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Poesía

Un poema de amor ridículo

'Yo debí amarte siempre y para siempre como en una novela imaginaria Que nos durmieran juntos en la caja o que mezclaran juntas las cenizas'

Zaragoza
Postal victoriana de enamorados, 1898.
Postal victoriana de enamorados, 1898. ebay

 

Yo debí pertenecerte desde que era una gota de esperma antes de mezclarme con el óvulo de mi madre (o con tus óvulos) Debí mezclar mis elementos con tus elementos de mujer y nacer juntos a la muerte sobre la hierba que teje la maldad del mundo Yo debí pertenecerte desde antes de la fundación de las columnas que sostienen el universo desde la antigüedad hasta ahora Debí comerme tus ojos la primera vez que te vi a través de una terraza o de una ventana cuando eras una niña vestida de enfermera y venías a curarme de amor con tu vestido de garza y tu maleta de piel A ti te pertenecen todos mis huesos mis arterias mi carne ya gastada por los años mi amígdala con su bello tumor blanco-rosa las virtudes los defectos de mis genes las antenas de mis cables de animal que busca a toda hora la sombra de tu olor tu magnitud de hembra que me arrastra y me envuelve con seda vaporosa en su vagina que conduce o que une al hombre con el cosmos Yo debí permanecer con la pureza escrita en la mejilla hasta la tumba y no traicionarte con miles de mujeres-liebres con decenas de lagunas-ríos con infinitas aguas llenas de metales con azufre Debí guardar el poder del color blanco ponerlo en tus manos como un telar de lino como un vaso o una copa de cristal  Debí poseerte y que me poseyeras solo tú desde antes de nacer y más allá del horizonte que dibuja el país de la muerte Deberías sin embargo al final perdonarme los labios que manché sin tus labios las camas que inundé a tus espaldas cada mesa o sofá donde bebí sin pronunciar tu nombre tu diadema de flor o de diosa privada en mi mano Solo una luna guardo a estas alturas del abismo que soy para ti: mi corazón entero con sus pasillos limpios y cada habitación que construimos en él te pertenecen nunca entregué mi sangre para un hijo a otras mujeres ni nunca dejé de amarte en cada célula cuando mi cuerpo sucio y sin control estrujó la pureza mi mente y mis latidos te pensaban te llamaban de lejos incluso te lloraban al concluir el sexo a tus espaldas Yo debí nacer antes del tiempo antes de que nacieran el sol y los planetas así no hubiese escrito en esta hoja mil pecados ni fuera en este instante una ruina animal que escribe sufre y bebe porque cae y envejece y teme o que se ríe a veces de sí mismo y de su falsa memoria o de su falta de pelo que disimula al aire con disímiles gorras Yo debí amarte siempre y para siempre como en una novela imaginaria Que nos durmieran juntos en la caja o que mezclaran juntas las cenizas Yo no debí escribir este poema porque el lenguaje siempre nos traiciona y solo la pureza del silencio se puede comparar con tu belleza pero soy un ridículo y te escribo un poema ridículo anticuado como dijo Pessoa en una carta al final de mi vida ya ridícula solo me queda amor tu enfermedad mi enfermedad como un collar de perlas y tanto por llorar como un peruano.

 


Dolan Mor nació en Pinar del Río, en 1968. Es autor de la tetralogía Maladie bleue, una colección de libros híbridos y experimentales que se inspira en la obra esencial de Lewis Carroll y en la Fuente Q de los Evangelios. Los títulos que componen Maladie bleuePoemas míos escritos por otros (volúmenes I y II), Después de Spicer (volumen III), Dolan y yo (volumen IV)— han sido publicados por la editorial española Aduana Vieja. Su libro más reciente es Antología de Spoon Raven (Candaya, Barcelona, 2019).

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