la red de actividades asociadas a la ganadería, como las fábricas de cuero, de pienso animal, de mantequilla, botones, zapatos y los talleres de talabartería para monturas y otros arreos.

Aquella idea de tabular las reses en compartimentos especiales, dotados de climatización y música instrumental, terminó en vaquerías sin techo, sin reses y sin vaqueros.

La más pintoresca de las excentricidades, las vacas enanas, también naufragó. Su atrofia en el crecimiento anuló la propaganda gubernamental que resaltaba sus "bondades".

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4 comentarios

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Fidel era de todo cuando venían los ciclones volvía loco a Ruviera era músico poeta y loco , era de todo y en resumen no era de nada se pasaba todo el tiempo soñando estupideces lo que si afirmo
que acabo con nuestra isla

Dicen cercanos a él, que Cuba y todos los recursos, hasta humanos, eran su gran laboratorio de prueba y fracaso.

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Fidel Castro siempre fue un personaje alucinado y megalómano que en nada en lo que metió las pezuñas, resultó. El tipo era un gafe total.