Ni
me
rapo
ni me afeito ni como a mis horas
ni
duermo
boca
arriba ni pasan las garzas a las siete
menos algo de la
mañana
ni
arboles
ni
estrellas de noche ni de día ni la ventana
que mira al canal
de aguas
ni
chicha
ni
limonada
ni
hormigas
forrajeras rubias carpinteras ni la más mínima
exteriorización por
palabra de
ideas
ni
sentimientos
ni
afectos
ni
cohibiciones necesarias para evitarme líos ni
dejar de liarme sería
el colmo no he sido
pacato no
serlo
a
estas
alturas
no
leer
sobre
la vaca roja no ver pasar por mi calle en el país
natal ni alces ni
corzos
no
insistir
no
recordar
no
regresar
no
progresar
según se insta en la propaganda nacional (global)
en cambio quedarme
en casa, desconectar,
ni Yahveh
ni
Buda
ni
eterno
retorno
ni
Cuba
ni
la
madre que me parió la parió una cuerva bicéfala
criada fue mal rayo
me parta por la
gloria del sol
mares viciosos
de peces y crustáceos
sus hombres erguidos
(muchos forajidos,
pintiparados) sus efusivas
mujeres las muy saladas
y yo ver irse aquello al
diablo hacerse tierra
morir a base de
garrulerías incesantes
sus gentes inconstantes
faranduleras (faroleras)
y venga y dale con que
no me transo habrá que
sacarme con los pies
por delante y sí que
sí y sí que yo el que
más mea soy y tú a
ver qué te has creído
a distancia reconocido
con los brazos en
jarras.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Este poema pertenece a un libro inédito.