Shiva trajo a Cuba aguas celestiales, inundaron
la Isla de San Antonio
a Maisí, en vez de ríos
de agua dulce, peces
que servían de alimento
a la población: quedó
un mar de agua salada
donde Krishna y Ganesh
desistieron, ni un pez, ni
gota de agua potable de
Camagüey a La Habana.
Época sombría, las súplicas caían en el Vacío.
Vivíamos en lugares de altura en Oriente y
Las Villas, en bajareques,
aprendimos a andar sobre
las aguas, la población se
extinguía: Shiva nos reduce,
Vishnú nos reagrupa, éramos
cada vez menos, Brahma
desde lejos, demasiado
lejos, aguardaba el
momento cuando se
juntan las paralelas
en una figura de fuego.
La mujer de Brahma era Araceli, cabeza de
elefante, pies de barro,
se separaron para crear
nuevos países a Poniente,
Brahma despedía fuego
por los ojos con un centro
azul celeste: el reloj sin
origen repuso una célula
extraída de la Nada, por
mitosis, división celular,
gametos repoblaron las
naciones, Ganesh bailaba,
Krishna cruzaba y
descruzaba los brazos,
las pulseras tintinean,
ajorcas y adufes resuenan,
las gentes se asoman a
ver pasar, gran regocijo,
a Trimurti policromo.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Para celebrar sus 80 años, Ediciones Rialta publicó un volumen de sus ensayos, Cartas de Hallandale (Querétaro, 2020), la edición bilingüe de su poemario Carece de causa (traducción al inglés de Peter Boyle, Querétaro, 2020) y una entrevista de Gerardo Fernández Fe: José Kozer. tajante y definitivo (Querétaro, 2020). Este poema pertenece a un libro inédito.