I
Venden una guirnalda
que no ilumina nada,
y suenan tiros con fulminante
mojado:
súbita muerte en la colina.
Soy la leona que custodia
otro árbol podado.
Aquel era para Navidad,
pero alguien sin querer lo cortó
en anticipo.
No habrá confetis
sobre nuestras cabezas,
querido Denys F.H:
rondando la hojarasca
ramas partidas,
fantasmas,
y alborozo mezquino
es lo que habrá quedado.
¿Y cómo hacer para soportar
el invierno?
¿Y cómo rugir como leona?
Se soporta y se sigue, lo sé.
II
Pongo el disco rojo
en el viejo Motorola portátil,
y los animales se aparean
frente al dios elefante.
Hemos construido esta granja
con anaqueles frágiles
donde cada travesaño finge
venirse abajo,
y sale del humo el fracaso,
la desesperación.
Tuve un amigo que perdió
a su contadora de cuentos,
donde había una tumba
custodiada por leopardos.
Tuve un amigo en la colina que se divisa
desde todas partes.
Vendrá esta vulgar Navidad,
y luego, otra,
pero ya no habrá nadie esperando
su canto bajo el árbol.
Reina María Rodríguez nació en La Habana, en 1952. Autora de numerosos libros de poesía, algunos de los más recientes son: El libro de las clientas (Letras Cubanas, La Habana, 2005) y Variedades de Galiano (Letras Cubanas, La Habana, 2007) y O piano /El piano (Lumme Editor, São Paulo, 2014). Este poema pertenece a Poemas de Navidad (Bokeh, Leiden, 2018).