Del cielo de su vecindario descendían planeando
las tiñosas, pasaba
horas entre pigargos
y avutardas imaginando
en su ascenso la alondra
de Shelley.
Y en medio de aquellas aves veía Cuba, y tierras
al norte hasta China, el
horror a qué negarlo de
la carroña, en la canción
de la alondra la poesía
de Shelley, su muerte,
su propio forraje óseo
y las hormigas, las
infelices carpinteras,
bullir las abejas, otra
infelicidad: morir boca
arriba los gorriones
(la muerte tiene
posturas irrisorias).
Temer, temer que nunca volverá a escribir, su país.
Una terraza, permanecer inmóvil, aves y astros
sesgar los espacios,
un punto luminoso el
cristalino, la avutarda
precipitarse, y no es
castigo, a la esclerótica,
el ciego del ojo: alejarse
la alondra, intuir que los
libros irán a parar al
vertedero de basura,
piltrafa de papel del
vecindario.
Y
del
subsuelo
no
sube
En el pomo de cristal vacío no cabe nada. Hace años
cayó una semilla en la
junta de dos olambrillas
a mano izquierda de lo
exterior del balcón,
donde todo da a la
calle, los terrenos
baldíos, las construcciones
modernas (insostenibles)
las alturas, el subsuelo,
de las auras el vuelo:
pigargos y avutardas,
estratos y cirros donde
la alondra en sombra
se acomoda, asciende,
y donde murió la semilla
apareció un matojo
aferrado hace años
truene o llueva a su
terrón. Resistir ahí los
cambios de estación.
De cuerpo presente,
erguido, sombra
subyacente, contra
los vientos huracanados
de septiembre, la sequía
de invierno, el exceso de
humedad de julio, las
temperaturas altas,
descensos barométricos,
todo muere. Unos después,
y el matojo (después)
inmaterial materia
redimida, selva densa,
él verá cómo se lo
llevan, la casa
permanecer vacía,
y luego, gran drama
en tres actos, ocho
o nueve escenas,
habrá otras, una
mano que podríamos
calificar de extraña
tirará del matojo (de
cuajo) arrojarlo a los
espacios, lo veremos
pasar al baño a
quitarse el olor
intermedio a
clorofila pegoteado
a esa mano que
refriega con un buen
jabón
de
tocador
que
huele
a
espliego
(artificial).
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Este poema pertenece a un libro inédito.