Una charola de laca negra, un vestido fondo
azabache, unos penates
imaginarios, algún pájaro
mexicano, una caléndula
otra vellorita bordadas en
la tela, figuración animada
de la bandeja.
En la bandeja hojaldre, dos vasos estrechos
con tequila reposado,
ates, la sirvienta sale
de espaldas tras cumplir
su función, olor a almidón,
su vestido de encaje
blanco a la altura del
cuello recuerda a
López Velarde.
Recuerdo una tarde que me llevaron a Jérez
de Zacatecas, conocí
al alcalde, también
quién no poeta, la
casa museo del
maestro que de
muchacho se
piraba por mujeres
inalcanzables, la
prima Águeda.
Carnes trémulas cimbraban bajo la tela.
Estelas de mi propio pasado habanero,
prostibulario, me estrené
en el año cincuenta y
cuatro, tenía negra la
pendejera, nido de
pájaros, me tocó una
pelirroja exhuberante,
calle Ánimas: me tomó
el pelo como a todo
principiante corriéndome
tremenda máquina, se hizo
que me entregaba su
trasero a dos volúmenes,
en realidad me cogió el
trabuco, se lo metió entre
los muslos y al tercer
remeneo eyaculé: me
lavó con agua fría,
corroída.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Para celebrar sus 80 años, Ediciones Rialta publicó un volumen de sus ensayos, Cartas de Hallandale (Querétaro, 2020), la edición bilingüe de su poemario Carece de causa (traducción al inglés de Peter Boyle, Querétaro, 2020) y una entrevista de Gerardo Fernández Fe: José Kozer. tajante y definitivo (Querétaro, 2020). Este poema pertenece a un libro inédito.