"La furia del viento", la exposición que inauguró este fin de semana la Fototeca de Cuba, en La Habana, recoge por vez primera en la Isla imágenes testimonio, pero también la refracción artística de un rasgo de la condición insular y caribeña sobre la que casi nunca se mira: la de tener que enfrentar cada año el impacto de toda clase de fenómenos meteorológicos, en especial ciclones y huracanes.
Bajo la curaduría del profesor venezolano Luis Duno-Gottberg, docente de Estudios Caribeños y Cine en Rice University, Houston, y Claudia Arcos, curadora de la Fototeca de Cuba, la selección reúne decenas de instantáneas, pero también audiovisuales que representan el desastre y su impacto en el imaginario cubano a lo largo de más de 120 años.
De acuerdo con Duno-Gottberg, la muestra parte de un acucioso estudio de los archivos de la Fototeca de Cuba, y en especial del periódico de inicios del siglo XX en Santiago de Cuba, El Diario de Cuba, aunque echa mano a fuentes y archivos contemporáneos.
La selección incluye la obra de los artistas Moisés Hernández, Ernesto Ocaña, Marta María Pérez Bravo, Raúl Cañibano, Alfredo Sarabia y Manuel Almenares. Piezas cinematográficas como Ciclón (1963, Santiago Álvarez) y Nos quedamos (2009, Armando Capó), contribuyen a redondear la representación de esa poética del desastre, a la que se suma además Samuel Feijóo, el escritor y folclorista cubano, con sus imágenes sobre las prácticas religiosas en torno al ciclón.
En diálogo con DIARIO DE CUBA, Duno-Gottberg advirtió que "la presente exposición es parte de un proyecto más vasto sobre el tema de los desastres naturales y la visualidad en América Latina y el Caribe".
La muestra "fue el resultado de una serie de conversaciones informales con Claudia Arcos, hace más de un año. En ese momento, yo venía desarrollando un trabajo muy amplio para construir un 'archivo crítico' de la fotografía de desastres naturales en América Latina y el Caribe. Este trabajo continua, pero el caso cubano cristalizó de un modo extraordinario en una exposición, un catálogo y un libro".
Para el profesor y autor, residente en Madrid, el propósito original era "no solo sistematizar los archivos existentes, sino desarrollar también una tipología e incluso una taxonomía para entender la fotografía de catástrofes naturales".
La revisión de los archivos permitió a Duno-Gottberg apreciar cómo "la fotografía cubana ha capturado minuciosamente la destrucción causada por fenómenos naturales. En los archivos que hemos consultado, hay ejemplos que datan de principios del siglo XX. Mucha de esta fotografía podría ser clasificada como fotoreportaje. Otros ejemplos constituyen inventarios técnicos del desastre, documentando tanto alteraciones del paisaje (urbano o natural), como fallas estructurales en edificaciones y vías de comunicación. Sin embargo, existe otro cuerpo de trabajos que trasciende explícitamente la pulsión documental. Son obras de arte volcadas a 'lo sublime' o lo misterioso de la catástrofe natural".
En el libro que prepara el investigador, y que publicará Iberoamericana Vervuert (Madrid), "propongo que los distintos ejemplos de la fotografía de eventos naturales catastróficos constituyan lo que denomino una 'visualidad del desastre'. El concepto es importante, porque exige ver estas imágenes dentro de un sistema de representaciones preciso, históricamente conformado y susceptible de un análisis metódico. En estas fotos podemos identificar características y funciones recurrentes que suponen un 'género' o 'sin-género', que podría situarse o no dentro de las fotografías de sucesos-paisajes".
"Pensamos que, en tanto primer esfuerzo por visualizar el archivo del desastre natural en Cuba, 'La furia del viento' es una contribución muy importante. Nuestro máximo deseo es que a partir de ahora se desarrollen más conversaciones y aparezcan aún nuevos archivos, sugerencias, ideas… De hecho, invitamos a los interesados en el tema a que nos escriban con preguntas, ideas, pistas", llamó.
Duno-Gottberg confiesa que en El Diario de Cuba él y Arcos descubrieron "expresiones del trabajo de fotógrafos poco conocidos, pero fundamentales para la historia cubana".
El criterio curatorial de la exposición de la Fototeca "se basa en la taxonomía que propongo yo en el libro y una serie de consideraciones adicionales propuestas por Claudia (transcender el fotoreportaje; la dimensión espiritual del fenómeno; el acceso directo a documentos desconocidos, etc). Hay aquí un diálogo entre los intereses de los curadores, pero creo que el toque genial proviene de la curadora cubana, que ha introducido guiños que (¿solo?) el público nacional sabrá interpretar".
"Con respecto a las cualidades específicamente cubanas de esta fotografía, hay dos cosas que me llaman mucho la atención. En primer lugar, siento que existe cierto pudor o, incluso, una aguda conciencia ética frente a la representación de la muerte. En otros archivos latinoamericanos he visto una superabundancia de imágenes de víctimas del desastre, pero en el caso cubano pareciera haber un número más reducido de estas fotos. No quiero adelantar una hipótesis al respecto, pero es algo que hay que explorar", admitió.
"Otro asunto que me resulta fascinante y que no he visto en igual medida en otros archivos es el tema religioso. Creo que la imagen del desastre y la experiencia de la religiosidad cubana van unidas. Desde la iconografía de la Virgen de la Caridad del Cobre hasta las referencias de las religiones afrocubanas a 'la cola del ciclón', existe una espiritualidad muy potente que la cultura visual cubana ha sabido abordar. Este es un elemento que Claudia fue particularmente enfática y exitosa en develar", enfatizó el curador.
La muestra, que es la derivación de un tema que imparte desde hace varios años Duno-Gottberg dentro de su carrera como docente en Rice University, aspira a crecer y a incorporar esta misma idea en otros contextos de representación de América Latina.
Pero, mientras cobra forma ese repertorio, Duno-Gottberg aspira a mover la exposición por Cuba. "Creo que en el futuro cercano sería importante y aún hermoso poder llevar este esfuerzo a Santiago de Cuba y, luego, a otros lugares donde los ciclones han dado sus coletazos", admite.