Above the hospital bed
a crucifix in flames: each
ray shoots out from a limb of the saint
and pierces the flesh of the half dead
a mound of messy thoughts and prayers
begging for forgiveness: for all the dark
nights of the soul train, for the acid trips,
the cigarette chains and the Disco balls
spun in desperation, for all the inflatable dolls
dressed and confessed... And the saint
who speaks to the birds tells him: "It's okay".
Nothing changes in the outward appearance
of the bird. Frail and sucked up, and peacefully
gray, affected with bird flu even before the plague
and the famine that swept across the globe
and took away billions.
They were saints saved by the bell, the saint said.
The bird hears a whirring somewhere
and knows that he's been spoken to
spoken truth in the language of the birds.
Words are just air. Fully formed now
they hang in the sky like a ribbon
like prayer flags waving in vain.
Like a long ribbon, the words float
in midair. In this day and age
suffering is the syntax. And debauchery the cross tossed
at the feet of a god so He can step on the muck
without soiling His robe: The bird's in the cage!
All the hospital beds, bedridden, inveigh.
All the sheets doused with sweat.
All the curtains catch fire
and all flesh the stigmata.
And each ray is an arrow of sex.
All is sordid and foppish, and okay.
Saints and birds shall be equivalent
for all ages and days.
En esta edad y este día
Sobre la cama del hospital
un crucifijo en llamas: cada rayo
sale disparado desde una extremidad del santo
y perfora la carne de los medio muertos
un montón de pensamientos y oraciones confusas
pidiendo perdón: por toda las noches
oscuras del tren del alma, por los viajes de ácido,
las cadenas de cigarrillos y las bolas de discoteca
rodadas en desesperación, por todas las muñecas inflables
ataviadas y confesadas... Y el santo
que habla a los pájaros le dice: "Está bien".
Nada cambia en la apariencia externa
del pájaro. Frágil y consumido, y sosegadamente
gris, afectado con gripe aviar incluso antes de la peste
y la hambruna que se extendió por todo el mundo
y se llevó a miles de millones.
Eran santos salvados por la campana, dijo el santo.
El pájaro escucha un rechinar en alguna parte
y sabe que se dirigen a él
que le han hablado verdad en la lengua de los pájaros.
Las palabras son solo aire. Ya en plena forma
cuelgan en el cielo como una cinta
como banderas de oración ondeando en vano.
Como una larga cinta, las palabras flotan
en el aire. En este día y esta edad
el sufrimiento es la sintaxis. Y el libertinaje es la cruz arrojada
a los pies de un dios para que pueda pisar la basura
sin ensuciarse la túnica: ¡el pájaro entró en la jaula!
Todas las camas de hospital, postradas, injurian.
Todas las sábanas empapadas de sudor.
Todas las cortinas cogen fuego
y toda carne recibe el estigma.
Y cada rayo es una flecha de sexo.
Todo es sórdido y tonto, y está bien.
Serán equivalentes los santos y los pájaros
por todas las edades y los días.
Néstor Díaz de Villegas nació en Cumanayagua, en 1956. Sus últimos libros de poemas publicados son Che en Miami (Aduana Vieja, Valencia, 2012), Palavras à tribo/Palabras a la tribu (Lumme Editor, Sao Paulo, 2014). Ha reunido su poesía en Buscar la lengua. Poesía reunida 1975-2015 (Bokeh, Leiden, 2015). Vintage Español ha publicado su libro De donde son los gusanos. Crónica de un regreso a Cuba después de 37 años de exilio.