Kobayashi Issa reza una hora tres veces al día a Buda
su refugio, lo vemos
sentado entre la
hierba en la postura
del loto al pie de una
stupa (¿contendrá el
diente de Buda?) ante
las ruinas de un antiguo
monasterio, viste túnica
naranja, a veces púrpura,
raída.
Escribe breves poemas de diecisiete sílabas, no imagina
adónde irán a parar,
olvida partes del
Dharma que sabía
de memoria, come
hongos silvestres,
alguna hierba
medicinal, años
que no ve a su
mujer, tiene cuatro
hijas que murieron
de enfermedades
contagiosas, ninguna
alcanzó la pubertad.
Agua de manantial, su mayor alivio: vacía un rato la
mente para no pasar
hambre, sostiene su
postura ajena a los
movimientos de su
cuerpo intrascendente,
pocos deseos, desearía
encontrarse menos solo,
lo acompañaran el olor
a clorofila, las fases de
la luna, el canto de un
grillo, croar de una rana.
Reza desde hace semanas en su oído izquierdo
un mosquito zumbando
sin cesar, se aproxima
se aleja, vuelve a la carga,
zumba que te zumba,
¿adónde irá a parar?
Issa escribe y guarda
en un bolsillo de la
túnica deshilachada
unos escritos breves,
a medias poemas
informes que le
recuerdan que el
mosquito también
es Buda, Buda
se aleja, se acerca,
Kobayashi se
encuentra menos
solo, tres vueltas
a la stupa, no cabe
duda que contiene
un diente de Buda.
El mosquito lo atiende, le reza a la oreja, se introduce
en su oído medio, atiza
y zumba: a cada zumbido
el poeta budista a medias
Kobayashi Issa reconoce
la postura correcta, la
perfecta inmovilidad del
mosquito: otra vuelta a
la stupa, comparten el
hambre, primera comida
a las once, zanahoria en
salmuera, en salmuera
remolacha roja, arroz,
agua compartida con
su compañero de fatigas
que bebe y zumba:
aumentan los decibeles,
se remontan, decrece el
zumbido, desaparece, la
mente fermenta a las
cinco de la tarde una
segunda colación, agua,
cuenco de arroz para
dos, donde estuvo el
mosquito doblan y
guardan un papel con
un poema de diecisiete
sílabas, se disuelve,
Buda ríe: un coro de
insectos se arrebuja
en un recodo del
camino, el ruido se
pierde al caer en una
patena unos cobres
que Issa dobla con
sus dientes.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Para celebrar sus 80 años, Ediciones Rialta publicó un volumen de sus ensayos, Cartas de Hallandale (Querétaro, 2020), la edición bilingüe de su poemario Carece de causa (traducción al inglés de Peter Boyle, Querétaro, 2020) y una entrevista de Gerardo Fernández Fe: José Kozer. tajante y definitivo (Querétaro, 2020). Este poema pertenece a un libro inédito.