"Las flores no envejecen honestamente como las hojas, que nada pierden de su belleza, incluso después de muertas: se marchitan como viejas remilgadas y demasiado pintarrajeadas y fenecen ridículamente en los tallos que parecían ponerlas por las nubes"
G.D.H
Algo me decía que cogiera otra calle
huyéndole al sol,
a la desidia.
A las personas también.
Con presentimientos de esa otra voz
que enmarca una ruta,
confiable.
Contar los pasos hasta la bahía
que no encuentro por ninguna parte,
y coger por la acera contraria
hasta que el mar avance o se retire
de mi vista.
Muchachas solas que pasan con sus perros,
desquiciados:
cuando venía desde la izquierda era joven,
ahora me voy desde la derecha,
envejecida
sin que tampoco sea una convicción política,
o alguna definición.
Anciana sin perro para la que no existen
izquierdas o derechas ya,
solo una vía recta
hasta el agotamiento.
Ni siquiera el lujo de ser mordida
como en la noticia de ayer:
anciana comida por su perro.
Una buena manera de morir,
rabiando o rabiosa.
Reina María Rodríguez nació en La Habana, en 1952. Autora de numerosos libros de poesía, algunos de los más recientes son: O piano /El piano (Lumme Editor, São Paulo, 2014) y Poemas de Navidad (Bokeh, Leiden, 2018) y Achicar (Fondo Editorial de la Universidad Autónoma de Querétaro, México, 2021). Este poema pertenece al libro inédito Allí estaría la noche.