No estaba atado al mástil
ni era sordomudo ni urdidor
nigromante ni cuerdo alucinado
tampoco yo cantaba
especialmente bien
movía(me) sinuosa
mecida por las olas
y puede que el vaivén
de mí misma sin más
incitara un cuerpo calcinado por el mar
las noches a la deriva
la soledad (en)cubierta
por faro intermitente
(en)sordecida era tal vez su forma de desear(me)
algo hizo que viera colas garras alas serpenteantes
cantos hubo pero nada les juro que
entre graznidos y por puro espejismo
pudo haber(me) confundido con gaviotas
sin embargo hoy que todo es historia
iba a contarles que ese día
fui la mujer más fuego
que todavía llevo frescas
las huellas de manos y lengua
con que dio forma a este mito
donde el mar fue a lo sumo
attrezzo para llenar de azul falso relato
Aleisa Ribalta nació en La Habana en 1971. Ha publicado los libros de poemas Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018) y Tablero (Editorial Verbo Desnudo, Santiago de Chile, 2019). Este poema pertenece a un libro inédito.