Laberinto de las Doce Leguas, Aguada de Pasajeros,
Consolación del Sur, Calabazar de Sagua,
Quemado de Güines, Ceiba del Agua,
Punta de la Güira, Ojo del Toro,
Ciego de Avila, Unión de Reyes,
Maguaraya Arriba, Zaza del Medio,
Caimito del Guayabal, San José de las Lajas,
San Juan y Martínez, Güiro del Boñigal.
Ceiba Mocha, Jagüey Grande, Quiebra Hacha,
Palma Soriano, Alto Songo, Jutías Gordas,
Maní-Maní, Cacarajícara, Pica-Pica,
Jatibonico, Cabaiguán, Yaguajay,
Cumanayagua, Mayajígua, Turiguanó,
Quivicán, Cacocún, Aguacate,
Reloj, Mal Tiempo, Remedios,
Puentes Grandes, Soledad.
Tatagua, Sabanicú, Pendejeral,
Cañas, Cañete, Cañones,
Cojímar, Cocuyujín, Juraguá,
Sabanalamar, Managuaco, Camaján,
Guá, Cacocún, Remanganaguas,
Managuaco, Baracoa, Jiguaní,
Yara, Yayabo, Yaguajay.
Guanabacoa, Bejucal, Perico,
Samaracuán, Sancti Spiritus.
Ladrones.
En 1933, Don Miguel de Unamuno compuso todo un poema con nombres pintorescos de lugares y poblaciones de España. A la zaga de Unamuno, Pablo Neruda, cuatro años después, en España en el corazón, hizo lo suyo con otro texto, ("Cómo era España") consistente en bellos nombres de otras poblaciones. Salvando las distancias, he querido emularlos con ayuda del indispensable Cuba en la mano (1940), con nombres no menos pintorescos: homenaje al genio nominativo de nuestro pueblo. Lo más bonito es que estas 26 líneas para nada agotan las posibles combinaciones de las más de mil entradas que recopila el "Indice geográfico" (págs. 1-211) del citado libro. Y así, queda abierta la invitación a que futuros curiosos confeccionen sus propios poemas con otros nombres llamativos.
Porque no solo con palabras se escriben poemas. También con lugares poco comunes.
Claremont, 28 de noviembre, 2019
