Ábrete verbena, cae a tierra, crezca roya, luto
universal.
Luz del mundo cae a tierra, luz eléctrica del sol,
no hay existencia a corto
plazo para nadie, un solo
campanero en el Orbe,
zancadilla universal.
Lorenzo el Descontento por antonomasia le
dijo a Marta quiero vivir,
al morir: no pudo ser,
dejemos los libros
quietos, leer es de
ciegos, en los nichos
el invidente tantea
nada a rastras,
desconoce (en ese
sentido nada ha
cambiado) ceniza
desovar universal.
Homenaje a Lorenzo García Vega sentado
al borde de un catre de
tijera, un cono de luz
en la mirada (luz
natural) sus pupilas
la corroboran en toda
la Península de La
Florida adonde fue
a parar: in extremis
todo lugar es el
mismo, no hay
triciclos, casas de
jagüey, ya vio y no
cree, pasa a ras de
su mirada una garza
y no distingue pájaro
de copa (a posarse
Muerte posarse) de
jagüey: delante de
casa, donde la madre
sale en refajo a llamarlo
a merendar, termina
Marta quiero vivir la
historia universal.
Años, ido, al borde de un catre, oía ruidos
vecinos, hubiera querido
creer en San Policarpo,
santo patrono de los
ruidos: como tantas
cosas en su caso no
pudo ser. Lo desnudaron
para lavarlo con agua
inminente de ceniza, lo
acicalaron camisa blanca
de manga larga, yugos
dorados, pantalón beige:
lo prefería. Medias
blancas, perdió el
rumbo, también lo
perdió la candela, y
si resucitó, lo duda, al
borde de una renovada
desolación: desdibujó
un laberinto, hizo
aparecer un Minotauro,
una ternera de madera,
y donde iba a narrar la
historia de Pasífae, el
toro blanco, Poseidón
y Minos ay Lorenzo
García Vega una vez
más se encoge detrás
del tronco de un jagüey,
narra, no se le oye, da
la cara, no se mueve.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Este poema pertenece a un libro inédito.