A veces aún puedo escuchar batir el mar
la extensión de los campos
¡inmensos!
Chus Pato
En su cabeza se oía el mar
como una daga
como el grito
como la última mano
que separa, dice adiós
no devuelve los préstamos
no recuerda que un día
fueron siameses
y jugaron
una partida
a ganar
los dos
perdiendo
allí, juntos.
(observa cómo los animales plásticos de la granja
se colocan a su antojo ya sin poder evitar el caos)
En su cabeza se oía el mar
como un suspiro
como el sueño
como lo que regresa
de muy lejos
cargado de misterios
se revela
deja cubierto
de una inescrutable
nata de artilugios
varios
desconocidos
toda la costa.
(viste por primera vez la coca-cola en forma
de botellas vacías flotando hacia la nada)
En su cabeza se oía el mar
como un diluvio
como el llanto
como el que llega
por fin de donde nunca
partió, sigue las invisibles
huellas de
lo imaginado.
(ves al niño que fuiste que pregunta
quién nos va a devolver estos años)
Y allí, del otro lado
de ti mismo
solo quieres
una vuelta
en bote
por los cayos
vacíos
del recuerdo.
(y cruje el pargo que se quedó intacto
sin freír en la nevera de qué tiempo)
Aleisa Ribalta nació en La Habana en 1971. Ha publicado los libros de poemas Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018) y Tablero (Editorial Verbo Desnudo, Santiago de Chile, 2019). Este poema pertenece a un libro inédito.