A
todo
se
acostumbra
uno
(dictum
paterno)
vivía
con
dos
mudas
de
ropa,
las
lavaba
a
mano,
desayuna
al
rayar
el
alba
una
taza
hirviendo
de
achicoria
con
una
cucharada
azul
de
azúcar
prieta,
galleta
de
sal,
mermelada
de
uva
industrial,
almuerza
(indefectible)
a
la
una
un
huevo
duro
(no
hay
alimento
más
completo,
el
cuerpo
necesita
proteína)
galleta
con
mayonesa
de
pomo,
una
mandarina
o
manzana,
trozo
de
melón
de
Castilla,
a
la
tarde
un
platanito
manzano
o
dos,
mandarina
(fruta
a
escoger
en
sazón)
(solo
una
que
no
se
debe
despilfarrar,
bien
social)
se
las
arregla
con
poco,
en
invierno
cuando
más
pega
el
frío,
cede
la
escarcha
a
hielo
que
baja
de
los
ventisqueros,
nevadas
interminables
de
altura
pasa
buena
parte
del
día
en
la
cama,
embutido
bajo
dos
frazadas,
el
radiador
al
mínimo,
así
lleva
veinte
años
que
lo
conozco,
poco
hablamos
(ni
falta
que
hace)
coincidimos
que
hablar
desgasta,
hace
unos
años
(¿tres?)
le
solté
de
sopetón
y
de
un
tirón,
a
ver,
todo
esto
a
santo
de
qué
(¿estás
en
tus
cabales?)
se
da
vuelta,
se
aleja
fantasma
de
sí
mismo
y
desde
allá,
algo
lejos,
de
algún
lugar
en
otro
sitio,
hecho
y
rehecho
a
la
costumbre
de
vivir
con
poco,
oigo
su
voz
perderse
en
aguas
del
Reino,
tinieblas,
cumbres
borrascosas
que
surgen
de
tierras
llanas,
quietos
piélagos,
formaciones
(mogotes)
es
para
convivir
con
Heráclito
(o
lo
que
queda
de
su
escritura)
Demócrito
de
Abdera
("todo
es
átomos
y
Vacío,
lo
demás
son
opiniones")
descartar
a
Parménides,
entregarme
a
los
presocráticos.
José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Este poema pertenece a un libro inédito.